La foto de un chico agonizante en la Masacre de Soweto que empezó a cambiar la historia del racismo extremo en Sudáfrica

El 16 de junio de 1976, una movilización de estudiantes de Soweto fue reprimida brutalmente por la policía del régimen del apartheid. La protesta era por un decreto que los obligaba a estudiar en la lengua de sus opresores. Hector Pieterson, de 12 años, cayó herido de muerte y fue llevado en brazos por un compañero. La imagen que recorrió al mundo y obligó al fotógrafo a dejar su profesión

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Aunque faltaba mucho para que
Aunque faltaba mucho para que se terminara el régimen del apartheid, el levantamiento estudiantil de Soweto quedó en la historia como el principio del fin del sistema segregacionista blanco; y la foto de Hector, como su símbolo (Getty Images)

Aunque no dejó testimonio escrito, Hector Pieterson es, como Ana Frank, uno de los símbolos de las barbaries étnicas, o barbaries a secas, del siglo XX. De su corta vida, de apenas doce años, lo ignoramos todo. Nos queda la imagen de su perfil ensangrentado, inerte, alzado por otro joven que busca ayuda con una chica -la hermana de Hector- en un gesto desesperado. Una foto icónica, shockeante e histórica, como la de la “Niña del napalm” huyendo desnuda, a los 9 años, de un bombardeo norteamericano en Vietnam. Ella, Phan Kim Phuc, sobrevivió a esa escena de 1972 y se hizo célebre; Hector no tuvo esa suerte en Sudáfrica 1976: su legado, involuntario, fue póstumo.

El último día de Pieterson empezó en una madrugada fría en Soweto, la enorme barriada negra ubicada 24 kilómetros al sudoeste de Johannesburgo. Eran tiempos del régimen del apartheid: los estudiantes, menores de edad, habían decidido protestar ese miércoles 16 de junio de 1976 contra una medida del gobierno de Partido Nacional, blanco y segregacionista: que al menos la mitad de las materias en las escuelas de la comunidad negra fueran dictadas en afrikáans, lengua surgida de los colonos holandeses que ocupaban colonia del Cabo, al sur de África, en el siglo XIX. Los chicos preferían el inglés y las lenguas originarias de su continente. Además consideraban que la generación de sus padres, sometida por la oficialización de todo tipo de medidas racistas a mediados del siglo XX, era moderada con la minoría blanca en ejercicio del poder.

El decreto era de 1974; comenzó a ser aplicado, con resistencia estudiantil, en 1975. En febrero de 1976 la tensión aumentó cuando dos maestros de la escuela Meadowland Tswana fueron despedidos por negarse a enseñar en afrikáans. A mediados de marzo, varios alumnos empezaron una huelga y se negaron a rendir exámenes. En abril se sucedieron las reuniones clandestinas de los estudiantes. El 30 de ese mes los chicos de la Orlando West Junior School hicieron una marcha callejera con pancartas que decían “Abajo el afrikáans, abajo la ley bantú” y “El afrikáans es el idioma del opresor”. La policía secreta puso la mira en el Movimiento de Estudiantes Sudafricanos, rama del Movimiento Conciencia Negra, fundado por Steve Biko, estudiante de medicina y activista que luchaba por la liberación y el orgullo de su raza.

Hector cayó en el cruce
Hector cayó en el cruce de las calles Moema y Vilakazi. Está en brazos de Mbuyisa Makhubo, otro estudiante, de 18 años. A su lado, desesperada e implorando ayuda, va Antoinette, de 17, su hermana (AP/Sam Nzima)

Organizados por un comité de acción, el 16 de junio, Hector Pieterson y sus compañeros salieron desde temprano a manifestar su rebeldía por las calles de Soweto, llamado así por las primeras sílabas de South Western Townships, asentamientos sudoccidentales. Una frase de Biko resonaba en sus cabezas y los animaba: “El arma más potente del opresor es la mente del oprimido”. Las recientes independencias de Mozambique y Angola, ambas en 1974, les marcaban que la liberación era posible. Aunque la intención de ellos, aquella mañana de 1976, era mucho menos ambiciosa: hacer una manifestación pacífica pidiendo la derogación del Decreto Medio de Afrilkáans, que para colmo era discriminatorio y les permitía a los alumnos blancos elegir el idioma de sus estudios.

A las 9:30 los alumnos de Soweto, acompañados por algunos maestros, eran cerca de 10.000. Uno de sus carteles tenía la inscripción: “Si aprendemos afrikáans, que Vorster aprenda zulú”. Balthazar Johannes Vorster, primer ministro y luego presidente de Sudáfrica, era un racista cerril y había impuesto medidas drásticas contra la población negra, ampliamente mayoritaria. La policía amenazó a los chicos con armas y les exigió que se dispersaran. Los estudiantes les respondieron cantando “Nkosi Sikelel Afrika”, himno metodista de finales del siglo XIX, convertido en una canción de desafío al régimen del apartheid. Los gases lacrimógenos se cruzaron con las piedras. Después, la represión brutal, desproporcionada, contra los menores desarmados.

Aquellos sucesos atroces que comenzaron
Aquellos sucesos atroces que comenzaron el 16 de junio de 1976, hace 47 años, terminaron con 575 chicos asesinados y fueron el principio del fin de los gobiernos blancos segregacionistas (Getty Images)

Nunca se supo con exactitud quién les dio la orden de disparar a los policías, pero las balas de plomo zumbaron en Soweto seguidas por el ruido seco de palazos a los caídos y ladridos, gruñidos y mordidas de perros policiales. El primer estudiante en desplomarse por un disparo, herido de muerte, fue Hastings Ndlovu. Hector cayó en el cruce de las calles Moema y Vilakazi. Mbuyisa Makhubo, otro estudiante, de 18 años, lo alzó agonizante. A su lado, desesperada e implorando ayuda, iba Antoinette, de 17, la hermana de Pieterson. La masacre de Soweto, una cacería humana, calle por calle, acababa de empezar. El primer parte oficial habló de 23 muertos, pero los conteos del lado de las víctimas iban de los 175 a los 700 alumnos muertos y los 1.000 heridos por el fuego de la policía.

En medio del caos, los gritos, la balacera y las corridas, Sam Nzima, reportero gráfico de 41 años, se cruzó con Antoinette y Mbuyisa con Hector en sus brazos. Casi como un reflejo profesional, sin pensarlo, Nzima los enfocó y gatilló su cámara: jamás imaginó que esa foto sería célebre y que lo llevaría no sólo a perder el trabajo sino la profesión. Tras registrar el momento dramático, corrió hasta el auto que lo esperaba y le pidió al chofer que llevara el rollo hasta la redacción de su diario, The World. Y él se fue con los tres chicos hasta un hospital cercano, en el que Hector murió a las pocas horas. Otros levantamientos estudiantiles se encadenarían hasta febrero de 1977. El resultado: 575 jóvenes asesinados por fuerzas represivas.

Un retrato del 16 de
Un retrato del 16 de junio de 2005 del fotógrafo sudafricano Sam Nzima, quien tomó la famosa imagen de Hector Pieterson. Después de eso debió exiliarse y abandonar la profesión (Grosby Group)

El 17 de junio de 1976, la fotografía de Hector giró por el mundo no digitalizado. Nzima recibió amenazas anónimas y supo que era buscado por la policía secreta: decidió escaparse a su ciudad de origen, Lillydale. Soweto fue sitiado por 1.500 policías y militares con armamento pesado y tanques de guerra. The World quedó bajo los ataques del gobierno e iba a ser clausurado en 1978. Ese año, los diarios The Daily Mail y The Star le ofrecieron trabajo al autor de la legendaria foto de la masacre de Soweto, pero Nzima se negó a volver a su profesión por miedo a salir de la clandestinidad y ser asesinado.

El fotógrafo salvó su vida -murió recién en 2018- pero no Biko. Acusado y perseguido por el levantamiento del 16 de junio de 1976, en agosto de ese año fue detenido y confinado durante 101 días en una celda solitaria. El 18 de agosto de 1977 fue apresado por un retén policial en Puerto Elizabeth, interrogado clandestinamente, torturado y finalmente apaleado. Inconsciente, lo encadenaron a una reja de una comisaría. El 11 de septiembre la policía lo cargó desnudo y esposado en la caja de una Land Rover y lo trasladó 1100 kilómetros, hasta Pretoria, donde murió recién llegado a prisión por las heridas en su cráneo. Tenía 30 años.

El Secretario de Estado de
El Secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, y Antoinette Sithole, hermana del difunto Héctor Pieterson, en el Monumento a Héctor Pieterson en Soweto, Sudáfrica, el 7 de agosto de 2022 (Andrew Harnik/Pool via REUTERS)

Muchos miembros de Conciencia Negra debieron exiliarse en Zambia, Mozambique o países de la Unión Soviética, donde se sumaron a las estructuras del Congreso Nacional Africano (CNA, ganador de todas las elecciones desde que Nelson Mandela asumió como presidente en 1994), con el que habían tenido diferencias. Aunque faltaba mucho para que se terminara el régimen del apartheid, el levantamiento estudiantil de Soweto quedó en la historia como el principio del fin del sistema segregacionista blanco; y la foto de Hector, como su símbolo.

Actualmente, el 16 de junio es considerado el Día Nacional de la Juventud en Sudáfrica y en Soweto, donde viven más de tres millones de personas, se lo celebra con fiestas callejeras en memoria de los chicos caídos. Desde 2002, en la calle Khumalu existe el museo Hector Pieterson, que recuerda las atrocidades del racismo como política de Estado y la dignidad de aquellos jóvenes que dieron sus vidas por enfrentarlo.

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