Ron Wood es el Stone histórico más joven: hoy cumple apenas 76 años. El benjamín de la banda, más conocido como Ronnie, diminutivo de Ronald, nació el 1 de junio de 1947 en Hillingdon, Middlesex, oeste de Londres, en el seno de una familia musical y flotante: los llamados gitanos de agua, operarios que navegaban el Támesis y sus afluentes. “Mis hermanos y yo fuimos los primeros de la familia en nacer en tierra firme. Mi padre y mi madre vinieron al mundo en barcazas, como también mis abuelos y bisabuelos”, contó el guitarrista, que mantiene su look de pirata, igual que su amigo Keith Richards, uno de los que lo sumó a los Rolling Stones en 1975, después de la partida de Mick Taylor.
Los hermanos de Ronnie, Art (músico blusero) y Ted (jazzero), nacieron en tierra firme pero ya están debajo de la superficie: Art desde 2006; Ted desde 2004. Ronnie se mantiene de este lado, a pesar de todo. Se recuperó de un cáncer de pulmón que le diagnosticaron en 2017, y que reapareció en 2020 en plena pandemia (ay de esos cigarrillos colgando de sus labios al tocar espalda contra espalda con Richards). Y cometió excesos con el alcohol -su padre y su madre también eran alcohólicos-, las drogas en general y el crack en particular. Fue un abonado a los centros rehabilitación para desintoxicarse. En una época tomaba dos botellas de vodka diarias. “Rara vez terminé un concierto con los Stones sobrio”, reconoció.

Para graficar su desenfreno, basta una anécdota de su primer año stone. Freddie Sessler, un millonario amigo de la banda, había desafiado a Richards a que aspirara una línea de 8 gramos de la cocaína más pura que conseguía; a Wood, por novato, lo invitó a que animara con una raya de 4 gramos. Salvo que hayan sido reemplazados por dobles en algún momento de sus largas carreras, ambos guitarristas siguen vivos a pesar de aquellos saques al fleje, estilo Tony Montana en el final de Scarface. Richards, incluso, fue por más y se metió las cenizas de su padre por su transitada vía nasal. Imaginen lo que habrá hecho Woods, como para haber sido apercibido por Richards, también llamado El Mono Artrítico. “Cuando Keith te dice que te estás excediendo es que ya se traspasaron todos los límites”, admitió Ronnie alguna vez, como un chico sancionado.
Es cierto que, en ciertas circunstancias, Richards le hizo sentir su autoridad. Por ejemplo, cuando le partió la nariz de una trompada en un hotel londinense. Acababa de encontrar a Ronnie, por entonces casado, consumiendo crack con una desconocida. “Lo hizo más por la infidelidad que por otra cosa: en el fondo es un moralista”, se quejó Wood con el tabique ladeado. Mick Jagger, que estaba componiendo con Charlie Watts, no le dio bolilla y lo invitó a que se lavara la sangre y se pusiera a trabajar. Más allá de la moral de Richards, el tema de las mujeres siempre fue complejo para Wood. También el de la violencia, aunque no ejercida contra él, como en el caso del hotel, sino de él contra algunas mujeres.
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Su vida con ellas
Wood, amante de la pintura, la filatelia, la cría de caballos purasangre y el turf, tiene cinco hijos. Al primero, Jesse, lo tuvo con Krissy Findlay, una modelo con la que estuvo casado entre 1971 y 1978. Se conocieron cuando ella tenía 16 años y era groupie de The Faces, la banda en la que tocaban Roonie y Rod Stewart, dos hombres pájaro. Con el tiempo, Krissy se convirtió en amante de George Harrison, con el que tenía encuentros clandestinos en Portugal. Al mismo tiempo, Ronnie se acostaba con Pattie Boyd, la esposa de George. Un intercambio de parejas Beatle-Stone: histórico para el mundo melómano swinger. Hasta que Boyd se cansó de ambos, los dejó y se fue con Eric Clapton, con el que estuvo casada diez años.
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En 1985, año en que Findlay murió (más allá de Wood y Harrison, había tenido affaires con John Lennon y Jimmy Page), Ronnie Wood se casó con Jo Karslake, con la que tuvo dos hijos: Leah y Tyrone. El primer encuentro había sido en 1977 en Londres: ella era una modelo de 22 años y se sumó al descontrol Stone en los tiempos más salvajes de la banda, cuando la sucesión de fiestas no tenía cómo límite el amanecer. “Nunca sabías quién podía aparecer: los Blues Brothers, David Bowie, Tina Turner, Jack Nicholson o Tom Wolfe -recordó ella-. Cuando empezaron a llegar los políticos, comprendí que los tiempos habían cambiado. De pronto, el negocio era la prioridad. Hoy, las drogas y el alcohol han sido reemplazados por algo más fuerte y menos dañino: la adrenalina”.
En 2009, luego de una relación de 32 años, 23 como matrimonio, Ronnie y Jo se separaron. Fue después de que él apareciera borracho en la casa de ambos con una chica de 20 años, también alcoholizada. “Ser adulto y el rock son términos opuestos”, intentó justificarse Ronnie. No era la primera vez en tres décadas que Jo lo veía con una groupie, pero esta vez no lo toleró. La chica era una camarera rusa y se llamaba Ekaterina Ivanova. Su salto a los medios fue fulgurante: Wood, su novio, estrella de rock de 62 años, le pegó e intentó estrangularla en plena calle y fue detenido por la policía de Surrey, sur de Londres. Poco antes, habían tenido una discusión fuerte en la mansión de él: agredida, Ivanova amenazó con suicidarse. La policía también tuvo que intervenir, pero aquella vez no se lo llevó preso.
La violencia de género ejercida por el músico generó repudios y sororidad, empezando por la abuela de Ekaterina, Liudmila Ivanova, de 76 años, quien calificó a Wood como una pesadilla y juró venganza si volvía a atacar su nieta. En 2010, Ronnie dejó a la rusa por una brasileña, Ana Araujo, profesora de polo, con la que había menos diferencia de edad: su nueva novia tenía 30 años. Con ella, mantuvo una línea de coherencia, la del escándalo. A dos meses de haberse conocido, Ana golpeó a Wood -según la versión del músico- por sus constantes borracheras y por haberle encontrado una foto de Ekaterina, supuestamente ex del viejo Ronnie. De un modo u otro, la violencia estaba instalada en la intimidad del guitarrista Stone.
En diciembre de 2012, Wood se casó con Sally Humphreys, actriz y productora teatral. Con ella tuvo gemelas, Gracia Jane y Alice Rose, que nacieron el 30 de mayo de 2016, un día antes de que Ronnie cumpliera 69 años; Sally tenía 38. Al año siguiente fue cuando a Wood le diagnosticaron cáncer de pulmón: se negó a hacer quimioterapia porque no quería perder el pelo, sometido a incesantes carmelazos. Pero lo cierto es que el músico bajó varios cambios y Sally pasó a ser reconocida como una heroína (no hablamos de la droga, ojo): la mujer que había domesticado a un Stone.

Humphreys, de personalidad fuerte pero aspecto de modosita, dijo que había leído Memorias de un Rolling Stone, publicado por su marido en 2008, en cuyas páginas abundan las anécdotas sobre orgías con alcohol, drogas y chicas que podían ser las hijas o nietas de los músicos. “No me asusta nada -aseguró-. Vengo de una familia de artistas, aunque son intérpretes de música clásica, y yo misma llevo años trabajando en teatro. Las excentricidades no me toman por sorpresa. Mi padre toca el chelo; mi madre, la flauta; Ronnie, rock &,roll”. Y sigue haciéndolo, desde hace 48 años, en una banda inmortal, a pesar de los excesos de cada uno de sus miembros.
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