El poder de ser un amateur

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En la cultura empresarial actual, la experiencia es una moneda de cambio. Celebramos la maestría, recompensamos el reconocimiento de patrones y valoramos a los líderes que pueden distinguir rápidamente la señal del ruido. Pero al hacerlo, hemos creado una trampa inesperada para nosotros mismos: Cuanto más se convierte usted en "alguien" en su campo elegido (reconocido, competente, con autoridad), más tiende su pensamiento a volverse rígido, lo que limita su flexibilidad y creatividad. El académico en gestión Erik Dane ha llamado a este problema "arraigo cognitivo", y los investigadores Huy Phan y Bing Hiong NGU lo han documentado ampliamente en diversas profesiones.

El antídoto para este problema es sorprendentemente simple: Colóquese de manera constante en situaciones en las que sea un completo principiante. Considere emprender una nueva actividad fuera del trabajo, ya sea aprender un idioma, tocar un instrumento, probar el stand-up comedy o explorar la cerámica. Busque situaciones en las que no tenga ningún conocimiento previo del cual valerse, ningún éxito pasado en el cual apoyarse y ninguna métrica externa de logro que perseguir. Esas son las condiciones que permitirán que su cerebro se reconfigure para ser más ágil y pensar de forma innovadora.

La neurociencia sugiere que esta práctica, a la que denomino "amateurismo estratégico", es esencial para convertirse en un líder dinámico. Los investigadores han demostrado que cuando intentamos algo nuevo y desconocido, el sistema de recompensa del cerebro se activa, liberando dopamina y forjando nuevas conexiones neuronales, que son los pilares de la neuroplasticidad. Experimentar novedad no solo estimula el cerebro, sino que lo impulsa a reconfigurarse en tiempo real, ampliando la flexibilidad cognitiva. Otros estudios sugieren que los nuevos desafíos no solo pueden acelerar el desarrollo de habilidades, sino también agudizar la amplitud de pensamiento que los líderes utilizan en su trabajo diario.

DE NADIE A ALGUIEN

El amateurismo estratégico no requiere cambios de vida drásticos, pero sí requiere intención. Como dijo el economista John Maynard Keynes: "La dificultad no radica en las nuevas ideas, sino en escapar de las viejas". He aquí un enfoque de tres pasos para poner en práctica ese cambio:

1. ELIJA UNA O DOS ACTIVIDADES QUE NO TENGAN NINGUNA RELEVANCIA PROFESIONAL PARA USTED.

Cuanto más lejos de su área de experiencia, mejor. El objetivo es liberarse del peso de la competencia y permitir que su cerebro forme nuevas conexiones.

2. COMPROMÉTASE PÚBLICAMENTE.

Comparta su nueva actividad con colegas, amigos y familiares, y preséntela como un compromiso con el aprendizaje, no con el desempeño. Compartirla le ayudará a mantenerse responsable y a persistir en su nueva actividad, y ese enfoque eliminará la presión por lograr resultados.

3. ACEPTE LA "INCOMODIDAD PRODUCTIVA".

La sensación de estar fuera de su zona de confort es la clave. Aprenda a reconocerla no como un signo de incompetencia o fracaso, sino como una oportunidad de crecimiento. Si el desafío empieza a parecer fácil, o si empieza a sentirse cómodo, aumente la dificultad.

Si se mantiene constante en algo el tiempo suficiente, naturalmente mejorará, por supuesto, y ese progreso será gratificante. Pero su objetivo como amateur estratégico no es alcanzar la maestría. Es la flexibilidad mental que surge al entrar repetidamente en la condición de principiante. Para quienes tienen un alto desempeño, es difícil contener el instinto de medir, comparar y superar. Pero esa moderación es lo que hace que este proceso sea poderoso. Paradójicamente, al convertirse regularmente en un "don nadie" en nuevos contextos, usted se volverá un "alguien" más eficaz en su rol de liderazgo. Así que la próxima vez que sienta que ha llegado a una meseta de competencia, no se limite a lo que ya sabe. Dé un paso hacia algo que no conoce.