La trayectoria de Laura Novoa se define por la capacidad de transformar la adversidad en una fuente de sensibilidad y creatividad, un proceso que, según la actriz, ha marcado tanto su vida personal como su carrera profesional.
Novoa explicó cómo la dislexia, lejos de ser un obstáculo, se convirtió en una herramienta que le permitió desarrollar una percepción única del mundo y de los personajes que interpreta. “La dislexia no se cura, se compensa. Lo que pasa es que en esa compensación quizás está el don”, afirmó, subrayando que las dificultades pueden ser el origen de los mayores aprendizajes y talentos.
En la etapa más reciente de su carrera, Novoa ha sumado a su labor actoral el rol de coach, acompañando a otros intérpretes en el proceso de construcción de personajes y en la adaptación a los distintos lenguajes del teatro, el cine y la televisión.
La actriz relató que su experiencia en los tres ámbitos le permite ofrecer consejos específicos para cada uno, y que su trabajo como coach puede llegar a ser tan cercano como el que realizó con su propio padre durante la grabación de la serie El encargado. “A él sí lo acompañé en todo el horario de grabación, desde que empezaba hasta que terminaba su jornada”, contó, detallando cómo su función incluyó desde el cuidado afectivo hasta la gestión de los tiempos y la energía en el set, especialmente considerando la edad avanzada de su padre.

La relación de Novoa con el teatro trasciende la actuación. Durante su residencia en París, comenzó a guiar a visitantes franceses y argentinos en recorridos artísticos por Buenos Aires, recomendando obras y espacios culturales, una actividad que surgió de manera espontánea y que, según confesó, nunca llegó a formalizar como un emprendimiento.
“Me encanta Buenos Aires. Es una ciudad que me alucina y el teatro que hay en este país es un abanico de posibilidades”, expresó, destacando su preferencia por el teatro independiente y los espacios alternativos donde, a su juicio, se descubren talentos y propuestas innovadoras.
El impacto de la serie Poliladron fue un punto de inflexión en la carrera de Novoa. La actriz recordó que, aunque ya había participado en proyectos populares como Socorro quinto año, la serie dirigida por Adrián Suar representó una transformación en la televisión argentina y en su propio recorrido profesional.
“Poliladron fue importantísimo, humanamente, porque fue como una bisagra muy fuerte para mí y actoralmente”, señaló, y relató cómo la oportunidad surgió mientras residía en Francia, en un momento en que no imaginaba el éxito que alcanzaría el programa.
“Pensé que me venía por uno o dos meses. Nunca pensé que iba a ser Poliladron en lo que fue. Tuve mucha suerte en eso. Fue un boom. Y fueron tres años de un éxito increíble”, recordó.

La maternidad y la conciliación con la vida profesional han sido desafíos constantes para Novoa. Durante los primeros años de sus hijos, la actriz encontró en el teatro un espacio que le permitía compatibilizar la crianza con su vocación, llegando incluso a llevar a su hija a los camarines del Teatro Regio durante las funciones.
Más adelante, tras una separación y en una situación económica difícil, aceptó papeles que en otro momento habría descartado, como en la novela Dulce amor, experiencia que, según relató, le permitió aprender desde un lugar menos pretencioso y más abierto a nuevas perspectivas. “A veces, en los lugares más incómodos, o que uno no cree que va a ser aquel lugar que te va a enseñar, son los lugares que más te enseñan”, reflexionó.

La dislexia, que marcó su infancia y su paso por la escuela, se convirtió en un motor de empatía y creatividad. Novoa explicó que su método de estudio de los textos se basa en la elaboración de dibujos y reglas mnemotécnicas propias, una estrategia que le permite compensar las dificultades de lectura y comprensión.
“Cuando estudio, mi manera de estudiar es dibujando. Hago muchos dibujos, me gusta dibujar”, detalló, y añadió que la compensación de las falencias puede ser el origen de un talento especial.
“Quizás cuando descubra que su ritmo es la música, sea un gran músico, o quizás pinta como los dioses, pero en matemática es malísimo. La cosa es encontrar dónde fluye el agua”, afirmó, en referencia a la importancia de identificar y potenciar las fortalezas individuales.
La actriz también abordó el desafío de acompañar a sus hijos, ya adultos, en sus propios caminos artísticos. Su hija, escritora y actriz, ha seguido sus pasos en el teatro, mientras que su hijo menor se dedica a la música desde una perspectiva más íntima y experimental.
Novoa expresó tanto admiración como inquietud por el futuro de los jóvenes artistas en un contexto de cambios tecnológicos y laborales, reconociendo que el éxito en la profesión depende tanto del talento como de ese “minuto de suerte” en el que alguien reconoce el potencial de un nuevo intérprete.

A lo largo de la entrevista, Novoa insistió en la importancia de la resiliencia y la autenticidad en el arte y en la vida. “Hay que estar fuerte para bancarse y entender que eso pasa y que lo importante es que uno está haciendo lo que le gusta”, sostuvo, y remarcó que la felicidad profesional no siempre está ligada al reconocimiento o la remuneración inmediata, sino a la posibilidad de ejercer la vocación con pasión y honestidad.
Actualmente, la actriz forma parte de la obra Las que gritan en el teatro Metropolitan de Buenos Aires, y ha participado en la serie Yiya, la envenenadora, donde interpreta a Pochi, un personaje que, según describió, atraviesa una muerte impactante en la trama.
La experiencia de Laura Novoa ilustra cómo la adversidad puede convertirse en una fuente de creatividad y empatía, y cómo la búsqueda de sentido y autenticidad atraviesa tanto la vida personal como la profesional de una artista que ha sabido reinventarse y acompañar a nuevas generaciones en el escenario cultural argentino.
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