En la segunda edición de “De esto aprendí” Valeria Lynch protagonizó un diálogo íntimo centrado en su vida personal y profesional. Además, compartió reflexiones sobre la independencia, la madurez y la transformación personal.
Desde el inicio, Lynch subrayó la diferencia generacional en la experiencia de ser una mujer autónoma: “Una mujer independiente, en los ochenta no es lo mismo que una mujer independiente ahora. Estoy viviendo como algo nuevo, como una nueva etapa. A esta edad, y uno dice: ‘Ay, ya está, vamos’. No, siempre hay algo nuevo para aprender, siempre. Mi meta es vivir”, afirmó.
El cuidado personal y la herencia materna también ocuparon un lugar en la charla. Lynch evocó la figura de su madre: “Mi madre tenía una piel increíble, creo que mejor que la mía. Hasta grande, grande, grande, ella fue muy coqueta. Ella sí se arreglaba, le gustaba, y yo iba y le regalaba cremas. Mamá, mirá esta crema... ‘Ay, ¡qué linda!’ Y se ponía. Ni preguntaba para qué era, ¿viste? Se ponía. Y yo: ‘Cuidado, ma, ¡tanta no te pongas!’”, relató.
El cuidado personal y la disciplina artística
El eje de su disciplina, sin embargo, siempre fue la voz. “Yo canto desde siempre y siempre tuve grandes profesores. Gente que además de enseñarme buenas técnicas, lo que hizo también fue cuidarme, ser amorosos”, explicó.
La artista destacó la importancia de predicar con el ejemplo: “Los consejos que les doy a ellos son los mismos que debo tomar yo. Entonces, digo, si yo les estoy diciendo que se preparen, que vocalicen, que estudien, que se perfeccionen, que sigan avanzando en lo que quieren hacer, yo tengo que hacer lo mismo.”
La independencia, tanto personal como económica, fue un tema central. Lynch recordó sus primeros pasos: “Yo siempre fui independiente. Desde que empecé a crecer, empecé a valerme por mí misma, ayudé a mis padres. Empecé ayudando a mis padres. Yo creo que ese es como el quiebre, como la primera cosa que yo me di cuenta como que ya era independiente, ¿no? Que podía sustentarme, que podía trabajar, que podía ganar mi dinero, y nada, vivir, vivir sin depender de otro”, relató.

No obstante, reconoció las dificultades de esa autonomía en el contexto de su época: “El hombre de esa época no era igual al hombre de ahora”. La cantante describió los cambios culturales en la pareja: “Ahora es como que es compartido todo, todo. Y hay como una apertura de cabeza. Los hombres piensan de otra manera, nosotras también pensamos de otra manera. Culturalmente, siempre fuimos como dependientes del hombre en muchos aspectos, ¿no? Sobre todo en una pareja o en algo. El hombre tenía que pagar la cena. Una tontería, pero una realidad.”
La artista rememoró su propia experiencia con la independencia económica: “Por suerte siempre pude trabajar y valerme por mí misma y tener una independencia económica desde muy joven. Desde los 17 años empecé a sustentarme y a vivir de lo que hacía, de mi profesión, de lo que era mi vocación. Tuve suerte en ese aspecto, porque nunca dependí de nadie.”
Amor a la medida del respeto y la música
Al abordar la convivencia y el aprendizaje en pareja, Lynch compartió su proceso de apertura: “Nunca es tarde. Recién ahora me estoy dando cuenta que eso es posible. Y me estoy dando cuenta que compartir con alguien a veces es mucho más agradable, más ameno que sentirse superpoderoso, ¿no? Porque muchas veces no estás en ese lugar. Muchas veces... Yo soy muy vulnerable en muchos aspectos. Entonces, de repente darse cuenta y dejar, bueno, acá dejo, dejo que las cosas fluyan, que las cosas pasen y que sea lo que sea, pero poder compartir con el otro. Eso no me pasó muy seguido. Ahora me está pasando.”
La relación con Mariano Martínez fue otro de los ejes de la conversación. Lynch describió la dinámica de la pareja y la superación de prejuicios: “Por primera vez estoy compartiendo la vida con una persona que es un par, una persona que está al lado mío y que de repente camina codo a codo conmigo.”
Sobre la diferencia de edad, la cantante dijo: “Yo siempre le digo a Mariano: Vos sos más viejo que yo. Porque él tiene una forma de ser que tiene mucha templanza. Entonces, yo soy un remolino. Entonces, él me baja a tierra. Es como, mi canal para bajar. Yo digo: Guau, no puedo creer. Digo: ¿ves que vos sos más grande que yo?”
La música, según Lynch, fue el punto de encuentro y unión: “Primero nos unió la música, sin duda, ¿no? Que es un camino común de los dos y que nos encontró en un momento en que los dos estábamos sin rumbo, estábamos mal, teníamos pareja, pero no era lo que queríamos, no estábamos bien. Y después, cuando logramos deshacernos de las viejas cosas... de golpe nos encontramos con, bueno, algo nuevo, diferente”.

La cantante también abordó los temores y prejuicios iniciales: “Para mí era eso, era todo lo que yo había vivido, la diferencia de edad, grande y que él sintiera como que, bueno, yo envejecía y él no, por ejemplo. Y resulta que ahora...”
La decisión de vivir el presente fue clave: “Si nos elegimos mutuamente, dijo, acá estamos, vivámoslo y después vemos. Vivámoslo. Y tiene razón. Yo decía: Yo no me voy a prohibir vivir esto que me pasa, que es tan hermoso, por un prejuicio o por pensar qué es lo que va a pasar dentro de tantos años”.
El diálogo y la madurez emocional se revelaron como pilares de la pareja: “Yo creo que el diálogo es fundamental. Aun en un momento escabroso, en un mal momento, aun en esos momentos... porque hay de todo, no es que estamos siempre, ay, qué divino, todo bien. A veces nos ponemos mal por situaciones, pero si hablamos, todo se soluciona rápidamente.”
La convivencia profesional y personal con Mariano Martínez también fue parte de la conversación. Lynch describió la experiencia de trabajar juntos: durante la pandemia crearon un show llamado Íntimo, en el que ambos interpretan canciones del repertorio del otro y comparten anécdotas de su vida y carrera. “Todavía lo seguimos haciendo. Es un show privado para empresas y eventos donde contamos historias que antes fueron difíciles y que hoy se transforman en recuerdos. La gente se divierte, se identifica y se genera un intercambio muy especial con el público”, explicó.
Espacios compartidos, vida compartida
Valeria detalló la dinámica de sus hogares y estudios de grabación. “Mariano vive en Córdoba, yo tengo mi casa en Buenos Aires y juntos tenemos una casa en Piriápolis”. Sobre la convivencia, agregó que comenzó dándole un estante y hoy comparte medio placard. Además, instaló un estudio en su casa, mientras que en Piriápolis cuentan con otro espacio donde graban y disfrutan del proceso creativo.
El trabajo conjunto no está exento de discusiones, pero Lynch lo toma con humor. “Cuando grabamos, siempre terminamos discutiendo. No es todo el día, pero es inevitable. Entonces paramos, vamos a comer, cocinamos—somos vegetarianos—y seguimos. Me divierte preguntarle: ‘Marian, ¿por qué nos peleamos?’”, relató entre risas.

La cantante también reflexionó sobre la evolución de la convivencia y la pasión en la pareja. “Hay gente que dice: ‘Ay, no, ya no me quiere’. No es así. Con el tiempo surge una comunión más grande. Me fascina esta etapa porque es genuina, real. Ahí conocés al otro tal como es, sin fantasías, viendo cómo es en la vida cotidiana. No es fácil, pero cuando superás eso, descubrís otra forma de convivir, que es la que vale”, señaló.
Hijos, nietos y la alegría de seguir creando
La familia y la maternidad ocuparon un lugar especial en la charla. Lynch recordó cómo sus hijos la acompañaron en giras internacionales. “Mis hijos siempre me acompañaron. Se llevan seis años entre ellos, y cuando el mayor tenía siete años hice una gira de tres meses y medio por Estados Unidos y Latinoamérica. No podía dejarlos, así que se vinieron conmigo. Incluso mi hijo más chico cortó sus dientes en Puerto Rico. Fue mi mamá quien me ayudó también. Para mí, primero ellos”, relató.
Sobre su embarazo, recordó: “Me fui a Japón embarazada de cinco meses de Santiago y gané el festival Yamaha de la canción. Siempre prioricé a mi familia, siempre”. El deseo de formar una familia y la alegría de la abuelidad también marcaron su relato. “Siempre quise ser madre y ahora disfruto de ser abuela. Tengo dos nietos que se llevan apenas meses entre sí, y no puedo describir la felicidad de ver que todo eso dio sus frutos.”
Antes del cierre, habló de su presente profesional. “El año pasado hice cuatro grabaciones intensas y la gente me acompañó. Ahora estoy con la quinta, ya muy vendida. Pensaba en retirarme, pero todavía tengo pila para rato.”
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