(Desde Washington, Estados Unidos) Donald Trump hizo una apuesta política por el candidato Nasry “Tito” Asfura, que prometió el alineamiento diplomático de Honduras con Estados Unidos y la condena absoluta al dictador Nicolás Maduro, si vencía en los comicios presidenciales del domingo pasado.
Tres días antes de las elecciones, Trump posteó en su red Truth Social:
“La democracia está en tela de juicio en las próximas elecciones en el hermoso país de Honduras el 30 de noviembre. ¿Maduro y sus narcoterroristas tomarán el control de otro país como lo hicieron con Cuba, Nicaragua y Venezuela? Quien defiende la democracia y lucha contra Maduro es Tito Asfura, candidato presidencial del Partido Nacional“.
Asfura enfrentaba a la candidata oficialista Rixi Moncada, y la alternativa neo oficialista protagonizada por Salvador Nasralla, que fue vicepresidente de Xiomara Castro, actual mandataria de Honduras.

Castro impuso el estado de excepción en Honduras y desplegó todo el aparato estatal y militar para beneficiar a la candidata Moncada. Pero la exministra de Defensa Nacional salió tercera en la votación y ya no hubo incidentes en las calles.
Con todo, para reforzar la necesidad de mantener la calma política, desde Washington hubo una llamada clave al general Roosevelt Hernández, jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras.
Hernández había amenazado con apropiarse del control institucional de los comicios, y desde la administración Trump le exigieron que no rompa filas. El general hondureño hizo la veña militar y se cuadró.
En este contexto político, Estados Unidos puso foco en la composición del Consejo Nacional Electoral (CNE), que está integrado por Ana Paola Hall -presidenta pro tempore-, Cosette López-Osorio -vocal- y Marlon Ochoa - vocal-.
El Consejo Nacional Electoral no es un órgano judicial, ni es independiente del poder político: Hall representa al candidato Nasralla, López Osorio a Asfura y Ochoa a Moncada.
Y su funcionamiento interno es una trampa para la democracia.
Sólo se pueden anunciar los resultados, si sus tres miembros participan de ese acto clave del proceso electoral.
El primer comunicado del domingo se demoró una hora porque Ochoa no se quería sentar junto a Hall y López Osorio, cuando ya sabía que Moncada había quedado tercera.
La actitud de Ochoa no debe sorprender: en 2019 atacó la Embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa y se sacó una selfie para recordar ese hecho ilegal que aún está impune.

La deliberada ausencia de Ochoa en la lectura del primer comunicado de la CNE se resolvió con otra llamada en nombre de la administración republicana. Y a continuación, Ochoa aceptó las reglas de juego y participó en la lectura del último parte electoral que informó acerca de la paridad entre Asfura y Nasralla.
Mientras tanto, la Casa Blanca accedía a todos los detalles del proceso electoral. Trump preguntaba sobre las últimas noticias de Honduras, y la aceitada maquinaria del Ala Oeste aportaba la información necesaria para el Presidente de los Estados Unidos.
En la tarde de ayer, cuando Trump ya había tratado la situación de Venezuela en el Salón Oval, se encendieron todas las alarmas.
La Comisión Nacional Electoral había paralizado su funcionamiento con más del 50 por ciento de los votos emitidos sin escrutar.
El sistema institucional crujía: había paridad técnica entre Asfura y Nasralla y Honduras se encaminaba a una crisis política con final abierto.
-¿Qué pasa que se frenó el conteo?-, preguntaron desde la Casa Blanca.
La respuesta tuvo una sola palabra: Nasralla.
La presidenta de la CNE, Ana Paola Hall (Partido Liberal), se negaba a contar los votos de manera sistemática, y exigía que primero se abrieran las urnas que pudieran permitir a Nasralla "decir" que ya era presidente de Honduras.
La representante de Asfura en la CNE, Cosette López-Osorio, rechazó esa manipulación del conteo de los sufragios, y como no hubo acuerdo todo quedó paralizado.
La noche caía en DC, y a Trump le confirmaron que la votación en Honduras se había frenado por la operación política de Nasralla.
El presidente de Estados Unidos hizo una consulta rápida con sus asesores de confianza y lanzo un texto explosivo desde su cuenta oficial en Truth Social.
“Parece que Honduras intenta alterar los resultados de sus elecciones presidenciales. ¡Si lo hacen, se armará un escándalo! El pueblo hondureño votó masivamente el 30 de noviembre. La Comisión Nacional Electoral, el organismo oficial encargado del recuento de votos, suspendió abruptamente el conteo a la medianoche del 30 de noviembre. El recuento mostró una reñida contienda entre Tito Asfura y Salvador Nasralla, con Asfura con una estrecha ventaja de 500 votos. El recuento se detuvo cuando solo se contabilizó el 47% de los votos. Es imperativo que la Comisión termine de contar los votos. Cientos de miles de hondureños deben contar sus votos. ¡La democracia debe prevalecer!“, posteó Trump.

La publicación de Trump tiene un objetivo preciso: romper el status quo y advertir a la CNE que Estados Unidos monitorea las elecciones en Honduras.
La Casa Blanca quiere que hoy se anuncie al próximo presidente hondureño. Trump apostó por Asfura, que derrota a Nasralla por 500 votos cuando falta escrutar más de la mitad del padrón electoral.
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