El pavo salvaje, ¿un símbolo de resiliencia animal?: cómo pasó de menos de 30.000 a millones en Estados Unidos

Debido a una combinación de ciencia aplicada, traslados estratégicos y la colaboración de cazadores, esta ave mostró un crecimiento exponencial. Cuáles son las amenazas que aún enfrenta, según Scientific American

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El pavo salvaje supera los
El pavo salvaje supera los seis millones de ejemplares en Estados Unidos tras recuperarse de la extinción (REUTERS/Nathan Howard)

Durante la primera mitad del siglo XX, el pavo salvaje, especie originaria de Norteamérica y símbolo de Acción de Gracias en Estados Unidos, estuvo al borde de la extinción.

La deforestación, la expansión agrícola y la caza excesiva redujeron su número a unas 30.000 aves en la década de 1930. Hoy, más de seis millones de pavos salvajes habitan el país, marcando una de las historias de conservación más notables de la fauna estadounidense.

El proceso de recuperación —basado en la ciencia, la gestión ambiental y la cooperación de distintos sectores— fue analizado por Michael Chamberlain, profesor distinguido de la National Wild Turkey Federation en la Universidad de Georgia, durante una entrevista con Scientific American.

Estructura social, declive y estrategias de recuperación

La restauración del pavo salvaje
La restauración del pavo salvaje es un caso ejemplar de manejo ambiental y colaboración científica en Norteamérica (AP Foto/David Zalubowski)

“El sistema social de los pavos es realmente complejo; cuando observas un grupo, existe un orden estructurado de jerarquías de dominancia, lo que dicta el acceso a recursos y oportunidades de reproducción”, explicó Chamberlain a Scientific American.

El declive se profundizó conforme la colonización arrasaba los bosques del este del país. “Las poblaciones fueron diezmadas por la sobreexplotación y la tala intensiva de bosques. Se desplomaron hasta los años 50 y 60”, recordó Chamberlain.

En ese periodo, agencias estatales, organizaciones conservacionistas y científicos comenzaron a rescatar la especie mediante la captura y traslado de aves silvestres a regiones donde habían desaparecido. “Las poblaciones explotaron en las décadas siguientes gracias a estas estrategias”, relató Chamberlain.

Nuevos retos y contrastes poblacionales

El traslado de pavos salvajes
El traslado de pavos salvajes a regiones despobladas permitió la explosión demográfica de la especie en las décadas siguientes (REUTERS/Tom Brenner)

El éxito de la recuperación generó nuevos retos. Chamberlain advirtió: “Hoy observamos que muchas poblaciones, especialmente en el sureste y el medio oeste, disminuyeron en las últimas décadas. Las causas incluyen la pérdida y degradación de hábitats, la fragmentación, enfermedades y el aumento de depredadores como coyotes, linces, mapaches y aves rapaces, cuyas poblaciones crecieron tras décadas de persecución”.

Esto provoca escenarios dispares: hay zonas donde los pavos se multiplicaron hasta llegar a ser sobreabundantes, generando conflictos con humanos, mientras que en otras áreas rurales, las poblaciones volvieron a caer de forma acusada.

Adaptabilidad urbana y desafíos en la gestión

La capacidad de adaptación del pavo salvaje facilitó su expansión incluso a entornos urbanos. “Mientras cuenten con seguridad para dormir, alimentos y la posibilidad de evitar depredadores, pueden vivir en muchas situaciones. En ciudades o suburbios, la ausencia de depredadores naturales les permite prosperar”, aseguró Chamberlain. Esta adaptabilidad convirtió a los pavos en una presencia frecuente e incluso problemática en ciudades como Boston.

El pavo salvaje se adapta
El pavo salvaje se adapta a entornos urbanos, donde la ausencia de depredadores facilita su proliferación y genera conflictos (EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS/POOL)

El papel de los cazadores fue determinante en la financiación de la conservación. “Los cazadores constituyen un motor principal y sostuvieron los programas de recuperación desde los años 40. Los recursos provenientes de licencias y equipamiento financian tanto las agencias estatales como el manejo de la especie”, explicó Chamberlain.

El experto reconoció la paradoja de estudiar, admirar y cazar al pavo, y consideró que este doble enfoque fortalece el compromiso con la sostenibilidad.

En áreas urbanas, donde la caza está prohibida o carece de viabilidad, la gestión resulta compleja. “Los problemas que generan los pavos en ciudades se resolverían en gran parte si existiera caza. En mi región, en Georgia, no verás pavos atacando a personas o subidos a autos porque tienen un riesgo. En ciudades viven sin radares, ni comunicación por radio, así que desarrollan comportamientos conflictivos”, describió Chamberlain.

Más allá de la tradición de Acción de Gracias

Chamberlain instó a valorar al pavo salvaje durante todo el año y a interesarse por la ciencia que rodea a la especie. Al entender su naturaleza y su importancia ecológica, se puede desarrollar una apreciación más profunda tanto por el ave como por los ecosistemas que habita.