Por qué el Alzheimer afecta más a las mujeres y qué papel juega el estrógeno

Nuevos hallazgos exploran la influencia de los cambios hormonales en la vulnerabilidad femenina a la demencia

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Se han realizado nuevos estudios
Se han realizado nuevos estudios sobre el deterioro cognitivo y las hormonas femeninas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cerca de 7 millones de personas viven con Alzheimer en Estados Unidos, y aproximadamente dos tercios de los casos corresponden a mujeres, una proporción que ha intrigado a la comunidad médica durante décadas. Recientes investigaciones, citadas por NBC News, señalan al estrógeno y a los cambios hormonales asociados a la menopausia como factores clave en este mayor riesgo en mujeres, mientras que la reciente decisión de la FDA de flexibilizar la advertencia sobre la terapia hormonal sustitutiva ha reavivado el debate sobre su uso y potencial preventivo.

El Alzheimer constituye una de las principales amenazas para la salud de las mujeres de mediana edad y mayores. Según datos recogidos por NBC News, la incidencia de la enfermedad en mujeres es casi el doble que en hombres, una diferencia que se prevé mantendrá su tendencia al alza, con estimaciones que sitúan la cifra de personas afectadas en casi 13 millones para 2050 en Estados Unidos. Este patrón ha impulsado una nueva ola de investigaciones centradas en el papel de las hormonas femeninas, especialmente el estrógeno, durante la transición a la menopausia.

¿Qué es el estrógeno?

El estrógeno, la principal hormona sexual femenina, cumple funciones esenciales en el organismo, como la protección cardiovascular y el mantenimiento de la densidad ósea. Su relevancia para la salud cerebral ha cobrado especial interés. Rachel Buckley, profesora asociada de neurología en el Massachusetts General Hospital, explicó que “el estrógeno es una hormona realmente poderosa. Se encuentra en el hipocampo, una zona del cerebro estrechamente vinculada a la memoria y el aprendizaje”.

Aún no existen estudios concluyentes
Aún no existen estudios concluyentes sobre si la terapia hormonal puede disminuir el riesgo de Alzheimer. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Además, contribuye a mantener el flujo sanguíneo cerebral y a optimizar el uso de energía por parte del cerebro. Durante la menopausia, la disminución de estrógeno puede dejar al cerebro más expuesto a daños, lo que podría explicar el aumento de la vulnerabilidad femenina al Alzheimer. Lisa Mosconi, directora del Programa de Prevención de Alzheimer en Weill Cornell Medicine, lidera el proyecto CARE, una iniciativa global de USD 50 millones que analiza biomarcadores de cerca de 100 millones de mujeres para esclarecer por qué ellas presentan un mayor riesgo.

Mosconi subrayó que “la menopausia es un punto de inflexión para la patología del Alzheimer”. Su equipo ha identificado que la perimenopausia, etapa que suele comenzar en la década de los 40, podría ser una ventana crítica para intervenir con terapia hormonal sustitutiva (THS) y así reducir el riesgo de demencia en el futuro. La THS, disponible en parches, cremas y pastillas, puede incluir estrógeno, progesterona o ambos.

Los estudios aún no son concluyentes

Si bien la lógica sugiere que reponer estrógeno podría proteger el cerebro, la evidencia científica es compleja y aún no concluyente. Un análisis de Mosconi y su equipo, publicado en 2023, revisó más de 50 estudios y halló que las mujeres que iniciaron la terapia en la mediana edad o dentro de los 10 años posteriores a su última menstruación presentaron un riesgo menor de demencia. Por lo contrario, iniciar la terapia después de los 65 años se asoció con un aumento del riesgo.

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Las mujeres después de la menopausia tienen mayor riesgo de desarrollar Alzheimer en comparación con los varones. (Imagen ilustrativa Infobae)

Otro análisis presentado en la reunión anual de la American Neurological Association, realizado por científicos en India, encontró que el riesgo de Alzheimer era hasta un 32% menor en mujeres que comenzaron la THS dentro de los cinco años posteriores a la menopausia, en comparación con quienes no la recibieron o usaron placebo. Sin embargo, aquellas que iniciaron la terapia a los 65 años o más experimentaron un aumento del 38% en el riesgo. Estos resultados, aunque prometedores, provienen en su mayoría de estudios observacionales, lo que impide establecer una relación causal definitiva, como advirtió la ginecóloga Monica Christmas a NBC News.

El momento de inicio de la terapia hormonal parece ser determinante. Mosconi explicó que, durante la transición a la menopausia, el cerebro incrementa la densidad de receptores de estrógeno como mecanismo compensatorio ante la caída hormonal. Sin embargo, una vez que los niveles de estrógeno permanecen bajos de forma permanente, el cerebro deja de producir estos receptores, cerrando así la ventana de oportunidad para que la terapia sea efectiva. “Ese es el final de la ventana de oportunidad, porque una vez que los receptores de estrógeno desaparecen, no tiene sentido volver a introducir estrógeno en el sistema”, detalló Mosconi.

¿Por qué el riesgo es menor en hombres?

Persisten interrogantes sobre la duración óptima de la terapia, su eficacia en mujeres con predisposición genética al Alzheimer y las diferencias entre el estrógeno natural y el administrado. En el caso de los hombres, Buckley señaló que sus cerebros contienen menos receptores de estrógeno, lo que podría explicar su menor riesgo, aunque la posible utilidad de la terapia con testosterona para prevenir el Alzheimer en varones aún requiere más investigación.

Actualmente, los expertos coinciden en que no se recomienda la terapia hormonal sustitutiva exclusivamente para prevenir el Alzheimer. “No utilizamos la terapia hormonal para la prevención del Alzheimer en este momento”, afirmó Mosconi. Las guías clínicas solo avalan su uso para tratar síntomas moderados o graves de la menopausia, como sofocos, sudores nocturnos, alteraciones del sueño o cambios de humor, que pueden afectar la calidad de vida. Kellyann Niotis, neuróloga preventiva en Florida y miembro de Weill Cornell Medicine, añadió que aliviar estos síntomas podría mejorar la cognición, ya que un mejor descanso y estado de ánimo favorecen la claridad mental.