
El presidente Donald Trump afirmó que planea aplicar una tasa del 50% sobre el cobre como parte de un conjunto de aranceles sectoriales inminentes y también indicó que podría ofrecer a los fabricantes farmacéuticos al menos un año antes de aplicar un arancel del 200% sobre sus productos fabricados en el extranjero.
Trump dijo a la prensa durante una reunión de gabinete el martes que aún prepara aranceles sobre industrias selectas, incluidos los medicamentos, semiconductores y metales.
“Creo que el arancel sobre el cobre será del 50%”, respondió Trump cuando se le preguntó sobre la tasa que se aplicaría a esos productos. Los futuros del cobre en Nueva York llegaron a subir hasta 17% tras sus comentarios, el mayor avance intradía registrado desde al menos 1988.
El secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo en declaraciones a CNBC poco después de la reunión del gabinete que la investigación de su departamento sobre el cobre había concluido y que esperaba que el impuesto “probablemente se aplicara a finales de julio, quizá el 1 de agosto”.
Trump dijo que espera ofrecer a los fabricantes de medicamentos algo de tiempo para trasladar sus operaciones a EEUU antes de imponer aranceles de hasta el 200% a sus productos.

Un índice S&P 500 de fabricantes de medicamentos pasó a terreno negativo tras los comentarios de Trump, mientras que las acciones de Eli Lilly & Co., Merck & Co. y Pfizer Inc. recortaron las ganancias obtenidas anteriormente.
“Vamos a darles a las personas alrededor de un año, un año y medio, para que se adapten”, dijo. “Y después de eso, se les aplicarán aranceles si tienen que traer los productos farmacéuticos al país, los medicamentos y otras cosas”. “Se les aplicarán aranceles a una tasa muy, muy alta, como del 200%. Les daremos un cierto período de tiempo para que se organicen”.
Iniciativa arancelaria

Trump ya anunció investigaciones en virtud del artículo 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 sobre cada uno de esos productos, argumentando que la avalancha de importaciones extranjeras amenazaba la seguridad nacional. Una vez concluidas esas investigaciones, se espera que Trump siga adelante con los gravámenes.
Esa iniciativa es independiente de la otra medida de Trump de anunciar nuevas tasas arancelarias específicas para cada país, que no se aplicarían a los productos afectados por sus medidas en virtud del artículo 232.
Trump insistió anteriormente el martes en que esos aranceles específicos para cada país seguirían adelante a principios de agosto.
La tasa del cobre, aunque se venía anunciando desde hacía tiempo, amenaza con trastocar una industria que durante décadas ha subsistido gracias a una combinación de una producción nacional dinámica y unas importaciones constantes procedentes de algunos de los aliados comerciales más fuertes de EEUU. Además, llega después de que Trump, durante su primer mandato, centrara su guerra comercial de materias primas en el acero y el aluminio, lo que supuso un alivio para los productores, operadores y consumidores de cobre.
La directiva de Trump también llega en un momento en que EEUU y el resto del mundo esperan un aumento espectacular de la demanda de este metal industrial durante la próxima década, ya que los centros de datos, las empresas automovilísticas, las compañías eléctricas y otras industrias están buscando en todo el mundo las materias primas necesarias para aumentar la producción de vehículos eléctricos y la capacidad de la red eléctrica. La reconversión de los sistemas de energía y transporte para que funcionen con energías renovables requerirá mucho más cobre del que las empresas productoras se han comprometido a suministrar actualmente.
Amenazas a farmacéuticas
Trump ha estado hablando de los productos farmacéuticos desde que comenzó a implementar su agenda arancelaria, a pesar de las preocupaciones de la industria de que los aranceles podrían causar estragos en las cadenas de suministro, exacerbar la escasez de medicamentos y aumentar los costos para los estadounidenses.
Durante mucho tiempo ha criticado la producción extranjera de medicamentos como una amenaza para la seguridad nacional y ha planteado la posibilidad de imponer aranceles para alentar a los fabricantes de medicamentos a producir en el país. Las empresas respondieron con una serie de anuncios sobre inversiones multimillonarias en la fabricación en EEUU.
Se espera que cualquier arancel que se imponga tenga un efecto desmesurado en Irlanda, donde el superávit comercial de USD 54.000 millones (€47.600 millones) con EEUU contribuyó a desatar la ira de Trump.
El desequilibrio, impulsado en gran medida por los productos farmacéuticos, se debe al favorable régimen fiscal del país y a su mano de obra altamente cualificada. Las empresas farmacéuticas estadounidenses, entre ellas Lilly y Pfizer, operan casi dos docenas de fábricas en Irlanda que exportan a EEUU, según un análisis de TD Cowen.
(Bloomberg)
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