Civiles insisten en ayudar en operativos de búsqueda en Texas pese a oposición de las autoridades debido al peligro

Movilizados por el impacto emocional de la tragedia y guiados por un sentido de deber comunitario, decenas de residentes acudieron por cuenta propia a las zonas más afectadas, generando tensiones con los equipos profesionales desplegados en el área

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Voluntarios no acreditados han generado
Voluntarios no acreditados han generado respuestas encontradas entre las autoridades y la comunidad. (Photo by RONALDO SCHEMIDT / AFP)

A pesar de los llamados reiterados de las autoridades locales a mantenerse alejados de las zonas de desastre, docenas de voluntarios civiles han acudido a las áreas más afectadas por las inundaciones que devastaron el Texas Hill Country durante el fin de semana del 4 de julio. La tragedia, que ha cobrado la vida de más de un centenar de personas, ha generado un amplio despliegue de rescate, así como una movilización espontánea de ciudadanos determinados a colaborar, aún sin autorización.

Uno de ellos es Justin Rubio, quien despertó de madrugada por una alerta en su teléfono, el estruendo de los truenos, sirenas y el golpeteo de las hélices de los helicópteros. Se levantó sin dudarlo, convencido de que tenía que ser parte de uno de los operativos de rescate más grandes en la historia del estado. El lunes por la mañana, mientras las autoridades insistían en restringir el acceso a voluntarios no coordinados, Rubio se adentró entre ramas arrancadas y escombros a lo largo del cauce del río Guadalupe.

“Es triste. Te come el alma, te come el corazón”, dijo. “No puedo quedarme en casa pensando en lo que está pasando aquí afuera”.

El desbordamiento del río Guadalupe generó destrucción en minutos, arrasando con todo a su paso

La magnitud de la inundación fue repentina y brutal. En menos de una hora, el nivel del río Guadalupe se elevó el equivalente a un edificio de dos pisos. Un testigo describió lo que vio como una “muralla de muerte en completa oscuridad”. A lo largo de su cauce, el agua arrancó árboles, destrozó vehículos, desapareció edificaciones enteras y arrasó con un campamento de verano centenario que albergaba a decenas de niñas.

En respuesta al desastre, se desplegó una vasta operación de búsqueda y rescate que abarca más de 60 millas (96 km) del río. Según Dalton Rice, administrador de la ciudad de Kerrville, el área fue dividida en cuadrantes de más de una milla, y cada uno de ellos puede tardar entre una y tres horas en ser revisado. El operativo involucra a 19 agencias locales y estatales, y cuenta con el apoyo de drones, perros de búsqueda, embarcaciones y aeronaves.

Aun con este esfuerzo coordinado, las autoridades enfrentan un obstáculo adicional: la participación de voluntarios espontáneos, cuya presencia no solo puede entorpecer las labores de rescate, sino poner sus propias vidas en riesgo. “Necesitamos voluntarios enfocados y coordinados, no personas que simplemente aparecen y hacen lo que quieren”, advirtió el alcalde de Kerrville, Joe Herring Jr., en una conferencia de prensa. “Mantenemos la esperanza en cada pie, cada milla, cada curva del río”, añadió.

Equipos de rescate y residentes
Equipos de rescate y residentes enfrentan condiciones extremas en las labores posteriores al desastre. (The New York Times)

Civiles se trasladan a zonas menos controladas tras ser retirados de Kerrville

El domingo y lunes, las autoridades comenzaron a cerrar puntos de búsqueda a voluntarios no autorizados, remitiéndolos al Ejército de Salvación local para canalizar su ayuda hacia tareas logísticas. Sin embargo, muchos de ellos decidieron trasladarse a zonas menos vigiladas, como la comunidad no incorporada de Center Point, donde continuaron los esfuerzos por cuenta propia.

Entre los que se desplazaron estaba Cord Shiflet, quien había convocado a voluntarios mediante una publicación en Facebook. Shiflet también fue protagonista de una controversia el domingo, tras publicar erróneamente que dos niñas habían sido rescatadas de un árbol días después del desastre. El lunes, admitió que se trató de información incorrecta recibida de terceros y ofreció disculpas públicas.

La desinformación no pasó desapercibida. El congresista Chip Roy, quien representa la región afectada, reaccionó en la red social X: “No es justo para las familias y distrae a las fuerzas del orden”. Las autoridades han advertido que este tipo de errores puede perjudicar no solo el operativo en curso, sino también el estado emocional de quienes buscan a sus seres queridos desaparecidos.

Los voluntarios insisten en ayudar, guiados por la solidaridad y la urgencia moral

La participación civil, aunque no siempre bienvenida por los coordinadores oficiales, tiene raíces profundas en la cultura local. “Hacemos lo que podemos hacer. Así somos en Texas”, expresó Bryan Dutton, un veterano que se unió a las labores tras salir de su turno de trabajo. Dutton mencionó que varios amigos suyos fueron afectados en un campamento de casas rodantes.

Al igual que Rubio, él se negó a mantenerse al margen. Bajo el calor sofocante del lunes por la tarde en Center Point, docenas de residentes llegaron para apoyar en lo que fuera necesario, desde búsqueda hasta distribución de comida.

En contraste, las autoridades han reiterado la necesidad de mantener el orden. Rice fue enfático: “Les pedimos a los voluntarios que se mantengan fuera del camino, para que nuestros equipos no tengan que interrumpir su trabajo garantizando que los voluntarios no se conviertan en víctimas también”.

Organismos oficiales han establecido perímetros
Organismos oficiales han establecido perímetros de seguridad para proteger tanto a rescatistas como a pobladores. (AP Photo/Eli Hartman)

El operativo continúa mientras aumenta la tensión entre estructura y espontaneidad

Las autoridades mantienen su estrategia de búsqueda minuciosa, sin omitir ningún rincón del terreno afectado. El equilibrio entre la necesidad de control y el deseo ciudadano de colaborar plantea una tensión difícil de resolver en medio del caos.

Las agencias estatales y locales, al tiempo que agradecen las donaciones y otras formas de ayuda, insisten en que la búsqueda y rescate deben dejarse a los profesionales entrenados. Mientras tanto, los voluntarios, impulsados por el dolor colectivo y una idea de deber comunitario, siguen llegando. Algunos de ellos, como Rubio, no necesitan más motivación que la propia devastación ante sus ojos.