¿Era chatarra o parte de un OVNI? El ejército de Estados Unidos pidió a un laboratorio que lo investigara

Algunos auténticos creyentes de la vida extraterrestre exploraron los límites de la ciencia, desde espías psíquicos hasta la teletransportación y los materiales antigravitatorios

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Sean Kirkpatrick, director de la
Sean Kirkpatrick, director de la Oficina de Resolución de Anomalías en Todos los Dominios del Departamento de Defensa, habla en la sede de la NASA en Washington D. C. el 31 de mayo de 2023 (NASA)

¿Era chatarra o una nave alienígena? El Ejército de Estados Unidos recurrió a uno de sus laboratorios de defensa más avanzados para averiguarlo. En 2022, Sean Kirkpatrick, designado por el Departamento de Defensa para investigar la existencia de un posible programa secreto sobre tecnología extraterrestre, reunió a los principales ejecutivos tecnológicos de las seis mayores contratistas de defensa del país.

La pregunta que planteó fue directa y poco habitual: “¿Alguna de sus empresas ha tenido acceso a tecnología alienígena?”. Con un tono entre serio y jocoso, Kirkpatrick añadió: “Me facilitarían el trabajo si alguno confesara, me entregara el OVNI o me ayudara a encontrarlos”, según relata The Wall Street Journal.

Pero para Lockheed Martin, la respuesta no era sencilla. Su laboratorio Skunk Works, célebre por desarrollar algunos de los proyectos más secretos de Estados Unidos, acababa de analizar y tratar de replicar un fragmento metálico supuestamente recuperado de un OVNI estrellado cerca de Roswell, Nuevo México.

El Ejército estadounidense buscaba determinar si ese material podía emplearse en la construcción de vehículos capaces de desafiar las leyes convencionales de la gravedad. El experimento no prosperó, pero la historia detrás de ese metal, que durante tres décadas transitó desde el mito hasta los laboratorios de élite, resultó tan extraña como la propia ficción sobre OVNIs.

La investigación de Kirkpatrick, detallada por The Wall Street Journal a partir de entrevistas con dos docenas de funcionarios, científicos y contratistas, así como de miles de documentos, correos electrónicos y grabaciones, se adentró en episodios que alimentaron la creencia de que Washington ocultaba un programa secreto para revertir la ingeniería de naves extraterrestres.

En el proceso, Kirkpatrick se topó con una red creciente de creyentes en OVNIs dentro del Pentágono, muchos de ellos con trayectorias en los márgenes de la comunidad de inteligencia estadounidense, donde exploraron desde poderes psíquicos hasta la teletransportación y criaturas como hombres lobo. La supuesta evidencia que respaldaba las teorías de los denunciantes desaparecía justo cuando Kirkpatrick se acercaba a ella.

Art Bell, locutor y presentador
Art Bell, locutor y presentador de radio (AP)

Al concluir la investigación, el informe del Departamento de Defensa publicado el año pasado determinó que las acusaciones de encubrimiento carecían de fundamento. No obstante, los testigos de Kirkpatrick terminaron viéndolo como parte de la supuesta conspiración.

La portavoz del Pentágono, Sue Gough, afirmó en un comunicado: “La investigación no ha descubierto información verificable que respalde las afirmaciones de que existen o existieron programas sobre la posesión o ingeniería inversa de materiales extraterrestres” y añadió que las alegaciones sobre personas, lugares, pruebas tecnológicas y documentos “son inexactas”.

El origen de la pieza metálica que llegó a Skunk Works se remonta a 1996, cuando Art Bell, un popular locutor nocturno especializado en lo paranormal, recibió un paquete anónimo. Dentro había fragmentos de metal y una carta de un oyente que aseguraba que su abuelo los había recogido como parte de un equipo militar de recuperación tras el incidente de Roswell.

Desde 1947, Roswell se había convertido en un símbolo de la cultura OVNI. Aunque el Ejército anunció entonces la recuperación de los restos de un “disco volador”, más tarde aclaró que se trataba de un globo espía, pero muchos entusiastas nunca aceptaron esa versión.

Bell describió en su programa: “Son metálicos, están quemados, muy quemados por fuera, quizá por la reentrada o el choque. No tengo forma de saberlo”. Tras ese episodio, la historia de los fragmentos, conocidos como “Art’s parts”, se mantuvo en los márgenes hasta que, más de una década después, dos científicos vinculados al Pentágono impulsaron un programa de investigación sobre “metamateriales”, sustancias sintéticas con propiedades exóticas. Publicaron estudios que especulaban sobre la posibilidad de que estos materiales dotaran a aeronaves de capacidades como la invisibilidad.

En 2019, el grupo To The Stars, fundado por Tom DeLonge, exlíder de la banda Blink-182, adquirió los fragmentos por $35,000 a un investigador de OVNIs, con la intención de someterlos a pruebas. Para entonces, To The Stars había reunido a figuras influyentes, incluidos los científicos Hal Puthoff y Eric Davis, y al exfuncionario del Pentágono Luis Elizondo.

Tom DeLonge de la banda
Tom DeLonge de la banda estadounidense Blink-182 durante una presentación. Fotografía de archivo. EFE/Sebastião Moreira

Elizondo, tras dejar el Departamento de Defensa, afirmó públicamente haber dirigido un programa gubernamental sobre OVNIs. Puthoff asumió la vicepresidencia del grupo, mientras que Davis, asesor, declaró al diario The New York Times en 2020 que los análisis del material indicaban que “no era de este mundo” y añadió: “No podríamos fabricarlo nosotros mismos”.

To The Stars convenció al Ejército de que replicar ese material podría abrir la puerta a sistemas de armas futuristas. El Ejército firmó un acuerdo para probar el metal en busca de propiedades como antigravedad y camuflaje. Davis, astrofísico, se convirtió en una de las fuentes principales de los testimonios recogidos por Kirkpatrick. Durante más de 20 años, Davis investigó para el Ejército ideas consideradas inverosímiles, como la teletransportación, dispositivos antigravedad y viajes interestelares mediante agujeros de gusano.

Davis formó parte de un pequeño grupo de expertos en defensa que aseguraban conocer un programa ultrasecreto en Skunk Works para almacenar tecnología extraterrestre con potencial militar. Estas afirmaciones ganaron peso debido a la compartimentación extrema del aparato de seguridad nacional estadounidense, que dificulta incluso a los propios insiders conocer la verdad sobre los proyectos más reservados.

En su encuentro con Kirkpatrick, Davis afirmó tener conocimiento tanto de un programa alienígena estadounidense como de uno similar en Moscú. Según relató, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) le pidió en la década de 2000 investigar un OVNI estrellado en Rusia, donde supuestamente se intentaba revertir la ingeniería de un sistema láser extraído de la nave, capaz de amenazar activos espaciales estadounidenses. La CIA negó haberle encargado tal misión, pero el equipo de Kirkpatrick descubrió que la información de Davis sobre el programa láser ruso era real, aunque la parte alienígena parecía desinformación deliberada, similar a los mitos estadounidenses sobre el Área 51.

FOTO DE ARCHIVO: Una señal
FOTO DE ARCHIVO: Una señal de estacionamiento en el Little A'Le'Inn mientras se espera una afluencia de turistas atraídos por una llamada para "asaltar" el Área 51, una base militar secreta de Estados Unidos que según los entusiastas de los OVNIs guarda secretos del Gobierno sobre los extraterrestres, en Rachel, Nevada, Estados Unidos, 19 de septiembre de 2019 (Reuters)

Puthoff, con una larga trayectoria en programas exóticos, relató a Kirkpatrick otro episodio que alimentó la creencia en OVNIs. En 2004, asistió a un panel en Arlington, Virginia, supuestamente patrocinado por la Casa Blanca, para asesorar sobre la conveniencia de revelar la existencia de un programa de recuperación de naves estrelladas. El objetivo era evaluar el impacto de tal revelación en la economía, la religión y la industria aeroespacial.

Puthoff recordó: “Sumamos todos los factores y dijimos: ‘de ninguna manera, no podemos manejar la revelación’”. Kirkpatrick investigó si la Casa Blanca realmente había auspiciado el evento.

El director del think tank anfitrión, John Petersen, aseguró que un alto funcionario del Pentágono le informó que el presidente George W. Bush planeaba desclasificar los secretos sobre extraterrestres. Sin embargo, cuando Petersen consultó meses después, la respuesta fue: “No sé de qué hablas”. El jefe de gabinete de Bush negó conocer el panel o algún plan de divulgación. Tanto Kirkpatrick como Petersen concluyeron que probablemente habían sido engañados, aunque el motivo sigue sin aclararse.

Elizondo, el exfuncionario del Pentágono que se unió a To The Stars, también participó en programas poco convencionales. Veterano de combate y especialista en contrainteligencia, estuvo involucrado en un proyecto de $22 millones impulsado por el senador Harry Reid, que especulaba sobre tecnologías de origen alienígena.

El programa investigó avistamientos de orbes luminosos, visitantes interdimensionales y criaturas similares a lobos bípedos en un rancho remoto de Utah. En 2017, Elizondo renunció al Departamento de Defensa, advirtiendo en su carta de dimisión que “mentalidades inflexibles” podían llevar al Pentágono a ignorar “una amenaza existencial para nuestra seguridad nacional”.

Elizondo proporcionó a Kirkpatrick una de las pistas más intrigantes. Aseguró estar dispuesto a compartir información sobre un programa secreto que habría recolectado “biológicos” extraterrestres y afirmó poseer pruebas sólidas de sus hallazgos, aunque se negó a hacerlas públicas por motivos de seguridad nacional. Cuando Kirkpatrick preguntó dónde podía encontrar esa información, Elizondo respondió que todo estaba en una caja fuerte de su antigua oficina, y que un colega le había confirmado recientemente que el dispositivo seguía allí. Horas después, agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) y de la unidad de investigaciones de la Fuerza Aérea acordonaron la oficina y, tras abrir la caja fuerte, descubrieron que estaba vacía.

Vista aérea del Pentágono, el
Vista aérea del Pentágono, el pasado 11 de junio durante una exhibición (Reuters)

Kirkpatrick contactó al antiguo jefe de Elizondo en la oficina del subsecretario de defensa para inteligencia, quien negó conocer algún proyecto alienígena durante sus años de trabajo conjunto. En las semanas previas a su renuncia en octubre de 2017, Elizondo envió varios correos electrónicos que luego utilizó para respaldar su relato. En uno de ellos escribió: “No puedo exagerar la importancia que creo que tiene este portafolio respecto a nuestra seguridad nacional colectiva”, solicitando apoyo para el proyecto no identificado.

La investigación de Kirkpatrick, documentada por The Wall Street Journal, concluyó que las pruebas sobre la existencia de programas secretos de ingeniería inversa de tecnología extraterrestre no resisten el escrutinio. Las historias, los personajes y los fragmentos de metal que alimentaron la mitología OVNI en Estados Unidos siguen generando fascinación, pero, hasta ahora, la evidencia tangible permanece fuera de alcance.