
El presidente Donald Trump informó este sábado que bombarderos furtivos B-2 Spirit de la Fuerza Aérea de Estados Unidos ejecutaron un ataque aéreo contra tres instalaciones nucleares clave en Irán: Fordow, Natanz e Isfahán. El mandatario declaró que la operación fue “exitosa” y que todos los aviones habrían regresado a sus bases sin incidentes.
El B-2 Spirit, desarrollado por Northrop Grumman, es el único bombardero en el mundo capaz de transportar y lanzar la GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator, una bomba antibúnker de 13.600 kilogramos. Su capacidad furtiva (stealth), sustentada en un diseño aerodinámico especial y materiales que reducen la firma radar, permite que la aeronave penetre el espacio aéreo enemigo sin ser detectada.
Desde su incorporación en 1997, el B-2 ha operado en Kosovo, Afganistán, Irak, Libia y ahora en Irán. Solo existen 21 unidades en el mundo, lo que subraya su exclusividad dentro del arsenal estadounidense.
El poder de perforar la tierra
El blanco más sensible de esta ofensiva fue Fordow, una planta de enriquecimiento de uranio situada bajo una montaña y capas de concreto. Para estos objetivos, Israel ha apelado en reiteradas ocasiones a la administración estadounidense para el uso de la GBU-57/B Massive Ordnance Penetrator (MOP), la bomba convencional más poderosa del arsenal de EEUU.

Diseñada específicamente para destruir búnkeres profundamente enterrados, la GBU-57 no lleva carga nuclear. Contiene aproximadamente 2.400 kilogramos de explosivo convencional de alta potencia, encapsulados en una carcasa de acero de gran densidad. Su capacidad de penetración le permite atravesar hasta 60 metros de tierra o roca, o 18 metros de hormigón reforzado, antes de detonar. Su guía por GPS garantiza una precisión milimétrica.
Este tipo de munición fue concebida para destruir instalaciones estratégicas subterráneas sin recurrir a energía nuclear, lo que la distingue tanto en diseño como en efectos destructivos. Solo puede ser lanzada por bombarderos B-2 Spirit, dada su masa y dimensiones.
Una operación de alto riesgo
Trump anunció en redes sociales: “Hemos completado nuestro exitoso ataque contra las tres instalaciones nucleares en Irán, incluyendo Fordow, Natanz e Isfahán. Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní. Se lanzó una carga completa de bombas sobre el sitio principal, Fordow”. La Casa Blanca y el Pentágono no brindaron comentarios adicionales sobre el operativo ni precisaron el tipo exacto de munición empleada.

Aunque Israel ha llevado adelante múltiples ataques contra objetivos en territorio iraní durante las últimas semanas —orientados a neutralizar sistemas de defensa aérea y capacidad de misiles ofensivos—, la intervención directa de Estados Unidos representa una escalada significativa. La coordinación con fuerzas israelíes y el uso de bombarderos furtivos sugieren que el objetivo era alcanzar con eficacia máxima los sitios más protegidos del programa nuclear iraní.
Capacidad estratégica
El B-2 puede cargar hasta 18 toneladas de armamento y volar más de 11.000 kilómetros sin repostar, con la posibilidad de reabastecerse en vuelo. Su autonomía le permite ejecutar misiones intercontinentales y regresar sin necesidad de bases intermedias. Su capacidad para lanzar bombas antibúnker lo convierte en el único medio viable para atacar instalaciones como Fordow.
El B-2 es tripulado por dos pilotos, y su cabina, protegida contra interferencias electrónicas y condiciones climáticas extremas, incluye sistemas de navegación y puntería de alta tecnología. Cada unidad cuesta más de 2.000 millones de dólares y requiere mantenimiento especializado en hangares dedicados.

La acción estadounidense se produce en un momento de creciente presión internacional sobre Irán por su programa nuclear. A pesar de los riesgos que implica un ataque de esta magnitud —entre ellos, represalias de Teherán y una eventual expansión del conflicto—, la operación demuestra la apuesta de Washington por debilitar las capacidades atómicas iraníes con herramientas de precisión y superioridad tecnológica.
El uso del B-2 y la GBU-57 no es solo una elección militar, sino también política: un mensaje a Irán, y al mundo, de que Estados Unidos mantiene su capacidad de proyección letal y su compromiso con la disuasión estratégica. La pregunta que queda abierta es si esta demostración de fuerza provocará una contención del programa nuclear iraní o una escalada en la región más volátil del planeta.
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