
El hallazgo de que el campo magnético en la región justo más allá de la heliopausa es paralelo al campo magnético dentro de la heliosfera sorprendió a la comunidad científica y fue confirmado por ambos instrumentos de las sondas Voyager, según detalló IFL Science.
Este descubrimiento se suma a la lista de datos inéditos obtenidos por las sondas de la NASA, que en su travesía hacia el espacio interestelar han proporcionado información sin precedentes sobre los límites del Sistema Solar.
De acuerdo con la agencia espacial, las sondas Voyager 1 y Voyager 2 atravesaron lo que se ha denominado la “pared de fuego” en los confines del Sistema Solar, donde las temperaturas alcanzan entre 30.000 y 50.000 kelvin (54.000 a 90.000 grados Fahrenheit).
Este fenómeno se localiza en la heliopausa, la frontera donde el viento solar, una corriente constante de partículas cargadas emitidas por el Sol, se equilibra con el medio interestelar.
La heliopausa marca el límite de la heliosfera, una burbuja gigantesca que envuelve al Sol y a los planetas, y que se extiende hasta aproximadamente tres veces la distancia a Plutón.

La NASA explicó que el viento solar, al expandirse, finalmente se encuentra con el medio interestelar, lo que genera una zona de presión equilibrada.
En palabras de la agencia: “El límite entre el viento solar y el viento interestelar es la heliopausa, donde la presión de ambos vientos está en equilibrio. Este equilibrio hace que el viento solar se desvíe y fluya por la cola de la heliosfera”.
Además, la interacción de la heliosfera con el espacio interestelar produce una especie de “onda de choque de proa”, similar a la que genera un barco al avanzar por el océano. El 25 de agosto de 2012, Voyager 1 se convirtió en la primera nave en cruzar la heliopausa, seguida por Voyager 2 en 2018.
Antes de estos eventos, los científicos no tenían certeza sobre la ubicación exacta de este límite, pero el hecho de que ambas sondas lo atravesaran a diferentes distancias del Sol confirmó la hipótesis de que la heliopausa puede desplazarse en función de la actividad solar.
Según un comunicado de la NASA, “los científicos esperaban que el borde de la heliosfera, llamado heliopausa, pudiera moverse a medida que cambia la actividad solar, como un pulmón que se expande y contrae con la respiración”. Aunque la “pared” no constituye un borde sólido, las sondas detectaron temperaturas extremadamente elevadas en esa región, lo que ha llevado a que se la denomine también “pared de fuego”.

A pesar de la intensidad energética de las partículas presentes, la baja densidad de esta zona del espacio hace que la probabilidad de colisión sea mínima, por lo que las sondas no sufrieron daños térmicos significativos.
Por otro lado, las probabilidades de colisión en esta región tan poco densa son tan bajas que no se transfiere suficiente calor a las sondas. Las Voyager continúan transmitiendo datos desde más allá de la heliopausa, siendo las únicas naves que han logrado cruzar este límite en casi cinco décadas desde su lanzamiento en 1977.
Entre los hallazgos más notables se encuentra la confirmación, por parte del instrumento de campo magnético de Voyager 2, de que el campo magnético fuera de la heliopausa se alinea con el que existe dentro de la heliosfera.
Esta observación, que inicialmente se consideró una posible coincidencia tras la medición de Voyager 1, fue corroborada por la segunda sonda, lo que sugiere que esta alineación es una característica general de la región exterior.

La definición del borde del Sistema Solar ha sido motivo de debate, ya que puede considerarse el final de los planetas, la nube de Oort —donde la influencia gravitacional del Sol aún puede atraer objetos—, o el límite del campo magnético solar.
La heliopausa se ha consolidado como una de las fronteras más relevantes, ya que representa el punto donde la influencia del viento solar cede ante el medio interestelar. La travesía de las sondas Voyager ha permitido a los científicos observar fenómenos que antes solo podían teorizarse.
La medición de temperaturas de 30.000 a 50.000 kelvin en la “pared de fuego” y la alineación de los campos magnéticos son solo algunos de los datos que han transformado la comprensión de los límites del Sistema Solar y de la interacción entre el Sol y el espacio interestelar.
Estos resultados han abierto nuevas preguntas sobre la estructura y dinámica de la heliopausa y el entorno interestelar. A pesar de la antigüedad de las sondas, ambas continúan enviando información valiosa, lo que ha permitido a la NASA y a la comunidad científica internacional seguir explorando los misterios del espacio más allá de la influencia directa del Sol.
“Juntas han encontrado varias sorpresas en nuestra primera visión fuera del Sistema Solar”, destacó la agencia, resaltando la importancia de estos instrumentos para la investigación espacial.
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