
Lo que comenzó como una adhesión de Elon Musk al populismo de derecha se ha convertido en un capítulo decisivo —y potencialmente dañino— en su carrera empresarial.
Al respaldar el movimiento MAGA de Donald Trump y a partidos de extrema derecha en Europa, Musk alienó a una gran parte de su base de clientes original, debilitando la marca, las ventas y la cuota de mercado de Tesla a nivel global. Luego vino la ruptura de esta semana: una fractura personal y pública con Trump que desencadenó amenazas de represalias por parte de un hombre que controla el gobierno más poderoso del mundo.
Al quemar simultáneamente puentes con sus clientes y con el movimiento político que él mismo financió y amplificó durante meses, Musk se enfrenta a una convergencia de amenazas: pérdida de fidelidad a la marca, ingresos inestables y creciente riesgo legal y regulatorio.
Las ventas de Tesla ya están tambaleándose por el lastre político. SpaceX, durante mucho tiempo considerada un activo estratégico nacional, ahora está bajo nuevo escrutinio por los cambios en el clima político. Y los primeros indicios de éxito de X —el experimento de “libertad de expresión” de Musk, valorado en USD 44.000 millones— podrían diluirse pronto.
“Elon no está actuando en beneficio de sus accionistas”, dijo Ross Gerber, director ejecutivo de Gerber Kawasaki, accionista de Tesla que ha venido reduciendo su participación en los últimos años.

En declaraciones a Bloomberg Television el jueves, en plena crisis, Gerber aseguró que el comportamiento de Musk está conduciendo al “desmantelamiento del imperio Musk en tiempo real”.
Con enemigos en ambos flancos, Musk está en el centro de una tormenta alimentada por la revuelta de consumidores y la hostilidad política.
“Nadie de la derecha va a comprar un Tesla, nadie de la izquierda va a comprar un Tesla. Elon es un hombre sin patria”, dijo Steve Bannon, asesor externo de Trump y crítico habitual de Musk, en una entrevista.
Bannon aseguró que mantiene “conversaciones continuas al más alto nivel” con la administración Trump para presionar por la revocación de la autorización de seguridad de Musk y aplicar la Ley de Producción de Defensa para confiscar SpaceX y Starlink, calificándolos de vitales para la seguridad nacional de EEUU.
Incluso si Trump no toma medidas extremas, no le faltan instrumentos de presión. Podría recurrir a agencias como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés), la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras y la Administración Federal de Aviación para dañar —o al menos entorpecer— los negocios de Musk.
En solo un día, la disputa le costó a Musk USD 34.000 millones de su patrimonio neto personal, la segunda mayor pérdida en la historia del Índice Bloomberg de los 500 multimillonarios más ricos. Tesla perdió USD 153.000 millones de valor de mercado el jueves, aunque las acciones se recuperaron parcialmente el viernes, cuando Musk empezó a moderar su tono.

Musk ya ha atravesado tiempos muy difíciles. A lo largo de los años, muchos han predicho su caída, pero el hombre más rico del mundo y sus seguidores han demostrado lo contrario, invirtiendo sumas crecientes en sus ambiciones.
El caso más emblemático es Tesla, que pasó de estar al borde de la quiebra a convertirse en el mayor fabricante mundial de vehículos eléctricos. La compra de X por USD 44.000 millones fue duramente criticada, pero su suerte cambió tras la victoria de Trump.
“Musk tiene la costumbre de tambalearse al borde de la destrucción y recuperarse justo a tiempo”, dijo Nancy Tengler, directora ejecutiva de Laffer Tengler Investments, que ha aumentado su participación en Tesla y mantiene una “posición completa”.
“Tiene que moderar su retórica y centrarse en el negocio”, afirmó, subrayando que los inversores apuestan por el crecimiento de Tesla, no por “su teatralidad”.
Para lograr una recuperación, Musk deberá impulsar la venta de vehículos eléctricos y revertir la caída de las ventas en EEUU, Europa y otros mercados.
También necesitará atraer usuarios a su nuevo servicio de robotaxis en Austin, a medida que Tesla apuesta fuerte por la inteligencia artificial, la robótica y la conducción autónoma.
Musk ha presionado a legisladores para facilitar la aprobación de vehículos sin conductor, algo que Trump apoyó inicialmente. Ahora, el conflicto podría complicar el entorno regulatorio y ralentizar el despliegue de la red de robotaxis.
“El desacuerdo no ayudará a la demanda de Tesla, pero podría alienar (temporalmente) a múltiples facetas del espectro político”, señaló Adam Jonas, analista de Morgan Stanley, en una nota titulada Well That Escalated Quickly...
Jonas mantiene su objetivo de largo plazo de USD 410 por acción para Tesla, aunque prevé más volatilidad y advierte que las acciones podrían seguir cayendo.
Otras pruebas clave en las próximas semanas incluyen una posible emisión de deuda de USD 5.000 millones de xAI, así como rondas de financiación para xAI y SpaceX.
Musk recientemente recaudó USD 650 millones para Neuralink, con participación de Sequoia Capital, ARK Investment y Founders Fund.
Desde el punto de vista legal y regulatorio, Musk tiene mucho más que perder si Trump decide cumplir sus amenazas de cancelar contratos.

SpaceX, una de las startups más valiosas del mundo, valorada en USD 350.000 millones, ha recibido más de USD 22.000 millones en contratos no clasificados del Departamento de Defensa y la NASA desde 2000. La empresa es responsable de satélites clave para el Pentágono y del desarrollo de la nave que llevará astronautas a la Luna en dos años.
La amenaza de Musk de desmantelar su nave espacial Dragon, que transporta carga y personal a la Estación Espacial Internacional, conmocionó al sector. Musk se retractó, pero la advertencia fue tomada en serio.
“Es insostenible que un director ejecutivo de un contratista de defensa amenace con suspender servicios contratados por el gobierno”, dijo Lori Garver, ex subdirectora de la NASA durante el gobierno de Barack Obama.
Garver indicó que aunque la NASA necesita a SpaceX, el modelo de negocio de esta última también depende del Gobierno.
“Elon ya se echó atrás con Dragon porque necesitan esos contratos. Es una relación simbiótica”, añadió.
En lo cotidiano, agencias podrían perjudicar a Musk retrasando lanzamientos, servicios satelitales o la expansión de robotaxis. Las investigaciones a Tesla o a sus empresas podrían incluir a la SEC, la FTC, e incluso abarcar temas como redes sociales, uso de datos o IA.
Por ahora, Musk y Trump parecen al menos dispuestos a hacer una pausa en el conflicto público.

Funcionarios de la Casa Blanca dijeron que Trump se enfocará en la economía e inflación, y sugirieron sin pruebas que Musk estaría presionando por una llamada presidencial.
Respecto a los contratos de Musk, Trump aún no ha actuado. Pero, por ahora, está considerando deshacerse de su Tesla.
(Bloomberg)
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