Nueva York quiere limitar el número de vacas en las granjas: qué hay detrás de la propuesta

Un proyecto de ley focalizado en regular operaciones ganaderas intensivas genera divisiones entre legisladores urbanos y rurales

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La propuesta busca frenar el
La propuesta busca frenar el impacto ambiental de las grandes granjas lecheras. (REUTERS/Stephane Mahe)

Un proyecto de ley en el estado de Nueva York busca limitar la expansión de grandes operaciones ganaderas mediante la reducción de permisos para instalaciones conocidas como Concentrated Animal Feeding Operations (CAFOs, por sus siglas en inglés), que operan a nivel industrial. Propuesto por la asambleísta Linda Rosenthal, representante de Manhattan, y el senador Jabari Brisport, de Brooklyn, el proyecto generó un intenso debate entre los defensores de la medida y representantes de las comunidades rurales del estado.

Según WWNY, el objetivo declarado de la legislación es mitigar los impactos ambientales y fomentar un mercado más accesible para las pequeñas explotaciones agrícolas. Sin embargo, críticos arguyen que podría perjudicar a granjas locales ya establecidas.

El umbral actual para que una granja sea clasificada como un gran CAFO en Nueva York se establece en 700 vacas maduras, según el Departamento de Conservación Ambiental (DEC). Las operaciones ganaderas que superan esta cifra necesitan obtener un permiso especial debido a los riesgos ambientales asociados, incluyendo emisiones de metano y contaminación de aguas por desechos animales.

Newsweek destaca que en Nueva York hay aproximadamente 500 CAFOs registrados, la mayoría dedicados a la producción lechera, siendo esta industria la más importante del sector agrícola del estado y ubicada como la quinta mayor productora de leche en Estados Unidos.

Para el coordinador agrícola del condado de Jefferson, Jay Matteson, el proyecto de ley no solo es innecesario, sino que podría tener consecuencias devastadoras para ciertas granjas familiares del norte del estado, las cuales, aunque podrían considerarse pequeñas en el contexto nacional, exceden el límite de 700 cabezas de ganado.

“A pesar de que pueden parecer grandes según los estándares del condado de Jefferson, en el panorama general son negocios pequeños y fundamentales para nuestras comunidades”, afirmó Matteson a WWNY. Este argumento plantea interrogantes sobre uno de los pilares del proyecto de ley, que, según sus promotores, busca apoyar precisamente a este tipo de operadores más pequeños.

Rosenthal y Brisport introdujeron el proyecto de ley en marzo de 2023, y su texto estipula que no se aprobarán nuevos permisos ni expansiones de CAFOs existentes que los clasificarían como grandes operaciones de alimentación animal o aumentarían la capacidad de confinamiento de estas instalaciones.

Según indica Newsweek, el proyecto no impactaría directamente a los CAFOs operativos bajo permisos existentes, pero genera incertidumbre entre los trabajadores agrícolas sobre el tratamiento de permisos renovables o aquellos vencidos. Además, mientras la ley no requeriría cerrar instalaciones actuales, plantea limitaciones para el crecimiento o futuras iniciativas empresariales dentro del sector.

Productores rurales temen que la
Productores rurales temen que la medida afecte a explotaciones familiares. (REUTERS/Stephane Mahe)

Nace un debate ambiental

El impacto ambiental de las granjas industriales es central en el debate. Las operaciones ganaderas a gran escala, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), son responsables de cerca del 32 % de las emisiones de metano generadas por actividades humanas. Este gas, que según el organismo es capaz de atrapar un 80 % más de calor que el dióxido de carbono en un lapso de 20 años, es un factor clave en el calentamiento global.

Además, las aguas cercanas a estas operaciones pueden ser contaminadas por estiércol, un problema señalado frecuentemente por los críticos de los CAFOs. Rosenthal, en un comunicado, defendió el proyecto alegando que protegería el medio ambiente, al tiempo que fortalecería a los pequeños agricultores, aunque estas afirmaciones han sido puestas en duda por detractores.

Matteson, sin embargo, sostiene que los legisladores que impulsan la medida no entienden el funcionamiento de las granjas. “No han hecho su investigación. Nunca han estado en granjas lecheras. ¿Cómo se atreven a tratar de regular algo sobre lo que no saben nada?”, expresó enfáticamente a WWNY. Además, extendió una invitación a Rosenthal, Brisport y otros legisladores para visitar el condado de Jefferson, recorriendo las operaciones de los agricultores locales. “Si realmente quieren aprender lo que están haciendo, los invito. Les enseñaré todo sobre las granjas lecheras y los beneficios que aportan a nuestras comunidades”, agregó.

El proyecto de ley también ha desatado interrogantes sobre el equilibrio entre las necesidades ambientales y económicas del estado. La industria láctea neoyorquina, que lidera la producción nacional de yogur y queso cottage, constituye un pilar económico importante, especialmente en las comunidades rurales. Las restricciones a la expansión podrían impactar negativamente en la capacidad competitiva de los productores locales frente a estados con regulaciones menos estrictas.