
Avery Russell, una niña de 11 años, enfrenta un largo camino de recuperación física y emocional tras sobrevivir a un ataque devastador por parte de dos perros de raza pitbull en Reynoldsburg, Ohio.
Según informó USA Today, el incidente dejó a la menor con heridas graves en el rostro y el cuerpo, alterando por completo su vida y la de su madre, Drew Russell, quien ahora exige justicia y cambios en la legislación sobre la tenencia de animales peligrosos.
El ataque ocurrió hace tres meses, cuando Avery fue atacada por los perros Apollo y Layla, propiedad de una vecina. Las lesiones fueron tan severas que la niña perdió casi por completo ambas orejas, sufrió desgarros en la nariz, un corte profundo sobre el ojo izquierdo y perforaciones en la frente y el hombro.
Drew, quien recibió la noticia a través de una llamada telefónica, llegó al Nationwide Children’s Hospital en Columbus, Ohio, para encontrar a su hija rodeada de médicos y enfermeras en la sala de traumatología. “Nada me habría preparado para lo que vi”, declaró Drew al medio.
Antes de que los cirujanos iniciaran una operación de nueve horas para reconstruir el rostro de Avery, Drew les suplicó: “Solo salva a mi hija. Solo sálvala y devuélveme a mi bebé”. Desde entonces, la familia ha enfrentado un proceso arduo de recuperación, marcado por múltiples cirugías y terapias.
El día que marcó de por vida a Avery

De acuerdo con el medio, el ataque ocurrió cuando Avery visitaba la casa de una amiga, Kiera, bajo el cuidado de la madre de esta última, Jessica Henry. Sin que la madre de Avery, Drew, lo supiera, en la vivienda había cuatro pitbulls, dos adultos y dos cachorros, que ya habían mostrado comportamientos agresivos en el pasado.
Según el informe policial citado por el medio, los perros habían mordido previamente a dos de los hijos de Henry, pero este historial no fue reportado a las autoridades.
El día del ataque, Avery y Kiera entraron a la casa para usar el baño. Fue entonces cuando los perros las acorralaron, ladrando y gruñendo. Henry intentó proteger a Avery, pero uno de los pitbulls la mordió en el antebrazo. En su intento por escapar, Avery corrió hacia el patio trasero, donde los perros la persiguieron y la atacaron brutalmente.
Según detalló USA Today, un vecino, Kevin Messenger, observó la escena desde su ventana y describió cómo los perros arrastraban a la niña como si fuera “una muñeca de trapo”. Otro testigo, Zachary Ruff, quien trabajaba cerca con una hidrolavadora, utilizó el equipo para rociar agua a los perros y detener el ataque.
La intervención de un oficial de policía, Scott Manny, fue crucial para salvar la vida de Avery. Según el informe policial, Manny disparó contra uno de los perros que se abalanzó sobre él, logrando alejarlo de la niña. Posteriormente, el agente cargó a Avery en brazos hasta donde esperaban los paramédicos. El bombero-paramédico Mick Pfaff, quien atendió a la menor, afirmó que en sus 17 años de carrera nunca había presenciado lesiones tan graves en un niño.
Un proceso judicial lento y una madre indignada

Drew Russell ha expresado su frustración por el lento avance del caso judicial contra la dueña de los perros, Stephanie Ayers, quien incluso ha solicitado al tribunal que le devuelvan uno de los animales involucrados en el ataque. “Mi hija casi muere, y nuestra vida ha dado un vuelco. Nada parece igual que hace seis meses”, afirmó Drew, quien también lamenta que uno de los perros siga vivo.
La madre de Avery ha tenido que dejar su trabajo y cerrar su salón de uñas para dedicarse por completo al cuidado de su hija.
La rutina diaria de la familia ahora gira en torno a un calendario lleno de citas médicas, que incluyen terapia física, ocupacional, logopedia, traumatología y tratamiento de cicatrices. Aunque Avery ha pasado por cuatro cirugías reconstructivas, aún necesita nuevas orejas y una nariz, ya que hasta ahora los procedimientos han sido únicamente funcionales y no cosméticos.
El impacto emocional en la pequeña

El trauma psicológico que dejó el ataque es tan profundo como las heridas físicas. Avery sufre de trastorno de estrés postraumático (TEPT), miedo intenso a los perros y frecuentes flashbacks del ataque. Drew ni siquiera puede mencionar la palabra “perro” frente a su hija sin desencadenar una reacción de pánico.
Uno de los momentos más difíciles ocurrió cuando Avery se vio en el espejo por primera vez tras el ataque. Según relató Drew a USA Today, la niña no se reconoció y desde entonces ha expresado su angustia con preguntas como: “¿Por qué me pasó esto? ¿Qué hice para merecerlo?”. Drew, impotente ante el dolor de su hija, confesó: “No tengo buenas respuestas. Me siento tan impotente en esta situación porque no puedo hacer nada para mejorarla”.
Un camino de recuperación lleno de desafíos y pequeños triunfos

En el Nationwide Children’s Hospital, Avery trabaja arduamente en su recuperación. Durante una sesión de terapia ocupacional, la niña practica ejercicios para fortalecer sus manos y muñecas, habilidades esenciales para tareas cotidianas como abrir una botella o recogerse el cabello. Aunque los ejercicios son agotadores, Avery muestra determinación y recibe palabras de aliento de su madre: “Estoy orgullosa de ti, Boo”.
El baloncesto, una de las pasiones de Avery, también se ha convertido en una herramienta para su rehabilitación. En la nueva área de fisioterapia del hospital, la niña practica tiros libres y bandejas, mostrando una sonrisa cuando logra encestar. Hace apenas dos meses, Avery no tenía la fuerza suficiente para lanzar el balón cerca del aro, pero ahora ha logrado superar sus propios récords.
En las sesiones de logopedia, Avery trabaja para recuperar la fluidez y el volumen de su voz, afectados tanto por el trauma como por el daño físico. Aunque siempre ha sido de voz baja debido a su condición de autismo, el ataque la hizo retroceder en sus avances. Drew anima a su hija a expresarse: “Tienes cosas importantes que decir”.
Una demanda por justicia y reformas legales

El caso de Avery ha llevado a su madre a buscar justicia y abogar por cambios en las leyes estatales relacionadas con la tenencia de perros. Drew contrató al abogado Bill Patmon para investigar el caso, presentar cargos civiles y presionar por reformas legales en Ohio.
Según el medio, las propuestas incluyen permitir cargos por delitos graves contra dueños de perros peligrosos, aumentar las penas cuando las víctimas son niños, exigir seguros obligatorios para la tenencia de perros y ordenar la eutanasia de los animales tras un ataque mortal.
Actualmente, las leyes caninas de Ohio consideran las infracciones como delitos menores, con multas que comienzan en 25 dólares y sin obligatoriedad de sacrificar a un perro hasta que haya causado una segunda muerte. Drew calificó estas disposiciones como insuficientes y afirmó que es necesario actuar para evitar que otros niños sufran tragedias similares.
“Si no luchamos ni intentamos lograr algún cambio, ¿para qué sirve todo esto? ¿Para qué tanto sufrimiento?”, declaró Drew al medio.
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