
A este cronista no le resulta fácil escribir estas líneas sobre el cierre de la Convención Demócrata. El problema no es que le faltan las palabras o los conceptos, sino que, por el contrario, le sobran. Así como también las sensaciones y la intensidad de estas.
Uno podría focalizar en el contenido del discurso de Kamala Harris, que enlazó hábilmente biografía y propuestas de políticas públicas. O en la manera firme y encendida en la que habló. O en los discursos que la antecedieron, algunos de ellos por cierto memorables. O en la brillante forma en que la organización del evento combinó política con entretenimiento. O en el comportamiento del público presente, que sabía que estaba siendo testigo de una noche única y la vivió de manera acorde.
Pero para este cronista la clave de lo que aconteció en el United Center Arena este 22 de agosto de 2024 se sintetiza en cuatro palabras: Kamala Harris hizo historia.
Kamala Harris hizo historia al aceptar la nominación a presidenta de los Estados Unidos como la primera mujer afroamericana en hacerlo. Fue un acto de tal magnitud política, cultural y social que no puede no tener efectos significativos más allá del resultado de esta contienda electoral.

Y Kamala Harris hizo historia porque convocó a los presentes y a la audiencia que siguió el evento por medios y redes a convertirse en sujetos históricos y participar en un proyecto transformador de la sociedad norteamericana. En otras palabras, Kamala Harris no le pidió al electorado su voto sino invitó a que la acompañen, interpelando a la ciudadanía de la misma manera en que lo hacía su madre: si estás disconforme, haz algo para cambiar el estado de las cosas.
Esa retórica de gesta épica se combinaba con un clima mezcla de algarabía y anticipación en el United Center Arena desde horas antes de su discurso. El estadio estaba repleto, al punto tal que este cronista tardó casi media hora en conseguir un asiento en los sectores asignados para la prensa (mientras que en las tres jornadas anteriores nunca tuvo que esperar).
El público cantaba, bailaba, se tomaba selfies y posteaba en las redes. Se sabía privilegiado por estar ahí y lo disfrutaba. Incluso este cronista no pudo por momentos sustraerse de participar en el intenso sentimiento colectivo y hacer una pausa en recolectar información y tomar notas.
La mezcla de entretenimiento y política fue clave para potenciar y gestionar este clima de algarabía y anticipación. La interpretación del himno por parte de las Dixie Chicks, la presencia de Pink cantando “What About Us”, el juego de selfies acerca de cómo pronunciar el nombre Kamala liderado por Kerry Washington, y la arenga de Eva Longoria fueron los momentos destacados en ese arte tan estadounidense de hacer de la política un espectáculo.

Los discursos que antecedieron al de Kamala Harris abordaron distintos temas que luego estuvieron presentes en su intervención tales como seguridad, libertad, defensa y medioambiente, entre otros. Y algunos de los oradores fueron particularmente efectivos, como Gabrielle Giffords, Gretchen Whitmer, Adam Kinzinger, Leon Panetta y Roy Cooper.
Fue justamente Cooper quien introdujo a Harris. La aparición de la vicepresidenta en ejercicio en el escenario fue electrizante: el público se puso de pie y coreó su nombre hasta que ella hizo gestos pidiendo silencio para poder empezar a hablar.
Cuando finalmente logró hacerlo empezó con un relato biográfico, presentado con calidez pero sin sentimentalismo, lo cual fue eficaz para contarle a la sociedad por qué eligió determinada trayectoria profesional y política, y cómo esto enmarcaría su desempeño en la Casa Blanca en caso de ganar las elecciones.
Al promediar el discurso, Harris hizo a un lado el foco en su biografía para centrarse en compartir algunas de sus propuestas de políticas públicas. Esto es particularmente notable ya que hasta este momento no había habido mucho contenido de este tipo en la campaña. Entre las distintas ideas que Harris presentó, la noción de una “economía de la oportunidad” (“opportunity economy” en inglés) resulta especialmente prometedora.
Kamala Harris cerró su discurso haciendo hincapié en el “privilegio y el orgullo de ser estadounidense”, y luego miles de globos rojos, blancos y azules cayeron del techo del United Center Arena.

Con este tono patriótico el Partido Demócrata cerró su Convención y encara el último tramo de la contienda electoral con sus bases repletas de entusiasmo. Pero más allá de si este entusiasmo se trasladará en un resultado positivo el 5 de noviembre, a este cronista no le caben dudas que ayer por la noche, Kamala Harris hizo historia.
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