
Un reciente estudio liderado por Matthew Killingsworth, investigador principal de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, ha presentado nuevos hallazgos sobre el vínculo entre la riqueza y la felicidad. El estudio concluye que cuanto más dinero se tiene, mayor puede ser el nivel de felicidad, desafiando investigaciones anteriores que sugerían un límite en esta relación. Según se informó, la investigación de Killingsworth contradice el análisis muy citado de 2010, que afirmaba que la felicidad de las personas alcanzaba su punto máximo con unos ingresos anuales de aproximadamente USD 75.000.
La nueva investigación indica que no existe un límite claro en la relación entre riqueza y felicidad. Killingsworth y su equipo se apoyaron en datos de personas con ingresos de seis cifras y descubrieron que la satisfacción vital sigue aumentando a medida que los ingresos crecen. El estudio analizó a individuos con activos de entre USD 3 y USD 7,9 millones. Aquellos con estas cantidades reportaron niveles de felicidad significativamente más altos en comparación con los que ganan menos.
La metodología del estudio involucró encuestas donde los participantes calificaron su satisfacción vital en una escala del 1 al 7. Aquellos con ingresos de aproximadamente USD 30.000 dieron una calificación media de alrededor de 4, mientras que los que ganaban USD 500.000 calificaron su satisfacción con un puntaje superior a 5. Los multimillonarios, en cambio, asignaron a su satisfacción vital un promedio cercano a 6, demostrando un aumento continuo de la felicidad con mayores niveles de ingresos y riqueza.

El estudio sugiere que tener más dinero puede proporcionar a las personas un mayor control sobre sus vidas, según Killingsworth. Este control podría manifestarse en la capacidad de realizar inversiones en la educación universitaria de los hijos o en la adquisición de viviendas de mejor calidad en zonas con mejores servicios. Altos niveles de ingresos también pueden estar asociados con altos niveles de estrés económico. Según una encuesta realizada en abril por el Banco de la Reserva Federal de Filadelfia, un tercio de las personas que ganan más de USD 150.000 dicen que les preocupa llegar a fin de mes.
Otro aspecto relevante de la investigación es el impacto relativo de la riqueza frente a los ingresos en la felicidad. Aunque los ingresos elevados pueden ayudar a alcanzar ciertas metas, como financiar la educación o mejorar la calidad de vida, Killingsworth sugiere que la riqueza puede proporcionar una sensación de seguridad y bienestar a largo plazo. La relación entre riqueza e ingresos y cómo se combinan para influir en la felicidad sigue siendo una pregunta abierta, según el estudio.
Killingsworth menciona que está trabajando en análisis adicionales para examinar si la felicidad podría eventualmente estancarse en algún nivel de riqueza o ingresos. La cuestión de si existe un umbral más allá del cual la felicidad no aumenta es relevante para un pequeño grupo de personas extremadamente ricas en Estados Unidos. Este tipo de análisis podría ofrecer nuevas perspectivas sobre la economía y el bienestar social.

La investigación evidencia que la mayoría de los estadounidenses perciben salarios asociados con una menor satisfacción vital. Con el ingreso anual medio en Estados Unidos situado en unos USD 75.000, muchos están lejos de alcanzar los niveles de ingresos que se asocian con mayores grados de felicidad. Para ingresar en el 1% de los que más ganan en Estados Unidos, es necesario obtener un ingreso anual de aproximadamente USD 788.000. La conclusión importante del estudio no es si los multimillonarios son más felices que los multimillonarios, sino las implicaciones que esto tiene para la mayoría de la población.
Killingsworth subraya que el dinero es solo uno de los múltiples factores que influyen en la felicidad. Las conexiones con amigos y familiares, por ejemplo, pueden ser más significativas. Según el Pew Research Center, los estadounidenses encuentran mayor significado en sus relaciones personales que en el bienestar material. En otras palabras, es posible ser rico y sentir miseria o ser pobre y experimentar felicidad. La diversidad de factores que influyen en la felicidad indica que la riqueza solo mejora la felicidad bajo ciertas condiciones.
“El dinero parece generar más felicidad para aquellos que tienen menos”, comenta Killingsworth. Esto sugiere que las políticas orientadas a mejorar la situación financiera de las personas con bajos ingresos podrían ofrecer altos retornos en términos de bienestar social. Las tendencias económicas en Estados Unidos muestran que los más pobres han ganado menos que los más ricos en las últimas décadas, lo que podría estar afectando negativamente el bienestar general de la población, concluye el estudio presentado.
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