
Quien visita las islas Canarias suele dejarse llevar por el magnetismo de sus playas de arena fina, los cielos despejados y los paisajes volcánicos que parecen sacados de otro planeta. Es habitual pensar en sol, mar y una naturaleza desbordante, olvidando que este archipiélago alberga también un riquísimo patrimonio histórico. Poco se habla de la huella que dejaron conquistadores, corsarios y reyes, ni de los castillos y fortalezas que salpican sus costas como silenciosos testigos de otras épocas. Descubrir estas construcciones es una forma distinta de viajar por Canarias y entender cómo la defensa, el arte y la historia han modelado la identidad del territorio.
Lejos de los tópicos, acercarse a estos castillos es encontrar una perspectiva nueva sobre las islas. Estas torres vigilantes fueron clave para proteger poblaciones, resistir ataques piratas y, con los siglos, han acabado transformadas en museos, espacios culturales o simples ruinas de belleza innegable. Cada una cuenta su propia versión de la historia canaria, salpicada de leyendas, historias de asaltos y momentos de esplendor. Un recorrido por los castillos más emblemáticos permite, así, asomarse a capítulos fascinantes de la memoria isleña y enriquecer la experiencia viajera más allá del sol y la playa.
Castillo de San Gabriel, en Lanzarote
Al nordeste de Lanzarote, en un islote frente a la costa de Arrecife, aguarda el Castillo de San Gabriel. Esta fortaleza del siglo XVI no solo protegía la ciudad de ataques, sino que hoy, unida a tierra firme por el pintoresco puente de Las Bolas, ofrece una de las postales más reconocibles del litoral lanzaroteño. Desde 1972, su interior alberga el Museo Histórico de Arrecife, donde el visitante puede descubrir el pasado arqueológico, histórico y etnográfico de la isla. Declarado Bien de Interés Cultural en 1979, recorrer sus salas es como viajar por los orígenes y transformaciones de Lanzarote.
Castillo de Santa Bárbara, en Lanzarote

Cerca del volcán Guanapay, en las inmediaciones de Teguise (Lanzarote), el Castillo de Santa Bárbara y San Hermenegildo custodia uno de los museos más curiosos de Canarias: el Museo de la Piratería. El edificio, reconocido como Bien de Interés Cultural, despliega salas dedicadas a corsarios, conquistadores y a la inestable vida en el Atlántico entre asaltos y defensas. Se puede visitar de lunes a sábado entre las 9 y 16 horas en invierno, y en verano, de 10 a 16 horas todos los días. En su interior, el visitante revive el pasado turbulento de la isla y entiende por qué las fortificaciones fueron vitales.
Castillo de San José, en Lanzarote
Lanzarote repite protagonismo con el Castillo de San José, levantado entre 1776 y 1779 en Arrecife para defender la isla de las incursiones piratas. Hoy, el fortín ha dejado atrás su pasado militar para abrirse a la creatividad: en su interior se ubica el Museo Internacional de Arte Contemporáneo, abierto cada día de 10 a 20 horas. Aquellos más gourmet pueden rematar la visita en el célebre restaurante QuéMUAC, situado dentro de la fortaleza y con espectaculares vistas al mar y a la ciudad. Así, historia, arte y gastronomía conviven bajo las gruesas paredes del castillo.
Castillo de la Luz, en Gran Canaria

En Las Palmas de Gran Canaria, justo al lado del Puerto de La Luz, se encuentra la que muchos consideran la fortaleza canaria más antigua: el Castillo de La Luz. Su origen se remonta a finales del siglo XV y se le conoce también como la Fortaleza de Las Isletas. Fue declarado Monumento Histórico Artístico en 1941, subrayando su importancia para la historia local. Desde 2015, el castillo se reinventa como sede de la Fundación Martín Chirino de Arte y Pensamiento, donde se exhibe la obra del escultor canario Martín Chirino. Los visitantes pueden pasear por el recinto de martes a sábado, de 10 a 19 horas, y domingos y festivos por la mañana; los miércoles por la tarde, el acceso es gratuito, lo que permite explorar su peculiar combinación de arte y piedra sin coste.
Torreón de San Pedro Mártir, en Las Palmas
Una de las estampas más evocadoras de Las Palmas la ofrece el Torreón de San Pedro Mártir, también conocido como Castillo de San Cristóbal, en el barrio marinero que lleva el mismo nombre. Catalogado como Monumento Histórico Artístico en 1949, su silueta redonda parece flotar cuando sube la marea y el agua rodea por completo la construcción. Es un enclave de gran belleza, perfecto para entender cómo el mar y la defensa marcaron el destino de la ciudad, y para tomar fotografías dignas de postal.
Castillo de San Juan, en Tenerife
En Santa Cruz de Tenerife se alza el llamado Castillo de San Juan, más popularmente conocido como el Castillo Negro. Levantado entre 1641 y 1643, se sitúa junto a la Caleta de los Negros y al Parque Marítimo César Manrique. Antigua pieza clave en la defensa tinerfeña, hoy permanece como un poderoso símbolo arquitectónico rodeado de modernidad. Su posición estratégica y el contraste de sus muros con el océano aportan un matiz especial a esta zona de la ciudad, donde la historia y el presente conviven en pocos metros.
Castillo de San Cristóbal, la memoria de Santa Cruz de Tenerife
En la bahía de Santa Cruz de Tenerife, el Castillo de San Cristóbal —otra joya de la isla— resulta imprescindible para quienes desean conocer la historia militar de Canarias. Aunque hoy solo se conserva parte de la estructura original, las murallas y el Centro de Interpretación de las Ruinas permiten acercarse a episodios fundamentales, como el de la defensa frente a ataques exteriores. En este espacio también destaca el legendario Cañón Tigre. El centro se puede visitar de lunes a sábado entre las 10 y las 18 horas.
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