
Organizar la maleta antes de un vuelo se ha convertido, para millones de viajeros, en mucho más que un simple paso previo a las vacaciones. Las normas del equipaje, las tarifas cambiantes y las restricciones de cada aerolínea han transformado este proceso en un auténtico ejercicio de previsión y estrategia. Tanto quienes viajan esporádicamente como los pasajeros frecuentes se ven obligados a informarse a fondo para evitar gastos sorpresa, retrasos en el embarque o discusiones en los mostradores del aeropuerto. Hoy, más que nunca, el éxito de cualquier aventura aérea comienza mucho antes de despegar: en la planificación meticulosa del equipaje.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) ha propuesto estándares para fomentar la homogeneidad en las dimensiones del equipaje de cabina. Sus recomendaciones sitúan el límite ideal en 55 x 35 x 20 centímetros, incluyendo todos los elementos sobresalientes como ruedas, asas y bolsillos. Sin embargo, la realidad dista mucho de ser tan simple. Cada compañía aérea establece sus propias reglas, permitiendo en algunas ocasiones bultos de mayor volumen y, en otras, aplicando restricciones aún más severas. Por todo ello, consultar las condiciones detalladas del billete y de la aerolínea resulta imprescindible: una maleta admitida en una compañía puede ser rechazada o cobrar suplemento en otra.
La confusión aumenta cuando las aerolíneas varían sus políticas, incluso entre rutas o tipos de tarifa. Lo que está contemplado de forma gratuita en una tarifa de billete puede convertirse en un coste extra si se viaja bajo condiciones económicas más estrictas o si el trayecto abarca destinos intercontinentales. Así, la lectura minuciosa de las reservas se convierte en la mejor aliada para evitar sorpresas desagradables.
Tarifas y franquicias: adaptarse a cada compañía

Las diferencias no acaban en el tamaño del equipaje. Las tarifas y franquicias para facturación añaden múltiples matices a la planificación del viaje. Las aerolíneas, en su afán por segmentar el mercado, proponen varias clases de billete: desde la económica básica—donde, a menudo, el equipaje facturado queda fuera del precio inicial—hasta opciones más flexibles que incluyen una o varias piezas. En el caso de la aerolínea SWISS, la tarifa Light de SWISS Economy, solo se permite equipaje de mano, pero, por un coste adicional, es posible añadir desde una hasta dos maletas facturadas por trayecto.
La clave radica en reservar con antelación. SWISS, por ejemplo, permite agregar equipaje extra en el mismo momento de la compra, posteriormente a través de la web, o hasta dos horas antes del vuelo mediante perfil personal o centro de atención al cliente. Elegir la vía más cómoda—y económica—dependerá en gran medida del momento de la reserva.
Equipaje facturado: franquicia y tarifas en SWISS
El coste del equipaje facturado varía sensiblemente según el origen, el destino y el canal utilizado para gestionar la reserva. Para SWISS, adquirir la primera maleta de hasta 23 kilos y 158 centímetros en Europa cuesta desde 15 euros si se hace online, mientras que hacerlo durante la facturación puede encarecer el trámite hasta los 60 euros. En destinos intercontinentales como Estados Unidos o Canadá, ese mismo bulto alcanza los 75 euros en la mayoría de los canales, tanto digitales como presenciales, pero puede ascender a 85 euros en el aeropuerto.
El recargo por equipaje adicional, piezas voluminosas o exceso de peso es notablemente superior. Dentro de Suiza, un bulto extra cuesta 55 euros en la web, pero si la pieza supera los 23 kilos o las dimensiones reglamentarias, la tarifa puede alcanzar los 150 euros o más. Para rutas europeas, los precios oscilan entre 65 y 130 euros, dependiendo de si el equipaje es demasiado pesado o grande. Estas diferencias invitan a planificar la carga y comprar la franquicia cuanto antes para evitar sorpresas y gastos superfluos en mostrador.
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