El bonito pueblo de Canarias atravesado por una cascada llena de escudos que es el mejor para visitar en otoño

La localidad se caracteriza por su herencia ligada al agua y por tener uno de los cascos históricos más pintorescos de Gran Canaria

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Firgas, en Gran Canaria (Adobe
Firgas, en Gran Canaria (Adobe Stock).

En el corazón de la isla de Gran Canaria, entre sus increíbles montañas y con paisajes de ensueño, un pequeño pueblo deslumbra al viajero gracias a todos sus encantos. El rumor del agua es uno de sus principales protagonistas, pues su precioso casco histórico está atravesado por una cascada que le otorga una imagen de postal. A esto hay que sumar un rico patrimonio histórico y monumental que lo convierten en uno de los destinos preferidos para el otoño en las islas.

Es por ello que Firgas se alza como uno de los lugares más especiales de Gran Canaria. Situado apenas a 30 kilómetros de Las Palmas de Gran Canaria, la localidad brilla gracias a su cascada urbana y su arquitectura típica canaria, donde se pueden contemplar casas encaladas, balcones de madera y calles empedradas que conducen a lo largo de su casco histórico. A esto hay que sumar un espectacular entorno natural en el que el visitante puede disfrutar de increíbles paisajes preciosas rutas de senderismo.

Un paseo por Firgas

El corazón de Firgas late con fuerza al pie de su emblemática cascada, un rincón tan fotogénico como representativo de la villa. Erigida en piedra y decorada con coloridos azulejos, la cascada serpentea más de 30 metros ladera abajo, entre flores y faroles que dotan al conjunto de un aire casi mágico. A cada lado, bancos y mosaicos exhiben los 21 escudos de los municipios de Gran Canaria, invitando al visitante a un recorrido visual por la geografía y la heráldica insular.

Firgas, en Gran Canaria (Adobe
Firgas, en Gran Canaria (Adobe Stock).

Pero Firgas va mucho más allá de su pintoresca cascada, pues las antiguas calles Real del Centro han evolucionado a vías peatonales que sorprenden por su ingeniosa integración de la tradición patrimonial. El Paseo de Gran Canaria aprovecha la pendiente natural del terreno, con la majestuosa cascada como arteria principal, y culmina en una fuente-monumento que rememora la riqueza hídrica que dio prosperidad a Firgas. Es aquí donde los bancos de piedra muestran escudos heráldicos y mosaicos dedicados a los diferentes municipios de la isla. Junto a este, el Paseo de Canarias plasma en el suelo la silueta de las siete islas, con paisajes representativos y emblemas que homenajean la conexión entre todas ellas.

Igualmente, dominando un extremo del municipio se alza la Casa de la Cultura, posiblemente el edificio más emblemático de Firgas. Su origen se remonta a 1870 como hostal para los visitantes que acudían a los famosos baños de Azuaje. A lo largo de los años, el edificio ha sido sede del ayuntamiento, escuela pública y, en la actualidad, acoge la Biblioteca Municipal, una sala de exposiciones y el salón de actos.

Aunque si hay un espacio que destaca en la villa es la Plaza de San Roque, verdadero epicentro histórico de la villa. En ella el visitante se topa con el legado de los antiguos canarios y con la fundación de la Firgas hispánica sobre la antigua Afurgad. Desde esta plaza pueden admirarse vistas privilegiadas del norte insular y, en días despejados, divisar incluso las islas de Tenerife y Fuerteventura. La actual iglesia, abierta en 1845 y situada sobre los vestigios de la primera ermita de 1502, mantiene parte de la fachada original, evocando el origen religioso y comunitario del municipio.

Un importante patrimonio hidráulico

Firgas, en Gran Canaria (Adobe
Firgas, en Gran Canaria (Adobe Stock).

Al indudable en la villa es que uno de sus mayores tesoros es su herencia vinculada al agua. La Recuperación de la Antigua Acequia Real, reinaugurada en 2009 con lavaderos de piedra y esculturas homenaje a las lavanderas, recupera parte de la memoria colectiva de la villa. Este canal atraviesa el municipio y continúa hasta Arucas y a su paso se pueden encontrar antiguos molinos, cantoneras, lavaderos y galerías.

Especial mención merece el Molino de Agua de Firgas, conocido también como Molino del Conde. Construido en 1512 a orillas de la acequia de la Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, empleaba la fuerza del agua para moler el grano y abastecer durante siglos a la comunidad. Tras más de cuatrocientos años en funcionamiento, clausuró en 1959 a raíz de una prolongada sequía. Hoy, restaurado, es uno de los puntos de interés clave para quienes desean conocer la tecnología y la vida rural de otra época.

Barrancos y miradores

El entorno natural de Firgas ofrece un verdadero mosaico natural donde historia y paisaje se funden en armonía. La villa se asienta en lo que un día fue la imponente Selva de Doramas, hoy recordada en sus barrancos frondosos, montañas y reservas naturales. Destaca la Reserva Natural Especial de Azuaje, con su barranco profundo y uno de los últimos reductos de laurisilva de la isla, que alberga especies endémicas y cauce de agua permanente. Caminando por el municipio, los visitantes descubren los barrancos de Las Madres y Guadalupe, escenarios de antiguos molinos, cañaverales y charcos tranquilos donde reina el murmullo del agua.

El pueblo escondido de Canarias que se ubica a los pies de una impresionante playa de arena volcánica.

La tradición agrícola tiene en las berreras un símbolo de la identidad local, terrazas donde brotan los berros que dan sabor al popular potaje local. Asimismo, miradores como el de Las Madres o el de Las Pellas regalan panorámicas que abarcan desde la confluencia de barrancos hasta la costa y el mar, evocando la antigua selva e invitando a la contemplación. Recorrer los alrededores de Firgas es sumergirse en un paisaje verde, dinámico y lleno de vida, perfecto para el senderismo y la reflexión en plena naturaleza canaria.