La casa modernista construida en un pueblo de 40 habitantes que está inspirada en Gaudí: serpientes por las paredes y formas imposibles

El edificio ha colocado en el mapa a este pequeño pueblo de Guadalajara gracias a su peculiar arquitectura

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El Capricho de Rillano, en
El Capricho de Rillano, en Rillo de Gallo, Guadalajara (Adobe Stock).

La huella de Antonio Gaudí ha marcado la arquitectura española e internacional con el sello del modernismo más creativo y rupturista. Sus formas orgánicas, mosaicos imposibles y tejados ondulantes han inspirado a generaciones de creadores y curiosos que peregrinan a Barcelona en busca de su legado, pero pocos saben que la esencia de aquella genialidad también ha echado raíces en los rincones más inesperados de España. En la provincia de Guadalajara, tierra de pueblos tranquilos y rincones con historia, surge una tendencia creciente: la de reinventar lo tradicional con una pizca de atrevimiento y mucho ingenio personal.

De este modo, la localidad de Rillo de Gallo, que podría pasar desapercibida por tamaño y tranquilidad —apenas cuarenta habitantes—, se ha hecho un hueco en el mapa de la Alcarria y la comarca de Molina de Aragón gracias al empuje de la creatividad local. Aquí, donde la arquitectura suele seguir líneas sobrias y materiales austeros, una casa disonante atrapa todas las miradas y dinamiza el pueblo con un flujo constante de visitantes. Se trata del conocido como El Capricho de Rillano, una construcción que lleva la influencia y lo mejor de Gaudí a tierras castellanas.

El Capricho Rillano: creatividad, mosaicos y serpientes en la Alcarria

El protagonista de esta historia es Juan Antonio, constructor de profesión y artista por vocación. Frente al anonimato de la obra, escogió dejar un legado original: una vivienda distinta, elaborada sin planos ni arquitectos, únicamente con materiales reciclados de sus obras y una imaginación sin cortapisas. Así nació lo que todos en la zona conocen como El Capricho Rillano, apodado así en evidente homenaje a la célebre construcción de Comillas y como símbolo de su inspiración “gaudiana”.

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El Capricho de Rillano, en Rillo de Gallo, Guadalajara (Wikimedia).

Al acercarse a la casa, la primera impresión es la de un cuento modernista plantado en medio del mundo rural. La fachada se inunda de mosaicos, tejados coloridos, puertas inclinadas, esquinas irregulares y detalles inesperados: una serpiente escalando la pared; ranas posadas en cornisas; ojos y girasoles que observan al visitante desde cada rincón; hasta esfinges que parecen custodiar la entrada. No hay dos miradas iguales sobre el Capricho y cualquiera que lo contemple descubre nuevos detalles en cada visita.

Tanto es así que El Capricho Rillano ha transformado el perfil de Rillo de Gallo. Las cámaras de televisión han acudido a este pequeño municipio gracias a la vivienda de Juan Antonio: la Vuelta Ciclista a España de 2021 dedicó minutos a su peculiar fachada y desde entonces la casa ha asomado en reportajes nacionales desde TVE hasta CMMedia, logrando que el nombre del pueblo circule mucho más allá de las fronteras de Guadalajara. La reinvención local y el riesgo creativo han servido, además, para revalorizar el imaginario rural y demostrar que la originalidad puede florecer en cualquier geografía.

Rillo de Gallo, arte rupestre y memoria viva

Pero no todo en Rillo de Gallo puede resumirse en un solo hito arquitectónico. La localidad, asentada en la vega del río Saúco, esconde otros tesoros de valor incalculable. Entre ellos destacan las pinturas rupestres del Abrigo del Llano —conocidas como Rillo I y Rillo II—, un conjunto declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO dentro del Arte Rupestre del Arco Mediterráneo. Estos vestigios del postpaleolítico desafían el paso del tiempo y conectan al visitante con el origen mismo de la creación artística humana.

El tesoro escondido de Gaudí: una iglesia a menos de media hora de Barcelona que es Patrimonio de la Humanidad.

El paseo por el núcleo urbano desvela, además, rincones llenos de historia y encanto. Es imposible pasar de largo ante la casa de los marqueses de Embid, que muestra orgullosa un escudo barroco en su fachada, o la fuente de la plaza principal, presidida por el busto de bronce de D. Calixto Rodríguez, referente local. Incluso el Callejón del Arco invita a soñar con antiguas gestas: según la tradición, por allí habría pasado el mismísimo Cid camino a Valencia, añadiendo una pincelada legendaria a la identidad del pueblo.

Cómo llegar

Desde Guadalajara el viaje es de alrededor de 1 hora y 35 minutos por las vías A-2 y N-211. Por su parte, desde Teruel el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 15 minutos por las carreteras A-23 y N-211.