
El aroma a mar, los bosques que trepan los últimos contrafuertes de los Pirineos y colinas salpicadas por fortalezas centenarias configuran el paisaje inconfundible de Girona y la Costa Brava.
En este rincón estratégico, donde el Mediterráneo altera su calma junto a abruptos acantilados y la historia ha marcado cada cima con la huella de reyes, vizcondes y artistas, el viajero puede embarcarse en una ruta única por los castillos más emblemáticos de la provincia.
Cada fortaleza invita a explorar pasadizos, revivir leyendas de frontera e imaginar conquistas y alianzas donde, durante siglos, Francia y la península Ibérica se miraron cara a cara. Este es un viaje hacia la arquitectura defensiva medieval, el arte y los paisajes que han forjado la identidad de Girona.
Castillo de Requesens: frontera y leyenda
En lo alto de una colina con vistas hacia Francia y Cataluña, el castillo de Requesens destaca por su antigüedad y su arquitectura sólida. La primera cita escrita data del año 859, cuando ya era un punto clave para controlar el paso fronterizo del condado de Empúries. Este castillo atrajo la mirada de personajes como Salvador Dalí, quien intentó adquirirlo para regalárselo a Gala. Hoy puede visitarse y desatar la imaginación ante su silueta imponente entre bosques y senderos remotos.
Castillo de Sant Ferran: la gran fortaleza abaluartada

En Figueres, el castillo de Sant Ferran se levanta como el mayor exponente europeo de fortificación abaluartada. Construido en el siglo XVIII, abarca una extensión que lo sitúa como la mayor fortaleza de este tipo en el continente. Desde sus murallas, las vistas alcanzan la Albera y la bahía de Roses, testigos históricos de la función de vigilancia en la frontera franco-hispana. Entre sus baluartes y fosos, el visitante comprende el auge militar del lugar, donde los límites entre países fueron siempre frágiles y defendidos a gran escala.
Castillo de Montsoriu: la joya de la Selva
En lo alto de una colina que domina el corazón del Parque Natural del Montseny, el Castillo de Montsoriu despliega su presencia imponente. Este bastión medieval, con referencias documentadas ya en el año 1002, fue el refugio principal de los Vizcondes de Cabrera durante casi cuatro siglos. Desde sus 632 metros de altitud pueden contemplarse las sierras vecinas y sentir la inexpugnabilidad que le permitió resistir asedios en la época feudal. Las visitas guiadas permiten sumergirse en su interior y descubrir una historia labrada entre piedra, bosque y panorámicas profundas, ideales para entender el papel estratégico de la zona.
Ciudadela de Roses: vestigios desde la antigüedad

Rodeando Roses, la Ciudadela ofrece un viaje arqueológico a través de los diferentes estratos de la historia local. Esta fortificación renacentista del siglo XVI acoge en su interior restos de una colonia griega fundada en el siglo IV a. C., vestigios de una villa romana, un monasterio medieval y estructuras militares que llegan hasta los siglos XIX y XX. Los recorridos guiados desde la oficina de turismo permiten descubrir, piedra a piedra, la evolución de la ciudad y la importancia de su ubicación costera y defensiva.
Castillo de Sant Esteve de Mar: vigía sobre el acantilado
Sobre los acantilados que vigilan el mar en Palamós, las ruinas del castillo de Sant Esteve de Mar se convierten en destino perfecto para quienes desean combinar historia y naturaleza. Su primera mención escrita se remonta al año 1063, y actualmente forma parte del famoso camino de ronda entre las playas de La Fosca y Cala S’Alguer. El entorno invita a recorrer sendas costeras, disfrutar de las vistas abiertas al Mediterráneo y dejarse llevar desde la arena hasta las piedras donde la vigilancia y la defensa fueron antaño vitales. El Museo de la Pesca organiza visitas guiadas gratuitas para profundizar en los secretos de este enclave.
Castillo de Peralada: nobleza, cultura y festivales

El elegante castillo de Peralada concentra siglos de historia, desde su papel central en el condado hasta los múltiples episodios de saqueos y reconstrucciones debidos a la presión francesa. Hoy, parte de sus estancias albergan el Casino de Peralada y, cada verano, sus jardines se transforman en escenario del Festival Internacional de Música de Peralada, uno de los más prestigiosos de la Costa Brava. Pasear junto a sus muros permite atisbar la combinación de linaje, cultura y modernidad que caracteriza a este enclave del Alt Empordà.
Castillo de Montgrí: símbolo inconcluso sobre la comarca
El perfil inconfundible del Castillo de Montgrí corona la cima más alta del macizo del mismo nombre, actuando como frontera natural entre el Alt y el Baix Empordà. Su construcción se inició en 1294 por orden de Jaume II, empeñado en controlar la rivalidad con el conde de Empúries. El castillo, aunque nunca llegó a finalizarse, conserva un carácter robusto y enigmático. A sus pies, la panorámica de las islas Medas y los valles circundantes dota al enclave de una fuerza simbólica y visual que fascina a senderistas y amantes de la fotografía.
Vila Vella de Tossa de Mar: la villa fortificada que resiste

La Vila Vella de Tossa de Mar es el principal ejemplo de población medieval amurallada que aún perdura en la Costa Brava. Construida en el siglo XII bajo el auspicio del monasterio de Ripoll, tenía la misión de proteger a la población de los ataques corsarios. Caminando por sus murallas y torres defensivas, el visitante revive las viejas historias de la villa mientras contempla el contraste entre el azul del mar y el color ocre de las piedras.
Castillo de Hostalric: testigo del paso del tiempo
Ubicado estratégicamente en Hostalric, este castillo fue residencia de los Vizcondes de Cabrera tras su salida de Montsoriu. Aunque la estructura medieval original desapareció en 1695, las fortificaciones actuales, fechadas en 1716, representan siglos de transformación y adaptación militar. La feria medieval y las visitas organizadas desde la oficina de turismo mantienen vivo el relato de su relevancia estratégica en los caminos entre Barcelona y Francia.
Castillo Gala-Dalí de Púbol: arte y romanticismo
En la localidad de Púbol, el castillo Gala-Dalí acoge el universo surrealista y romántico ideado por Salvador Dalí para su esposa Gala. El artista catalán transformó este castillo del siglo XIV en un refugio único, decorado hasta el detalle con mobiliario antiguo, símbolos barrocos y una atmósfera que transpira arte y devoción. Forma parte del ‘Triángulo Daliniano’ junto con otros dos enclaves unidos por la vida y obra del genio, y la visita previa reserva permite descubrir uno de los espacios más íntimos y originales de la provincia de Girona.
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