
Quienes visitan Alicante suelen dejarse seducir por sus playas y su animado ambiente mediterráneo, pero el interior de la provincia guarda sorpresas ocultas que esperan al viajero más curioso. Entre viñedos, montañas y pueblos discretos surge un patrimonio arquitectónico que conecta con grandes iconos del arte, como la Sagrada Familia barcelonesa. En este territorio soleado, la localidad de Novelda esconde uno de los monumentos más insólitos y fascinantes de la Comunidad Valenciana: un santuario de silueta inconfundible, con aires modernistas y una historia que entrelaza leyendas, fe y arte.
Enclavado en la cima de un cerro, el Santuario de Santa María Magdalena vigila Novelda y comparte protagonismo visual con el castillo de la Mola, fortaleza de origen islámico con siglos de historia. Este templo, desconocido para muchos, despierta la admiración inmediata de quien se aproxima a su fachada, cuyos contornos y detalles evocan inevitablemente la figura de la Sagrada Familia. Aquí, a solo media hora de la ciudad de Alicante, una pequeña joya modernista surge en un entorno inesperado, rodeada por lomas y campos de cultivo.
Estética modernista y referencias a Gaudí

La construcción del santuario, conocido popularmente como la Sagrada Familia de Alicante, comenzó en 1918, pero, al igual que la famosa basílica barcelonesa, las interrupciones y las dificultades dilataron el proyecto hasta 1946. Detrás de su diseño estuvo José Sala Sala, un ingeniero que había absorbido las tendencias del modernismo catalán en su estancia en Terrassa. Su visión no era fruto de la casualidad: la incipiente burguesía local, enriquecida por el comercio del azafrán y la industrialización del mármol, impulsó la edificación de nuevos espacios religiosos que rompieran con las convenciones del pasado. Así nació un proyecto que aún hoy sorprende por su originalidad y su atrevimiento formal.
El exterior del santuario encierra algunas de las claves que lo vinculan al universo de Gaudí y a la revolución artística impulsada en el modernismo catalán. Las formas curvas, la decoración naturalista y la utilización de materiales autóctonos conforman una mezcla sugerente en la que cada detalle revela una inspiración. En la fachada principal destacan las dos torres laterales de 24 metros de altura, rematadas con cruces de piedra, así como coloridos mosaicos y motivos vegetales. Todo ello se apoya en elementos recogidos de la comarca, como guijarros del río Vinalopó, ladrillos rojizos, azulejos policromados y piedra tradicional, lo que imprime al edificio una riqueza cromática y una textura única.
Este pequeño homenaje al modernismo europeo comparte con otras catedrales la voluntad de ruptura con el academicismo y la búsqueda de nuevas formas. Arquitectos como Antoni Gaudí, Lluís Domènech i Montaner o Josep Puig i Cadafalch influyeron en esta tendencia, y el Santuario de Santa María Magdalena se sumó a la Ruta europea del modernismo y al Camino de Santiago, cifrando en su silueta el espíritu innovador de principios del siglo XX.
Significado y detalles del interior

Uno de los aspectos más llamativos de esta iglesia alicantina es su planta: una sola nave en forma de cáliz, símbolo del jarro de ungüento con el que, según la tradición, María Magdalena ungió los pies de Jesucristo. En contraste con el despliegue decorativo del exterior, el interior resulta mucho más austero, aunque conserva valiosos retablos de pintores locales como Gastón Castelló y Carmelo Castellano Ibáñez, obras donadas por familias de la zona. El recogimiento intencional del espacio favorece la contemplación artística y la devoción, remitiendo al legado espiritual que impulsó la creación del santuario.
El templo no solo debe su existencia a la iniciativa religiosa de la época, sino también al auge económico que vivió Novelda gracias a actividades como la exportación de azafrán o el comercio del mármol. Esta bonanza permitió el surgimiento de una clase burguesa dispuesta a apostar por la modernidad arquitectónica. La creación del Santuario de Santa María Magdalena en este contexto supuso el punto culminante de un movimiento de renovación artística en la localidad, que aún pervive en sus rincones y calles.
Cómo llegar
Desde Alicante, el viaje es de alrededor de 35 minutos por las carreteras A-31 y CV-832. Por su parte, desde Murcia el trayecto es de alrededor de 1 hora por la vía A-7.
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