
Echar un vistazo al panorama de las aerolíneas en este 2025 supone sumergirse en un terreno donde la creatividad para facturar suplementos ha alcanzado niveles inauditos. Aquellos viajeros que recuerdan tiempos en los que volar implicaba un único precio por billete y equipaje se han visto, en la última década, sorprendidos por una tendencia incesante: la proliferación de cargos añadidos por lo que antes era parte de la experiencia estándar. De hecho, las compañías aéreas han transformado los “servicios extra” en fuente prioritaria de ingresos, incorporando suplementos por gestos tan cotidianos como imprimir una tarjeta de embarque, escoger un asiento concreto o simplemente hablar con un agente por teléfono.
Según un nuevo análisis de AirAdvisor, el servicio global especializado en compensación por vuelos y equipaje, algunas aerolíneas han convertido los suplementos en su principal modelo de negocio. Desde tasas por “asiento libre al lado” hasta cargos por llamar al servicio de atención al cliente, hay tarifas que rozan lo absurdo. El estudio llega en un momento en el que España se mantiene entre los países europeos con más reclamaciones por retrasos y cancelaciones, y en plena negociación de la Unión Europea sobre la prohibición de cobrar por el equipaje de mano, una práctica aún permitida por la mayoría de compañías low cost.
Pagar por reclinar el asiento
La propuesta de WestJet ilustra hasta qué punto llega el ingenio de algunas aerolíneas para rentabilizar sus aviones. En varios Boeing 737 de la compañía, la posibilidad de reclinar el asiento tiene ahora precio: solo quienes viajen en clase “Extended Comfort” o “Premium” podrán disfrutar de ese pequeño lujo, previo pago de entre 20 y 35 euros por trayecto. El respaldo —símbolo de confort en vuelos largos— ha pasado de derecho básico a privilegio segmentado.
Sin maleta de mano en tarifa básica

La promesa de precios imbatibles suele esconder condiciones restrictivas. United Airlines ofrece tarifas básicas que excluyen cualquier maleta de cabina tradicional; apenas se permite llevar un bolso pequeño bajo el asiento, y quienes acudan a la puerta de embarque con una maleta acabarán pagando en torno a 25 euros adicionales por facturarla. Este modelo se extiende por buena parte de las aerolíneas de bajo coste, dificultando cada vez más viajar ligero sin sobrecostes inesperados.
Asiento del medio vacío (pero pagado)
Reservar un asiento con el del medio vacío era hace poco una suerte. Ahora Eurowings, Lufthansa y Frontier han decidido comercializar esta mínima comodidad por entre 30 y 60 euros. La búsqueda del espacio personal —especialmente valorado tras la pandemia— se ofrece como producto exclusivo, subastado al mejor postor durante la reserva.
Check-in en el aeropuerto y tarjeta de embarque en papel
Quien no se adapte al check-in digital sabe que la facturación presencial es, en aerolíneas como Ryanair y Wizz Air, una fuente consolidada de ingresos extra. El olvido de registrarse por internet o la pérdida de la tarjeta de embarque en papel puede costar al pasajero hasta 75 euros en total, sumando la tasa de facturación en mostrador y la reimpresión del pase de embarque. Aunque Ryanair ha anunciado que eliminará el cobro por la reimpresión a finales de 2025, por ahora se mantiene entre las prácticas más criticadas por los viajeros frecuentes.
Tasa por sentarse con tu hijo
Las familias que eligen Ryanair deben enfrentarse a un costo añadido para viajar juntas: todo adulto que acompañe a un menor de doce años tiene que abonar el suplemento de asiento reservado (de 12 a 25 euros) para garantizar que el niño pueda sentarse junto a su tutor. La llamada “tarifa familiar” acaba distando mucho de su nombre original, al convertir en pago la proximidad entre progenitor e hijo.
Errores en el nombre o cambios de titular

El temor a un error al reservar vuelo no es infundado. Modificar el nombre en el billete —ya sea por un simple error tipográfico— puede suponer un suplemento de hasta 160 euros si lo gestiona un agente de Ryanair, mientras que easyJet impone recargos cuando el cambio supera los tres caracteres. En ocasiones, el importe supera el valor mismo del billete inicial.
Pagar para evitar el asiento del medio
Las tarifas básicas de British Airways y easyJet han generalizado la venta anticipada de asientos: elegir uno que no sea el del medio cuesta entre 15 y 30 euros, con precios incrementados si se opta por asientos delanteros o con mayor espacio para las piernas. La elección, antes cortesía, es ahora pieza central del modelo de recargos.
Pasillos rápidos: cortesía ahora bajo pago
La prioridad en los controles de seguridad, que AENA y otros aeropuertos europeos (Madrid, Barcelona, Dublín, Manchester) ofrecían a pasajeros frecuentes, se encuentra ahora sujeta a un cargo de 6 a 15 euros, elevando la lista de servicios básicos convertidos en opciones de pago.
Recargo por reservar por teléfono
Incluso algo tan elemental como dialogar telefónicamente con el servicio de atención al cliente tiene coste añadido. Diversas aerolíneas internacionales aplican un recargo de hasta 30 euros por tramitar la compra de billetes por vía telefónica, incentivando así el uso de portales y aplicaciones digitales automáticas.
Segunda plaza para pasajeros de talla grande
En el caso de varios operadores de Estados Unidos, la política respecto a pasajeros de talla grande es polémica. Compañías como United y American exigen adquirir un asiento extra (entre 80 y 150 euros), aunque Southwest ha suavizado la medida al reembolsar posteriormente el segundo billete a los afectados. La norma, justificada por cuestiones de espacio, es para muchos usuarios un claro ejemplo de discriminación.
Protección legal frente a la inflación de recargos
Bajo la ola de suplementos y servicios cada vez más acotados, los derechos de los pasajeros mantienen un anclaje fundamental: el Reglamento Europeo 261/2004 (EU261) y el Convenio de Montreal aseguran compensaciones que van de 250 a 600 euros en caso de retraso o cancelación significativa, así como asistencia durante la espera (comidas, alojamiento y transporte, sin coste añadido). En situaciones de pérdida o deterioro de equipaje, se reconoce el derecho a recibir hasta 1.920 euros para cubrir gastos derivados.
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