El impresionante santuario de Barcelona situado a 1.200 metros de altura que es conocido como el ‘Balcón de Cataluña’

Este templo brinda una de las mejores vistas de Cataluña y antiguamente fue un castillo hoy desaparecido

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Santuario de Santa María de Queralt, en Barcelona (Adobe Stock).

Con un precioso casco antiguo y un impresionante entorno natural, Berga se alza como uno de los pueblos más bonitos del Prepirineo catalán. Esta localidad es la capital de la comarca del Berguedà, la más septentrional de Barcelona, y sorprende al viajero gracias a su rico patrimonio monumental y cultural. Sin embargo, si por algo destaca es por su increíble emplazamiento, de hecho es conocida como la ‘puerta de entrada a los Pirineos’ y no es para menos, ya que a pocos kilómetros el viajero puede disfrutar de todas las maravillas de este sistema montañoso.

El pueblo está marcado por la silueta que dibuja la montaña de Queralt, y es precisamente en ese rincón donde se ubica uno de sus mayores atractivos. A pesar de no encontrarse en el centro de Berga, sino en sus alrededores, el santuario de Santa Maria de Queralt se ha convertido en un lugar único en la localidad. El templo muestra el camino hacia la localidad, pues se incrusta a 1200 metros de altitud entre picos y riscos de piedra. Pero si por algo destaca es por las impresionantes vistas de los valles del Bages y el Baix Berguedà lo que le ha valido para ser nombrado como el ‘Balcón de Cataluña’.

Un templo con historia y arte

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Santuario de Santa María de Queralt, en Barcelona (Adobe Stock).

El lugar donde hoy se encuentra el Santuario de Queralt correspondía, según los documentos, al castillo de Guillem de Berguedà, cuyas huellas se perdieron entre las piedras de la ladera. Fue en el siglo XVIII cuando se levantó el edificio actual, sustituyendo a un templo anterior de menor envergadura. De estilo renacentista, la iglesia luce una única nave central y dos capillas laterales, rodeadas de siglos de historia. El conjunto albergó originalmente un retablo barroco de Pere Costa, destruido durante la Guerra Civil. El actual, firmado en 1958 por Ramon Masferrer, reproduce la majestuosidad y solemnidad de aquel perdido.

La ornamentación del lugar sorprende en la sacristía, situada bajo el camarín de la Virgen, que resalta por su amplitud y decoración, y la entrada, creada por Josep A. Coderch en 1966, se distingue por su sencillez elegante. Además, durante los años 70 se erigió el campanario, una torre circular que se mantiene independiente y donde resuenan las nuevas campanas tras décadas de silencio.

Pero no solo eso, pues en el corazón del santuario se venera a la Virgen de Queralt, una talla de madera gótica del siglo XIV que conserva detalles románicos. Representada sentada y sujetando una golondrina con la mano derecha y a su hijo en la rodilla izquierda, la imagen se ha convertido en un emblema local. La leyenda cuenta que un pastor de Vilaformiu halló la figura en una cueva, guiado por el extraño comportamiento de uno de sus bueyes. Tras varios intentos infructuosos de trasladarla, los habitantes entendieron el mensaje divino y levantaron una capilla en ese mismo lugar.

Junto a la roca, el oratorio conocido como Cueva de Santa Elena marca el punto exacto del hallazgo, proporcionando un espacio de recogimiento continuo a quienes emprenden la ascensión hasta el santuario. Este enclave permanece abierto y recibe, día tras día, a fieles y visitantes deseosos de experimentar la devoción y el sosiego que impregnan el entorno.

Naturaleza, vistas y espiritualidad

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Santuario de Santa María de Queralt, en Barcelona (Adobe Stock).

El ascenso hasta el santuario es tanto un viaje físico como espiritual. Quienes prefieren hacerlo a pie desde Berga parten de la plaza de Sant Pere y atraviesan el antiguo camino de Queralt, jalonado de pequeñas capillas como las de San Jacinto, San Jaime y la Sagrada Familia, ideales para la meditación y la pausa. La subida, de entre cuarenta y sesenta minutos, transcurre por senderos envueltos en vegetación y rincones para la reflexión.

Para quienes acceden en coche, una carretera bien señalizada conecta el recinto con Berga y permite dejar el vehículo en un amplio aparcamiento gratuito. Desde allí, es posible subir a pie por las famosas escaleras de Queralt, que rodean la sierra con vistas panorámicas incomparables, o tomar el funicular inclinado que facilita, especialmente a personas con movilidad reducida, el último tramo hasta la cima.

En el recorrido, puntos como el Balcón del Garreta y la Capilla de San Ignacio, erigida en 1946 sobre un privilegiado mirador, ofrecen vistas irrepetibles de la ciudad de Berga y su entorno montañoso. Más arriba, el Mirador de las Guilles regala amplias perspectivas sobre el valle del Llobregat y el paisaje recortado del Berguedà, siendo un imán para fotógrafos y observadores de naturaleza.

Caminos históricos y celebraciones

Pero Queralt no solo es un destino religioso, también es un enclave de patrimonio cultural. El Camino de los Buenos Hombres (GR 107), que rememora las sendas de los cátaros hacia el exilio, pasa por el santuario y conecta con otros hitos pirenaicos, como el Santuario de Núria. Esta travesía invita a los excursionistas a unir el pasado medieval con la belleza de un paisaje cambiante.

La iglesia gótica más bonita de Barcelona que fue construida por el pueblo y ha inspirado un libro.

El calendario festivo en Queralt está jalonado por dos grandes citas: el 8 de septiembre, día de la Gala de Queralt, fiesta mayor de Berga dedicada a la Virgen, y el 25 de abril, festividad de San Marcos, cuando una procesión y la tradicional merienda de coca con chocolate congregan a la comunidad en torno a la devoción y la alegría popular.

Cómo llegar

Desde Barcelona, el viaje es de alrededor de 1 hora y 20 minutos por la carretera C-16 (hay peajes). Por su parte, desde Girona el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 30 minutos por las vías C-25 y C-62.