Una de las ciudades más antiguas del mundo que es Patrimonio de la Humanidad: un viaje por ruinas históricas del siglo X a.C.

Sus ruinas transportan al viajero a una época en la que se construyeron algunos de los monumentos más espectaculares del mundo antiguo

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Éfeso, en Turquía (Adobe Stock).
Éfeso, en Turquía (Adobe Stock).

En el corazón de la fértil llanura de Anatolia, donde las aguas templadas del mar Egeo acarician la tierra, se alza la legendaria ciudad de Éfeso. Fundada en el siglo X a.C., esta joya arqueológica del actual territorio turco despliega su historia como un mosaico inabarcable, tejido por civilizaciones sucesivas y rutas comerciales que la convirtieron en uno de los enclaves más trascendentales de la antigüedad. Su prestigio y riqueza la hicieron protagonista de numerosos episodios históricos, y aún hoy es parada obligada para viajeros que ansían sentir el eco de tiempos remotos.

Caminar por Éfeso supone adentrarse en un verdadero viaje temporal donde cada piedra tiene algo que contar. El olor a historia se respira entre columnas caídas y calles empedradas, testigos mudos de un pasado vibrante. Gracias a su conservación y su dimensión, la ciudad forma parte del Patrimonio de la Humanidad, ofreciendo a los amantes de la arqueología y la historia un escenario repleto de sugerencias y misterios por descubrir.

El esplendor antiguo y sus maravillas

Durante el periodo romano, Éfeso alcanzó su máximo apogeo y llegó a albergar más de 250.000 habitantes, cifra que la situaba entre las mayores metrópolis del mundo antiguo. Este crecimiento se sustentó sobre un avanzado sistema urbano, la presencia de un puerto comercial dinámico y la existencia de templos y espacios públicos sorprendentes.

Éfeso, en Turquía (Adobe Stock).
Éfeso, en Turquía (Adobe Stock).

Uno de sus tesoros más famosos fue el Templo de Artemisa, cuya monumentalidad y belleza le aseguraron un lugar entre las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Aunque solo se conservan restos dispersos, su nombre sigue despertando admiración y curiosidad entre quienes llegan a Éfeso en busca de vestigios de grandeza.

El Ágora era el núcleo de la vida social y económica, lugar de encuentro ciudadano donde se forjaban acuerdos y se debatían decisiones clave. Los restos del imponente teatro de Éfeso, con una capacidad superior a 25.000 espectadores, evocan la importancia que se concedía ya entonces al arte, la música y la oratoria.

Entre los iconos arquitectónicos de la antigua ciudad brilla la Biblioteca de Celso, una de las pocas bibliotecas monumentales del mundo clásico cuyo exterior ha sido restaurado, reflejando el valor del conocimiento y de la palabra en la sociedad efesia. Sus columnas y esculturas representan un tributo a la sabiduría, mientras el histórico camino de Mármol conecta este emblemático edificio con el teatro, recorriendo el mismo trayecto que miles de ciudadanos de la época pisaron día tras día.

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Éfeso y el legado del cristianismo

El peso de Éfeso va más allá de lo puramente cultural, pues fue uno de los focos del cristianismo primitivo. En el año 431 celebró un histórico concilio que definió dogmas fundamentales, consagrando la naturaleza divina de María como Madre de Dios. Este episodio sitúa a la ciudad como referente imprescindible en la historia de la fe y punto de encuentro para el pensamiento religioso de Oriente y Occidente.

En las proximidades de las ruinas se halla la Casa de la Virgen María, lugar de peregrinación para fieles de todo el mundo. Según la tradición, fue aquí donde la madre de Jesús pasó sus últimos días, lo que envuelve al lugar en una atmósfera de recogimiento y misticismo, frecuentemente visitada tanto por católicos como por ortodoxos.

Los trabajos arqueológicos realizados en Éfeso han desenterrado un sinfín de tesoros materiales, desde útiles de la cotidianidad hasta frescos, mosaicos y ornamentos suntuosos que permiten reconstruir la sofisticación y el estilo de vida de la antigua élite. Estas piezas relatan historias de comercio, de cultura y de poder; de una ciudad que supo absorber influencias y proyectar su influencia durante siglos.