
La Rioja se yergue como una región repleta de historia, viñedos y paisajes que parecen sacados de un cuento. Aunque muchos viajeros acuden atraídos por la fama internacional de sus vinos, el territorio riojano esconde entre sus valles y montañas un legado patrimonial que va mucho más allá del enoturismo. Los castillos de La Rioja son testigos de un pasado plagado de disputas entre reinos, hazañas medievales y leyendas, y constituyen un excelente punto de partida para conocer a fondo la riqueza cultural de esta comunidad.
Recorrer La Rioja es adentrarse en una tierra de siete valles atravesada por el río Ebro, donde pequeños montes, riachuelos y fortificaciones invitan a perder la vista y la imaginación. Esta ruta propone descubrir algunas de las fortalezas más emblemáticas y mejor conservadas de la región, con el aliciente de disfrutar de las panorámicas más espectaculares y sentir la huella viva de la Edad Media en cada piedra.
Castillo de Sajazarra
En la Comarca de Haro, Sajazarra figura en la lista de los Pueblos Más Bonitos de España y debe buena parte de su atractivo a la silueta inconfundible de su castillo. Construido en el siglo XV con piedra de sillería, la torre del homenaje domina un conjunto defensivo salpicado de cubos y torreones, integrándose con las murallas de la villa en el epicentro de su casco urbano.
Aunque el interior del castillo pertenece a una propiedad privada y no se puede visitar, pasear junto a sus muros o recorrer el núcleo histórico de Sajazarra permite apreciar la majestuosidad de la fortaleza y entender su papel en las guerras entre Navarra y Castilla. Basta una caminata entre bodegas y caminos empedrados para comprender por qué esta fortaleza sigue siendo uno de los tesoros ocultos de La Rioja.
Castillo de Agoncillo

En pleno centro de Agoncillo, localidad famosa por su aeropuerto y el Museo Würth, se alza el Castillo de Agoncillo, uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil medieval en La Rioja. Más conocido como Castillo de Aguas Mansas, esta robusta edificación de planta rectangular fue levantada entre los siglos XIII y XIV utilizando sillería, y aún mantiene intactas sus cuatro torres y parte del histórico foso.
En el interior, un amplio patio de armas de dos alturas evidencia la envergadura defensiva original, mientras que en la actualidad el castillo alberga el Ayuntamiento local, tras una completa restauración acometida a finales del siglo XX. Declarado Monumento Histórico Artístico Nacional gracias a su excelente estado de conservación, el Castillo de Agoncillo ofrece visitas guiadas —previa cita— que permiten adentrarse en sus salones y descubrir los secretos de una de las fortalezas riojanas más espectaculares.
Castillo de Davalillo

A las afueras de San Asensio, en lo alto de un cerro custodiado por el Ebro, se asienta el Castillo de Davalillo, una fortaleza que data del siglo XII y que destaca por la robustez de su torre del homenaje y el recinto amurallado. Levantado para defender la comarca de los ataques navarros, el castillo apenas conserva huellas del antiguo poblado de Davalillo, aunque aún se celebran aquí tradicionales romerías en honor a la Virgen.
La fortaleza, de acceso libre aunque en estado ruinoso, es hoy uno de los mejores miradores de la comarca y ofrece un viaje al pasado en cada paso entre sus muros desmoronados. El sendero hacia la ermita y la necrópolis medieval completa una visita repleta de misterio y panorámicas inolvidables.
Castillo de San Vicente de la Sonsierra
En pleno corazón de la Sonsierra, San Vicente de la Sonsierra se erige sobre un cerro dominando el río Ebro, con un castillo cuya historia se remonta al siglo XII, cuando fue fundado por el Reino de Navarra como enclave defensivo frente a Castilla. El conjunto amurallado, la ermita, la torre del reloj y la iglesia de Santa María la Mayor conforman un entorno patrimonial de enorme valor.
Aunque parte de sus estructuras están derruidas, la torre del homenaje y la torre del reloj permanecen en pie y restauradas, permitiendo el acceso libre a sus ruinas y al museo de Relojes de la Torre, según el horario previsto. Las vistas desde las almenas y el paseo por las calles de San Vicente rememoran las luchas y los cambios de frontera que definieron el destino de La Rioja.
Castillo de Leiva

En el pequeño municipio de Leiva, el castillo-palacio levantado por Antonio de Leiva en el siglo VI —aunque profundamente transformado en los siglos siguientes— domina un núcleo de menos de 300 habitantes. Con sus cuatro torreones y el característico torreón del homenaje, ruinas y restauraciones, e incluso sirvió de almacén agrícola en el pasado siglo.
Actualmente, el Castillo de Leiva se encuentra en proceso de restauración y no está abierto al público, aunque su imponente presencia y dilatada historia invitan al viajero a acercarse y descubrir buena parte de su leyenda entre los muros de sillería.
Castillo de Cornago
Cornago, villa medieval enclavada en una ladera, debe su perfil característico al Castillo de Cornago, levantado a finales del siglo XIII con sillería y ladrillo. Cuatro torres y dos muros exteriores protegían una fortaleza que tuvo papel crucial en la defensa del valle, y que —tras perder su función militar— fue convertida en residencia y palacio.
Hoy en día, el castillo presenta un excelente estado gracias a las restauraciones, permitiendo ascender a una de sus cuatro torres y disfrutar de vistas panorámicas excepcionales de La Rioja Baja. Las visitas guiadas incluyen información sobre el centro de interpretación del Castillo de Luna y otros elementos patrimoniales, lo que enriquece la experiencia de cualquier amante de la historia medieval.
Fuerte de Torremontalbo
En la diminuta localidad de Torremontalbo, donde apenas viven 17 habitantes, se erige la Torre de los Condes de Hervías, popularmente conocida como Fuerte de Torremontalbo. De origen medieval e incluso con probables antecedentes romanos, esta fortificación cuadrada destaca por sus gruesos muros y su excelente rehabilitación en los años 80, que la adaptó como vivienda privada. Aunque no es visitable, merece detenerse ante su estampa solitaria y perfectamente conservada, referencia imprescindible en cualquier ruta que busque los castillos singulares e históricos de La Rioja.
Castillo de Préjano
El viaje termina en Préjano, una localidad tradicionalmente minera que ha recuperado para el turismo su castillo recientemente rehabilitado. Erigido sobre un montículo, la Torre-fuerte de Préjano presenta una singular planta pentagonal y un recinto amurallado en talud; construida en el siglo XV sobre una base del siglo XI, está considerada una de las defensas medievales más interesantes de la comarca.
Tras doce años de trabajos de restauración, el castillo —de propiedad municipal— ha reabierto sus puertas, permitiendo a los visitantes recorrer su torre y sumergirse en la historia de una zona llena de contrastes y secretos.
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