Bosque de Cobre: un sendero en las profundidades de Málaga para vivir un otoño de cuento

En el valle del Genal se encuentra este extenso castañar lleno de historia y con una ruta gastronómica que no te puedes perder

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Bosque de cobre, Málaga. (Adobe
Bosque de cobre, Málaga. (Adobe Stock)

En lo más profundo de la provincia de Málaga, el otoño no se mide en grados ni en lluvias, sino en colores. El Bosque de Cobre -nombre poético que recibe el extenso castañar del valle del Genal- transforma cada noviembre la Serranía de Ronda en un paraíso otoñal, donde los tonos dorados, rojizos y ocres cubren las laderas y los senderos de esta comarca montañosa.

Considerado uno de los paisajes más bellos del sur peninsular en esta época del año, el valle del Genal se convierte en destino imprescindible para senderistas, fotógrafos y viajeros que buscan una conexión con la naturaleza. La región vive su “época dorada” en sentido literal: miles de castaños de hoja caduca alcanzan su máximo esplendor antes de perder el follaje, creando un tapiz multicolor bajo sus copas.

Más allá del espectáculo visual, noviembre también marca el fin de la campaña de recogida de la castaña, un producto fundamental para la economía y la cultura de esta zona. Se calcula que se recogen anualmente en torno a cinco millones de kilos de castañas en la Serranía de Ronda. Esta recolección culmina con fiestas populares en los pueblos del valle, como los tradicionales “tostones”, en los que se reparten castañas asadas y bebidas típicas como la mistela.

Un recorrido lleno de historia

Castaños, Bosque de Cobre, Málaga.
Castaños, Bosque de Cobre, Málaga. (Adobe Stock)

El Bosque de Cobre no es solo un regalo para la vista, sino también un lugar de historia y tradición. Antiguo refugio de bandoleros, sus caminos y espesuras guardan leyendas y relatos del pasado. Hoy, sus senderos bien señalizados permiten recorridos de distinta dificultad, entre los que destacan los tramos de la Gran Senda de Ronda (GR-141) y diversos senderos de pequeño recorrido que conectan pueblos como Pujerra, Atajate o Benadalid, todos ellos con miradores estratégicos desde los que admirar el mar de castaños.

Quienes no desean caminar también pueden disfrutar del paisaje desde la carretera que recorre el valle o desde los miradores naturales, como el de Fray Leopoldo en Alpandeire, desde donde se contemplan impresionantes panorámicas sobre el bosque teñido de cobre.

La castaña como protagonista gastronómica

Crema de champiñones. (Adobe Stock)
Crema de champiñones. (Adobe Stock)

Además, el viaje se completa con una ruta gastronómica otoñal. En bares y restaurantes del valle, la castaña se convierte en ingrediente estrella: ya sea asada al fuego en los tradicionales tostones, como guarnición de carnes de caza, en cremas calientes con matalahúva (anís local), o transformada en postres como flanes o panes artesanos. La cocina local rescata recetas ancestrales que combinan sencillez y sabor, con productos de temporada como protagonistas.

El valor ecológico y económico del castañar es incuestionable. Su presencia en más de una docena de municipios lo convierte en un motor rural, base de oficios, ferias, museos y cultura tradicional. Algunas fincas, de propiedad privada, no permiten el acceso, pero cuentan con senderos y miradores cercanos desde los que contemplar este ecosistema de alto valor.

Por todo esto, el Bosque de Cobre no es solo un paisaje de postal: es un fenómeno natural, cultural y sensorial que cada otoño transforma el valle del Genal en un lugar único. Cuando el aire huele a castañas y el suelo cruje bajo las hojas caídas, todo indica que el otoño ha llegado a la Serranía de Ronda. Y con él, una de las estaciones más hermosas del sur de España.