Las mejores piscinas naturales de Zaragoza para visitar en otoño

Estos enclaves muestran un paisaje único durante este momento del año

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Piscina natural de Pozo Pígalo,
Piscina natural de Pozo Pígalo, en Zaragoza. (Shutterstock)

Con la llegada del otoño, la provincia de Zaragoza se transforma en un escenario ideal para quienes buscan escapar del calor persistente y descubrir rincones únicos en plena naturaleza. Atrás queda el bullicioso verano, pero el deseo de disfrutar del aire libre y refrescarse no desaparece, siempre que el tiempo lo permita. En este contexto, las piscinas naturales de la región se perfilan como tesoros ideales para bañarse entre paisajes de gran valor ecológico. Desde pozas escondidas hasta humedales históricos, cada enclave ofrece una experiencia distinta para disfrutar de la tranquilidad otoñal o para planear escapadas de fin de semana lejos del ajetreo de la ciudad.

Pozas Pígalo

En el término municipal de Luesia, perteneciente a la comarca de Cinco Villas, la Poza Pígalo surge como uno de los destinos imprescindibles para quienes desean un baño rodeados de un entorno virgen. Este paraje se encuentra a unos 7 kilómetros del centro urbano, en una zona donde el río Arba de Luesia forma una espectacular cascada que desemboca en aguas limpias y cristalinas. La combinación de pinos y hayas en el entorno genera un paisaje de auténtica postal, mientras que la presencia de aves rapaces añade valor al paseo y la observación de fauna.

El acceso en coche es posible gracias a una pista forestal que recorre unos 8 kilómetros junto al río, permitiendo descubrir otras pozas y hoyas con un encanto similar. En los alrededores, destacan espacios como el Barranco de Valdiguara y el Corral del Calvo, ideales para extender la excursión. El viajero, además, puede completar su visita con un recorrido por el casco viejo de Luesia —con su castillo del siglo X, la Iglesia de San Salvador, el Monasterio del Corral del Calvo, y el pintoresco barrio judío—, consolidando la experiencia de naturaleza y patrimonio.

Balneario de Tiermas

Tiermas, en Zaragoza. (Shutterstock)
Tiermas, en Zaragoza. (Shutterstock)

El Balneario de Tiermas fascina por su carácter efímero y misterioso. Situado en un núcleo casi despoblado de la Jacetania, parte del municipio de Sigües, prácticamente desapareció bajo el Embalse de Yesa. Sin embargo, cuando el nivel del agua desciende en septiembre, resurge este histórico balneario y su manantial de aguas sulfurosas, atrayendo a quienes buscan los beneficios termales y un entorno diferente.

La visita no se limita únicamente al baño: en Sigües, a orillas del río Esca y flanqueado por las sierras de Leyre y Orba, se pueden admirar el Castillo de Ruesta, la Iglesia de San Esteban y la Ermita de San Juan, completando una ruta de historia, relax y naturaleza sin multitudes.

Pozo de los Chorros

A escasos kilómetros del emblemático municipio de Belchite, el Pozo de los Chorros representa otro de los enclaves acuáticos más llamativos de la provincia. En medio del paisaje estepario, el río Aguasvivas rompe la monotonía con sus bosques de ribera y forma una atractiva cascada de cerca de 2 metros, cuya caída de agua desemboca en una poza de aguas intensamente frías y transparentes. El entorno resulta paradisíaco, con vegetación que invita a improvisar un pícnic o simplemente relajarse después del baño.

El atractivo de la zona no se limita solo al baño. La visita a Belchite es casi obligatoria: el pueblo viejo, marcado por la historia de la Guerra Civil, produce sensaciones de nostalgia e inquietud mientras se recorren sus ruinas. El nuevo Belchite dispone de recursos como el Santuario de Nuestra Señora del Pueyo y el Museo Etnológico. Muy cerca, la Reserva de Aves de El Planerón ofrece grandes oportunidades para los amantes de la observación de fauna y la fotografía de naturaleza.

Playas de Chacón

Embalse de Mequinenza, en Zaragoza.
Embalse de Mequinenza, en Zaragoza. (Turismo Aragón)

Junto al municipio de Caspe, el esplendor del embalse de Mequinenza —conocido como el Mar de Aragón— acoge las playas de Chacón, auténticos escenarios de baño en un entorno de gran riqueza ambiental. Rodeadas de chopos y álamos, estas playas naturales albergan especies como el ánade real, el martín pescador y la garza real. La abundancia de peces, como la carpa común y el alburno, convierte el lugar en paraíso de pescadores.

El Mar de Aragón es perfecto también para los aficionados al piragüismo o la motonáutica, permitiendo aventurarse por sus aguas en jornadas soleadas. En los alrededores, el castillo de Mequinenza y el Monasterio de Nuestra Señora de Rueda imponen su historia, mientras que las lagunas Saladas de Chiprana y la comarca de Los Monegros suman alternativas naturales de interés para ampliar la escapada.

Peña del Cuervo

Muy cerca de la capital aragonesa, entre los barrios rurales de Montañana y Peñaflor, encontramos la Peña del Cuervo, un enclave perfectamente accesible desde la ciudad, a apenas 11 kilómetros. En la orilla del río Gállego, esta piscina natural se distingue por sus aguas nítidas y su zona de cantos rodados, ideales para quienes quieran tender la toalla y disfrutar del sol tras el baño. El lugar permite la combinación de naturaleza y turismo urbano, siendo posible organizar una excursión que combine chapuzón y visita a Zaragoza en la misma jornada.

La Estanca de Bolaso

A las afueras de Castiliscar, en la comarca de Cinco Villas y a solo 7 km de Ejea de los Caballeros, la Estanca de Bolaso es una excepción entre las piscinas naturales mencionadas, ya que se trata de un estanque artificial de más de 500 años de antigüedad. Sus trece hectáreas recogen aguas pluviales usadas para riego, pero la zona se ha convertido en un humedal de valor medioambiental notable.

El enclave, identificado dentro de la Zona de Especial Protección para las Aves “Lagunas y Carrizales de las Cinco Villas”, acoge numerosos pájaros migratorios y resulta propicio para el baño, deportes náuticos sin motor y pesca, con carpa y perca entre las especies más comunes. La Estanca de Bolaso se rodea de pinares que cuentan con zonas de descanso y hasta un bar, lo que lo convierte en un lugar perfecto para familias y grupos de amigos que buscan disfrutar del buen tiempo y la naturaleza de Zaragoza durante el otoño.