El increíble monasterio gallego del siglo XII en el que puedes pasar la noche por 60 euros: una arquitectura sencilla y llena de historia

El convento está habitado por monjas de la Orden Cisterciense que están a cargo la hospedería y el cuidado del lugar

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Monasterio de Armenteira, en Pontevedra
Monasterio de Armenteira, en Pontevedra (Adobe Stock).

Entre las rías de Pontevedra y Arousa, en la comarca del Salnés, un impresionante monasterio se alza como una de las construcciones más imponentes de Galicia. Este templo atesora casi mil años de historia y a día de hoy está habitado por monjas de la Orden Cisterciense. Esto convierte al monasterio de Armenteira en un atractivo único en la región, pues no solo permite visitarlo, sino que también es una hospedería.

De este modo, tanto peregrinos como viajeros que lo deseen pueden pasar la noche entre los muros de esta abadía, siempre a cargo de las monjas que viven en ella. Esto ofrece una experiencia única, ya que se puede conocer de primera mano como es la vida monástica de esta comunidad.

Un origen modesto pero lleno de historia

El origen del monasterio de Armenteira se sitúa en el año 1162, cuando aparece por primera vez documentado en los documentos oficiales de la Orden Cisterciense. Sin embargo, el imaginario popular lleva su construcción a una historia que tiene como protagonista a Ero, un caballero de la corte de Alfonso VII. La leyenda cuenta como este personaje, el cual estaba casado, pero no tenía descendencia, pide a Dios a través de la Virgen María un hijo. Una noche, él y su esposa tuvieron un sueño donde “la Virgen les aseguró que era voluntad de Dios que tuvieran muchos hijos espirituales”.

Monasterio de Santa María de
Monasterio de Santa María de Armenteira, en Pontevedra (Adobe Stock).

Por ello, tomaron la decisión de fundar dos monasterios. Ero, deseoso de contar con auténtica vida monástica, recurrió a San Bernardo de Claraval, quien accedió a su petición y le envió cuatro monjes cistercienses. Tras un tiempo, el propio Ero asumió el cargo de abad. Una jornada, abrumado por dudas acerca del más allá, salió del monasterio buscando claridad. Mientras deambulaba, el canto de un pequeño pájaro atrajo su atención, sumiéndole en una suerte de ensoñación. Cuando el trino cesó y Ero volvió al monasterio, descubrió que todo había cambiado: habían transcurrido doscientos años.

Más allá de historias y leyendas, el monasterio ha sufrido una serie de momentos clave que ha definido su rumbo. En el siglo XV vive cierta decadencia, aunque su episodio más critico fue en el año 1837, cuando como consecuencia de la Desamortización de Mendizabal, los monjes se ven obligados a abandonarlo. Desde ese instante, los edificios, salvo la iglesia y la parte aún visible del claustro, comenzaron poco a poco a desmoronarse.

Todo permaneció así durante décadas, hasta que, en 1961, Don Carlos Valle-Inclán, hijo del célebre escritor, llegó en busca del lugar que había inspirado a su padre para escribir “Aromas de leyenda”. Fue entonces cuando empezó a soñar con devolverle al monasterio su antiguo esplendor. Junto a un grupo de amigos, fundó la asociación “Amigos de Armenteira” y, paso a paso, emprendieron gran parte de la restauración. Gracias a este esfuerzo, un grupo de monjas procedentes del Monasterio de Alloz, en Navarra, pudo devolver la vida al cenobio.

La arquitectura cisterciense

Monasterio de Santa María de
Monasterio de Santa María de Armenteira, en Pontevedra (Adobe Stock).

En cuanto a la arquitectura, el monasterio destaca por sus trazos propios de la Orden Cisterciense. Así, del primitivo templo tan solo queda en pie la iglesia que destaca por su sencillez y austeridad. Tiene en sí todos los rasgos de la simbología y la espiritualidad del Císter. Igualmente, el interior se distribuye en tres naves muy simples cubiertas con bóvedas ligeramente apuntadas y el crucero está cubierto por una cúpula de influencia mudéjar, única en Galicia.

Por su parte, el claustro actual data de la segunda mitad del siglo XVI y su construcción se prolongó durante más de un siglo. Es por ello que se puede apreciar en su bóveda las diferentes etapas por las que pasó. Otro elemento de gran importancia es su puerta, ya que es lo único que queda del claustro primigenio.

Dormir en un monasterio

Uno de los mayores atractivos del monasterio de Armenteira es su función de hospedería. Se trata de una acogida abierta tanto a hombres como mujeres, siempre preservando un ambiente de recogimiento y silencio que caracteriza la vida monástica. Para quienes se hospeden como huéspedes —no como peregrinos, quienes disponen de información específica en la web del monasterio— la estancia debe ser de al menos tres noches durante julio, agosto, septiembre y Semana Santa, y de dos noches el resto del año. No se permite una permanencia superior a siete días.

La hospedería tiene capacidad para 25 personas, distribuidas en diez habitaciones dobles, dos individuales y una triple, todas con baño propio. El menú es sencillo y casero, preparado por las propias hermanas, sin posibilidad de menús especiales, y la puntualidad en las comidas es prioritaria para ajustarse al ritmo de la comunidad. Los huéspedes colaboran con el orden, la limpieza del comedor y el lavado de la vajilla.

El monasterio abandonado de 1.100 años que está considerado como la “cuna de Castilla”.

El acceso para huéspedes está habilitado desde las 6:30 h hasta las 21:15 h. Hay una zona de jardín interior exclusiva para leer o meditar junto al arroyo y el canto de los pájaros, así como una pequeña biblioteca espiritual y dos salas de reuniones: una para grupos reducidos y otra con capacidad para 40-50 personas. En cuanto a precios, la habitación doble cuesta 90 euros por día en pensión completa, la individual 60 euros por día y la triple 120 euros diarios, todo con desayuno, comida y cena incluidos. Si se precisa el salón grande para reuniones de grupo, el precio se incrementa en 80 euros por día, rebajándose a 60 euros diarios a partir del segundo día de uso consecutivo.

Cómo llegar

Desde Pontevedra, el viaje es de alrededor de 30 minutos por las vías AP-9 y AG-41 (hay peajes). Por su parte, desde Santiago de Compostela el trayecto tiene una duración estimada de 45 minutos por la carretera AP-9 (hay peajes).