
Entre los recovecos agrestes de los Pirineos se extienden paisajes de valles verdes, cumbres vertiginosas y torrentes cristalinos. Los visitantes que se adentran en esta zona encuentran una variedad casi infinita de rutas y senderos que invitan a perderse en la naturaleza, en medio de panorámicas que enamoran a cada paso. Es por ello que el turismo rural y de aventura se ha consolidado en este territorio como una forma ideal de explorar sus numerosas riquezas, convirtiendo la región en un destino imprescindible para quienes buscan aire puro y experiencias al aire libre.
De todos sus parajes, el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido destaca entre todos los enclaves pirenaicos por ofrecer algunos de los paisajes más bellos de España. Ubicado en el corazón del Alto Aragón, su territorio abarca valles cubiertos de frondosos bosques, paredes calcáreas y una riqueza biológica que ha sido preservada durante generaciones. Las cascadas, auténticas protagonistas del parque, aportan dinamismo y frescura a sus paisajes, y han dotado al parque de renombre internacional.
Uno de estos saltos de agua, la Cola de Caballo, se ha convertido en un símbolo reconocido por excursionistas de todo el mundo. Pero los valores naturales del parque van mucho más allá de esta imagen icónica: la llamada ruta de las cascadas de Ordesa esconde otras muchas joyas naturales que sorprenden por su belleza y su entorno privilegiado.
Uno de los senderos más bonitos de Europa

Adentrarse en la ruta de las cascadas de Ordesa supone una experiencia única para aficionados al senderismo de todos los niveles. Este recorrido, con una longitud aproximada de ocho kilómetros en sentido circular y una duración estimada de unas tres horas, aparece como la opción ideal para quienes desean compartir una excursión familiar sin dificultad excesiva. El trayecto atraviesa todo tipo de parajes, desde espesos bosques hasta terrazas panorámicas, permitiendo que pequeños y mayores disfruten juntos de cada rincón de este monumento natural.
El punto de partida se sitúa en el aparcamiento de la Pradera de Ordesa, fácilmente accesible en coche fuera de los meses de verano. Durante la temporada alta, el acceso está regulado y es necesario desplazarse en autobús desde la cercana localidad de Torla. Tras comenzar la marcha, el sendero sigue fiel a la margen derecha del río Arazas, permitiendo contemplar el fluir de sus aguas desde el primer momento y anticipando la presencia de los saltos naturales que jalonan el recorrido.
El primer tramo del camino se desarrolla bajo la sombra de un extenso bosque de hayas, escenario que cobra un aire mágico en otoño cuando el manto de hojas doradas tiñe el suelo y las copas parecen incendiarse de color. Aproximadamente media hora después del inicio, los caminantes alcanzan el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Huesca, el primero de los grandes hitos de la ruta. En sus inmediaciones, el mirador de los Bucardos ofrece impresionantes perspectivas del entorno, invitando a detener el paso unos minutos para disfrutar de las vistas panorámicas.
La senda sigue adelante, ascendiendo suavemente entre hayedos. Un desvío conduce hacia otras dos joyas del itinerario: la cascada de la Cueva y la cascada del Estrecho. Abandonando la pista principal, los excursionistas se adentran en un paraje algo más recogido hasta llegar a la cascada de la Cueva, un remanso donde el agua se precipita en medio de la vegetación. Tras desandar unos metros, la marcha prosigue ahora hacia la impresionante caída de la cascada del Estrecho, encerrada entre altos muros de roca y considerada por muchos como el punto álgido de la excursión.
El regreso: puentes, miradores y la piedra legendaria

El tramo final del recorrido discurre ahora por la orilla izquierda del río Arazas. Los senderistas cruzan el puente de Arripas, sumergiéndose en un paisaje de postal. Pronto, el trayecto lleva de nuevo al mirador de los Bucardos, permitiendo una última contemplación del río y del majestuoso entorno natural que lo rodea.
Desde aquí, el sendero continúa descendiendo hasta el puente de Cotatuero y el mirador del Circo de Cotatuero, zonas arboladas bajo las que se oculta uno de los símbolos del parque: la Piedra de las Siete Faus. Según la tradición, esta roca marca el lugar donde crecieron siete hayas en el momento de la fundación del parque, dotando al lugar de un aire místico y legendario. Finalmente, el camino lleva de vuelta a la Pradera de Ordesa, atravesando el Puente de los Cazadores y completando un itinerario natural que ofrece belleza, historia y naturaleza en estado puro para todo tipo de visitantes.
Cómo llegar
Desde Huesca, el viaje es de alrededor de 1 hora y 30 minutos por la carretera A-23. Por su parte, desde Jaca el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 15 minutos por la vía N-260a.
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