
Son muchos los palacios que se pueden encontrar a lo largo del planeta. Estas construcciones han sido el lugar de residencia y el emblema de muchos imperios y grandes familias a lo largo de la historia y su legado ha quedado intacto hasta nuestros días. Así, se pueden disfrutar de tesoros como el Palacio de Versalles, en Francia, Palacio de Topkapi, en Estambul, o la Ciudad Prohibida, en Pekín. Sin embargo, ninguno es comparable al Palacio de Potala, un espectacular monumento incrustado en lo alto de una montaña que es un tesoro del budismo tibetano y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Este imponente edificio se alza sobre la conocida como la Montaña Roja, en el corazón del valle de Lhasa, a 3.700 metros de altitud. Se trata de la mayor expresión de la arquitectura tibetana y la residencia de invierno del Dalai Lama desde el siglo VII. Además, el conjunto monumental comprende varios espacios como es el Palacio Blanco, el Palacio Rojo y sus edificios anexos, a lo que se le suma el monasterio del Templo de Jokhang y el Palacio de Norbulingka, residencia de verano del Dalai Lama.
400 metros de largo y 13 pisos

La historia del Palacio de Potala se remonta al año 631, cuando el monarca tibetano Songtsan Gampo erigió un palacio sobre la montaña, luego de lograr la unificación de los reinos existentes en la meseta. Aunque la importancia religiosa del enclave pudo haber influido en su selección, los registros históricos indican que la finalidad inicial de la estructura fue eminentemente militar y estratégica. El conjunto arquitectónico original sufrió daños severos dos siglos después de su construcción, cuando un rayo y una revuelta civil amenazaron su integridad.
Posteriormente, tras el colapso del Imperio tibetano en el año 877, las disputas entre tribus de la región agravaron el deterioro del palacio, de modo que solo dos capillas lograron resistir el paso del tiempo. Entre estas construcciones destacan el lhakhang Phakpa y la caverna Chogyel Drupuk, utilizada por Songtsan Gampo como lugar de meditación. El palacio actual construido en 1645 sobre las ruinas del palacio anterior, durante el liderazgo del V Dalai Lama.
El recinto se extiende a lo largo de 400 metros de largo y 350 metros de ancho, adaptando su diseño al contorno de la montaña mediante un elaborado sistema de muros y escaleras distribuidas en terrazas. Para resistir las sacudidas sísmicas, los muros, que pueden alcanzar hasta cinco metros de grosor en la base, fueron reforzados al mezclar piedra con cobre fundido.
Dos palacios en uno

En cuanto a su arquitectura, el palacio se desarrolla en trece pisos, distribuidos a lo largo de unos 115 metros de altura sobre la colina. Además, se divide en dos secciones principales: el Palacio Blanco y el Palacio Rojo, cuyos nombres evocan los pigmentos que recubren sus fachadas y que reciben cada otoño una nueva capa de pintura hecha con leche, miel y azúcar. El Palacio Blanco—o Potrang Karpo— sirve como residencia del dalái lama desde el traslado del gobierno a Potala en 1649, durante el mandato del quinto líder tibetano. Esta sección alcanzó su tamaño actual a comienzos del siglo XX por obra del decimotercer dalái lama.
Habitaciones privadas, oficinas, un seminario y una casa de imprenta forman parte de sus instalaciones, concebidas para usos seculares. Un área clave es el patio central amarillo, designado Deyangshar, que separa los aposentos del máximo líder y sus monjes de la zona dedicada a actividades religiosas. Este patio alberga diversas estancias emblemáticas, como la estupa dorada del octavo dalái lama, la sala de asambleas monacal, varias capillas y santuarios, así como bibliotecas que resguardan textos budistas fundamentales, entre ellos la Kangyur, compuesta por 108 volúmenes, y la Tengyur, con 225 escritos en tinta dorada. Al lado del Palacio Blanco se sitúa un pabellón amarillo donde se resguardan las grandes banderas con símbolos sagrados que, durante las festividades de Año Nuevo, se despliegan en la fachada sur.
Por su parte, el Palacio Rojo —conocido como Potrang Marpo— fue inaugurado en 1694 bajo la autoridad del sexto dalái lama y se empleó para el estudio y la práctica religiosa del budismo. Su diseño se inspira en la forma de un mandala indio y está rodeado por siete techos de bronce dorado, que integran las estupas de los distintos dalái lama. Las puntas de estos techos están decoradas con detalles florales y campanas, las cuales, además de su función ornamental, actúan como pararrayos que protegen el edificio durante las tormentas eléctricas.
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