
Andalucía es una de las comunidades autónomas con más turismo en España. Algo que no es de extrañar debido a su enriquecida cultura combinada con su deliciosa gastronomía y sus envidiables paisajes. Sin embargo, estos tres factores hacen que la mayoría de sus destinos estén plagados de visitantes que esperan pasar unas agradables vacaciones al ritmo del sol, playa, comida y salero. Y es que, según datos de la Junta, en 2024 la comunidad recibió 36,2 millones de turistas, lo que enturbió el disfrute en las ciudades más grandes.
A pesar de esta masificación que se agranda cada año, Andalucía aún guarda espacios apartados del turismo de masas. La búsqueda de destinos tranquilos tiene una solución en algunos de los pueblos costeros menos conocidos, que mantienen su autenticidad y ofrecen una experiencia alejada de las multitudes. Son rincones donde el visitante encuentra playas prácticamente vacías, ambiente relajado y alojamientos disponibles incluso en temporada alta. Concretamente, según el periódico Viajar, se pueden encontrar cinco pueblos acogedores envueltos por un entorno natural junto al mar.
Estepona, Málaga

Estepona se define por sus casas blancas, playas con palmeras y una oferta gastronómica de calidad a precios accesibles. A diferencia de localidades más famosas como Marbella o Benalmádena, esta ofrece un ritmo pausado en plena Costa del Sol. Sus calles floridas invitan a perderse sin prisas, mientras que sus playas permiten relajarse sin el agobio de la masificación.
Asimismo, su ubicación se integra dentro del paraje de la Sierra Bermeja que comparte con Casares, donde aguarda una gran historia diversa marcada por los fenicios, romanos y árabes. De este modo, se pueden observar vestigios de la antigua ciudad romana de Salduba, junto al río Guadalmansa, así como fortificaciones musulmanas (como el Castillo del Nicio) y elementos emblemáticos construidos tras la conquista cristiana, como el Castillo de San Luis.
Así, pese a su consolidación como centro turístico, conserva rincones donde encontrar la tranquilidad, especialmente fuera de la zona portuaria y el paseo marítimo principal. El visitante puede pasear entre naranjos, degustar pescaíto frito y disfrutar de playas donde todavía es posible colocar la toalla sin dificultades.
La Redondela, Huelva

A 350 kilómetros de la costa malagueña encontramos la onubense, La Redondela, un pequeño refugio con menos de dos mil habitantes y playas vírgenes rodeadas por dunas y pinares. Ubicado cerca de Isla Cristina, ofrece espacios naturales casi intactos como la playa Cruce de la Redondela, a la que se accede tras un breve recorrido por carretera o caminando.
El pueblo destaca por su historia, con orígenes anteriores a la fundación de Isla Cristina. Y es que, en sus alrededores, se desarrollaron asentamientos fenicios y romanos. Pero si hay algo que ha marcado la geografía de la zona es el maremoto de 1755, provocado por el gran terremoto de Lisboa y que transformó la fisonomía de la costa onubense.
Además, entre los atractivos del enclave destacan la Sala Mudéjar del siglo XV, el Palomar de la Huerta Noble y la ruta por la Vía Verde del Litoral, que recorre el antiguo trazado ferroviario de la zona. Igualmente, no se puede dejar de lado la oferta gastronómica, que incluye productos de la tierra y visitas a cervecerías artesanales.
La Herradura, Granada

Situado en el Paraje Natural Marino de los Acantilados Maro-Cerro Gordo, La Herradura es un núcleo costero que forma parte de Almuñécar, en Granada. La playa principal, de dos kilómetros de longitud y forma curva ligada al nombre del pueblo, está protegida por cerros y acantilados. Asimismo, el entorno marino presenta un gran valor ecológico y escasa masificación.
En cualquier esquina se pueden encontrar múltiples chiringuitos y restaurantes especializados en pescado y marisco local. Además, se recomienda visitar sus playas con aguas limpias y poca afluencia, así como sus calles tranquilas y parajes naturales cercanos, ideales para senderismo o rutas en kayak.
Caños de Meca, Cádiz

Otro de los encantos de la costa andaluza, vinculado tradicionalmente con un ambiente bohemio, encontramos Caños de Meca, una pedanía de Barbate famosa por su conexión con la naturaleza y su variada oferta de playas. Lugares como la Playa del Faro, Cala Varadero, Playa del Pirata o La Pequeña Lulú conservan su carácter salvaje y permiten disfrutar de la costa gaditana sin aglomeraciones.
El entorno combina marismas, pinares y acantilados dentro del Parque Natural de La Breña, mientras que el Tómbolo de Trafalgar constituye un singular monumento natural. Los característicos “caños” que surgen de los acantilados dan nombre al lugar, y su aparición depende del régimen de lluvias. Así, pese a ser más conocido, este pueblo sigue siendo una opción adecuada para quienes desean relajarse en playas abiertas, realizar actividades al aire libre o explorar pequeños comercios de artesanía.
Isleta del Moro, Almería

Como quinta opción, la localidad con apenas 171 habitantes y que representa esencia de los pueblos pesqueros del Parque Natural de Cabo de Gata, destaca Isleta del Moro. Sus casas blancas, el contraste con la isleta rocosa y las barcas en el puerto conforman un paisaje único. Uno de sus encantos es la gastronomía de kilómetro 0, ya que los pescados capturados por los pescadores, que parten desde el puerto todas las mañanas, son los que se sirven en los restaurantes de la zona.
Bajo el mar, la presencia de praderas de posidonia garantiza aguas transparentes y biodiversidad. Lo que hace que sea posible observar frecuentemente aves marinas, en un entorno donde reina la tranquilidad dentro y fuera del agua. En los alrededores, el sendero de la Caldera de Majada Redonda permite descubrir formaciones volcánicas y flora adaptada al clima seco. Es el destino ideal para quienes buscan playas apartadas y contacto directo con la naturaleza.
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