Perderse en Granada es descubrir un universo de paisajes donde la historia, la cultura y la naturaleza se entrelazan como en pocos lugares de la península. La provincia andaluza, famosa por la majestuosa Alhambra, los barrios blancos del Albaicín o la animada vida de sus plazas y miradores, esconde además en su entorno una variedad de rutas y senderos que permiten adentrarse de lleno en el corazón de sus sierras y valles.
Las opciones para los amantes del senderismo y la aventura son infinitas: desde serpentear por las laderas de Sierra Nevada, hasta perderse entre los olivares y pueblos pintorescos del interior, cada itinerario promete sorpresas y sitios de ensueño. En este entramado de caminos, el visitante puede descubrir lugares tan emblemáticos como la ruta del río Castril o, para quienes buscan paisajes de auténtica fantasía, adentrarse en el Barranco de la Luna, uno de los secretos mejor guardados de Granada.

Un viaje por la historia geológica de Granada
Situado en la comarca del Valle de Lecrín, en la parte centro-sur de la provincia, el Barranco de la Luna ofrece un espectáculo natural donde la geología y el paso de los siglos han labrado una garganta estrecha y profunda capaz de dejar sin palabras a cualquier excursionista. Este recorrido, de dificultad moderada, es ideal tanto para familias como para grupos de amigos que deseen disfrutar de un escenario diferente, repleto de figuras sorprendentes y una atmósfera única.
La ruta, con un trazado circular de unos cinco kilómetros, puede completarse en aproximadamente una hora y media, permitiendo contemplar tranquilamente todos los rincones y detenerse ante cada salto de agua o pared pétrea esculpida por el tiempo. El recorrido no solo es un regalo para la vista: la tranquilidad y el contacto directo con la naturaleza invitan a desconectar y a dejarse llevar paso a paso entre paredes verticales y cauces serpenteantes.

El punto de partida para quienes deseen aventurarse en esta ruta se encuentra en el pequeño pueblo de Saleres, fácil de localizar en la comarca gracias a su encanto rural y su acceso sencillo por carretera. Desde el mismo cementerio del municipio, donde es recomendable dejar el coche, las indicaciones llevan al senderista hasta el inicio del recorrido, perfectamente señalizado a través de la carretera comarcal GR-3300.
Aventura entre agua y roca
Al poco de abandonar el asfalto y avanzar por la pista, se hace evidente que el plato fuerte está aún por llegar. El Barranco de la Luna irrumpe en el paisaje y cautiva con sus paredes altas y curvadas, propias de un entorno kárstico. Aquí, la erosión y el agua han conseguido modelar la roca en una variedad de formas y colores que parecen pertenecer a un cuento de fantasía. Pero más allá de lo visual, este cañón alberga en sus paredes una sorprendente colección de fósiles marinos: testigos directos de un tiempo en el que toda la región permanecía sumergida bajo las aguas del antiguo Mar de Tetis, millones de años atrás.

A medida que se avanza, el cañón se estrecha y el cauce del barranco se hace presente. La ruta permite en su primer tramo caminar junto al arroyo, pero poco después la naturaleza obliga al viajero a mojarse: es necesario continuar con los pies en el agua, lo que añade un toque de aventura al recorrido. Durante el verano, el caudal es escaso y la experiencia resulta cómoda y refrescante, pero en primavera, con el deshielo, el nivel puede crecer considerablemente, dando una imagen muy distinta del entorno.
Asimismo, en pleno corazón del barranco, el visitante puede disfrutar de pequeños saltos de agua y pozas que surgen a lo largo del recorrido, creando rincones tan pintorescos como fotogénicos. Estos elementos, sumados al entorno escarpado y eminentemente natural del cañón, convierten a la ruta del Barranco de la Luna en una de las excursiones más singulares de la provincia. Una vez completada la aventura por la garganta y tras salir del barranco, el camino de vuelta está claramente señalizado: basta con tomar el desvío a la izquierda que conduce de nuevo al aparcamiento junto al cementerio, cerrando así un itinerario sencillo pero profundamente gratificante.
Cómo llegar
Desde Granada, el viaje hasta Seleres es de alrededor de 40 minutos por las carreteras GR-30 y GR-3208. Por su parte, desde Málaga el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 35 minutos por la vía A-7.
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