El castillo incrustado en una roca a más de 1.000 metros de altura que es de los más impresionantes de España

La fortaleza atesora un rico patrimonio histórico y cultural, ya que ha sido paso de civilizaciones en sus casi mil años de historia

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Morella, en Castellón (Adobe Stock).
Morella, en Castellón (Adobe Stock).

En lo alto de la comarca de Els Ports, en Castellón, se alza uno de los castillos más impresionantes de España. A más de mil metros de altitud, esta fortaleza ha sido durante más de un milenio uno de los principales baluartes defensivos de la región y uno de los más impresionantes del Mediterráneo. Desde sus muros y torres se puede disfrutar de unas impresionantes vistas que antaño servían para controlar la región. Además, sus murallas casi intactas rodean la localidad en su conjunto, dando lugar a una imagen única que quita el aliento.

Estamos hablando del castillo de Morella, una fortaleza que se incrusta desafiante en lo alto de la “Muela”, un peñón que domina la localidad homónima. La elección de este enclave no fue casual, pues posición privilegiada permitía controlar las rutas entre el interior de la península y la costa mediterránea, convirtiéndola en un enclave estratégico desde tiempos prehistóricos. Iberos, romanos, visigodos y musulmanes reconocieron su valor, adaptando y reforzando la fortaleza según las necesidades de cada época. Así, a día de hoy se puede contemplar una mezcla de estilos e influencias que evidencian el paso de cada una de estas civilizaciones.

El reflejo de diferentes pueblos

Castillo de Morella, en Castellón
Castillo de Morella, en Castellón (Adobe Stock).

Los primeros restos de ocupación humana en la “Muela” de Morella, donde se asienta la fortaleza, se remontan al III milenio a.C., lo que indica un uso prolongado y casi ininterrumpido del lugar como enclave defensivo. Íberos, romanos, visigodos y musulmanes supieron aprovechar esta altitud natural como punto de control de los caminos comerciales y rutas entre el valle del Ebro y la costa mediterránea, lo que convirtió a la localidad en un centro logístico y militar de primer orden.

Con la conquista cristiana en el siglo XIII, el noble aragonés Blasco de Alagón tomó la ciudad en 1232 en nombre del rey Jaime I, aunque pronto surgieron disputas por su control. Finalmente, la ciudad fue incorporada a la Corona de Aragón, y su castillo comenzó a reformarse siguiendo las necesidades defensivas de la época medieval. La estructura actual —con su plaza de armas, torre del homenaje, torre Pardalea y el Palacio del Gobernador— refleja esa transición del control musulmán al cristiano, con elementos arquitectónicos de ambas culturas. Durante los siglos siguientes, el castillo se convirtió en sede de gobernadores, cárcel real y lugar de paso de reyes y nobles.

A su vez, el siglo XIX marcó uno de los episodios más turbulentos para la fortaleza. En el contexto de las Guerras Carlistas, Morella fue ocupada por el general Ramón Cabrera, conocido como “el Tigre del Maestrazgo”, quien estableció allí su capital entre 1838 y 1840. El castillo resistió múltiples ataques, incluido el asedio dirigido por el general liberal Marcelino Oráa. Durante esos años, las murallas volvieron a tener un papel militar activo, y se reforzaron algunas posiciones con artillería. La figura de Cabrera y su defensa de Morella aún forma parte de la memoria colectiva local.

Tras el conflicto carlista, el castillo fue perdiendo su utilidad militar, y entró en una etapa de progresivo deterioro. Ya en el siglo XX, diversas intervenciones institucionales han buscado frenar ese proceso. En 1931, fue declarado Monumento Histórico-Artístico, lo que permitió la primera protección legal. Durante la Guerra Civil Española, se utilizó como puesto de vigilancia, aunque no fue escenario de combates relevantes. Desde entonces, el castillo ha sido objeto de diversas campañas de restauración y consolidación, destacando las realizadas por el Ministerio de Cultura en las décadas de 1980 y 2010.

Explora el castillo de Morella

Castillo de Morella, en Castellón
Castillo de Morella, en Castellón (Adobe Stock).

Visitar el Castillo de Morella es adentrarse en un laberinto de piedra, historia y panorámicas. El itinerario por sus diferentes espacios permite comprender la evolución defensiva y arquitectónica de una fortaleza que ha resistido siglos de guerras, asedios y transformaciones. La visita, que se inicia desde la entrada principal en la plaza de San Miguel, se desarrolla por un conjunto de estancias, patios y torres, todas ellas adaptadas para el visitante con señalización y materiales divulgativos en varios idiomas. Uno de los primeros puntos destacados es la Plaza de Armas, un amplio espacio abierto que antiguamente albergaba a las tropas.

Hoy, este lugar sirve como introducción al recinto superior y como espacio desde el que contemplar la monumentalidad de la fortaleza. A continuación, se accede al Palacio del Gobernador, una de las zonas más emblemáticas del castillo. Esta construcción servía como residencia y centro administrativo de los responsables del gobierno militar de la plaza. Restaurado parcialmente, alberga hoy paneles informativos y exposiciones permanentes sobre la historia de la fortaleza y de la propia ciudad de Morella. Desde sus balcones y ventanas, se obtiene una de las mejores vistas del casco urbano amurallado.

El ascenso continúa hacia la Torre Pardalea, en la parte noreste del conjunto. Esta robusta estructura defensiva destaca por su ubicación estratégica y por el grosor de sus muros, diseñados para resistir ataques de artillería. Asimismo, Uno de los tramos más impactantes es la subida al punto más alto del castillo, donde se encuentran los restos del antiguo torreón de vigilancia. La escalera es empinada, pero el esfuerzo se ve recompensado con una vista panorámica de 360 grados sobre el Maestrazgo. En días despejados, se puede ver hasta el mar Mediterráneo y las montañas de Teruel, una demostración clara de por qué este lugar fue elegido como enclave estratégico desde tiempos remotos.

Castillo de Morella, en Castellón
Castillo de Morella, en Castellón (Adobe Stock).

Además de las estructuras defensivas, el castillo conserva restos de aljibes excavados en la roca, fundamentales para garantizar el suministro de agua durante los asedios. También pueden observarse tramos de murallas de distintas épocas, desde el periodo islámico hasta reformas realizadas durante las guerras carlistas del siglo XIX. Por último, en el perímetro exterior del castillo, los restos de las antiguas puertas y caminos empedrados invitan a descubrir cómo se conectaba la fortaleza con el resto de la ciudad amurallada. Este recorrido, que se puede realizar a pie, permite visitar otros puntos de interés como las torres de San Miguel, el acueducto medieval y el Convento de San Francisco, integrados en el conjunto histórico de Morella.

Cómo visitarlo: horario y precios

El castillo de Morella permanece abierto al público todos los días de la semana, de lunes a domingo, salvo en fechas festivas señaladas. Durante el horario de verano —comprendido entre finales de marzo y mediados de octubre— el recinto puede visitarse de 11:00 a 19:00 horas. En la temporada de invierno —desde mediados de octubre hasta finales de marzo— el horario se reduce: de 11:00 a 17:00 horas.

En cuanto a las tarifas, la entrada general tiene un coste de 5 euros. Existe un precio reducido de 4 euros para determinados colectivos, como mayores de 65 años, menores entre 6 y 16 años, titulares del Carnet Joven o del carnet de estudiante menor de 25 años, personas con diversidad funcional y familias numerosas.

El impresionante castillo medieval enclavado a 800 metros de altura que es uno de los más grandes de Francia.

Cómo llegar

Desde Castellón, el viaje es de alrededor de 1 hora y 25 minutos por las carreteras CV-10 y N-232. Por su parte, desde Valencia el trayecto tiene una duración estimada de 2 horas y 5 minutos por la vía CV-10.