El espectacular pueblo de Castilla-La Mancha donde el Lazarillo de Tormes engañó al ciego: cuenta con una piscina natural bajo una fortaleza

Una de las localidades más sorprendentes de la geografía española

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El castillo de Escalona, en
El castillo de Escalona, en Toledo (Adobe Stock).

En el corazón de Castilla-La Mancha, a orillas del río Alberche y a los pies de una majestuosa fortaleza medieval, se esconde uno de los pueblos más sorprendentes de la geografía española: Escalona. Esta villa toledana, que conserva buena parte de su trazado medieval, ofrece al visitante una experiencia única: la posibilidad de bañarse en una piscina natural situada justo debajo de un castillo gótico del siglo XV. Naturaleza, historia y literatura se funden aquí en una postal insólita que no deja indiferente.

Un enclave donde el tiempo se detiene

Escalona se encuentra protegida por la Sierra de Gredos y atravesada por el río Alberche, que forma a su paso un gran arenal rodeado de vegetación de ribera. Allí, las aguas frías y cristalinas del río, poco profundas y llenas de fauna, crean una zona ideal para el baño, perfecta para acudir en familia e incluso con mascota. Es un auténtico oasis en plena meseta castellana, con vistas privilegiadas a la estructura imponente del castillo.

Este arenal se ha convertido en una piscina natural en toda regla, de libre acceso y con un entorno que recuerda a una playa fluvial. Se trata de uno de los secretos mejor guardados de la provincia de Toledo, un lugar donde la naturaleza y el patrimonio se dan la mano.

Una fortaleza de leyenda

Dominando el paisaje desde lo alto y vigilando toda la localidad, se erige el Castillo de Escalona. Construido por el condestable Álvaro de Luna en el siglo XV, este conjunto monumental está dividido en dos partes: la fortaleza militar y el palacio mudéjar. Su torre del homenaje, de 22 metros de altura, impresiona tanto por su robustez como por su historia.

La fortaleza, que ya existía en época romana y fue ocupada por musulmanes antes de ser reconquistada por Alfonso VI, ha vivido episodios claves en la historia peninsular. Desde ataques de almorávides hasta el auge y caída de su más ilustre propietario, Álvaro de Luna, cuya viuda se convirtió en la célebre “triste condesa” tras su ejecución. Además, en su interior llegó a desarrollarse una secta conocida como Los alumbrados de Escalona, perseguida por la Inquisición en el siglo XVI.

Hoy, el castillo puede visitarse y permite observar tanto su vertiente defensiva como su historia doméstica, gracias a su palacio interior y a los miradores que lo rodean.

Un pasaje del Lazarillo de Tormes grabado en sus calles

La columna contra la que
La columna contra la que el ciego del Lazarillo de Tormes se golpeó. (Escalona Turismo)

Escalona es también un lugar de referencia para los amantes de la literatura. En su Plaza Mayor, una de las más bellas de la comarca, tiene lugar el desenlace del primer libro del Lazarillo de Tormes, tal y como explican en el portal de turismo del municipio. En este espacio aún podemos contemplar la columna desde la que Lázaro engañó al ciego, el célebre episodio del “cabezazo”, convertido ahora en rito simbólico para quienes buscan liberarse de cargas emocionales.

Lo curioso es que esa columna no siempre estuvo allí. Originalmente, formaba parte del patio principal del castillo y fue trasladada tras la invasión napoleónica. Este gesto resume el espíritu de Escalona: un lugar donde nada es lo que parece y donde siempre hay una historia oculta esperando ser descubierta.

Otros elementos destacados de su patrimonio son la Iglesia de San Miguel, que conserva una estructura colegial tras diversas reformas, y la Puerta de San Ramón, acceso al recinto amurallado. Desde allí se puede bordear el perímetro de la villa hasta alcanzar el castillo, mientras se disfruta del entorno natural y de los Miradores del Alberche, el punto ideal para comprender la relación entre la villa, el río y la fortaleza.

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Una localidad guerrera que conserva más del 70% de su casco histórico

A punto de cumplir 900 años, Escalona ha sabido preservar más del 70% de su casco histórico. Sus casas con balcones de madera, soportales y callejones empedrados invitan a perderse sin prisa. En sus calles todavía se respira la esencia de un pueblo que fue importante plaza militar y que hoy es refugio de visitantes que buscan historia y tranquilidad. Además, su vinculación con la cultura no se limita al pasado. Escalona celebra cada año festividades populares que recuperan su tradición medieval.

Cómo llegar a Escalona

Para llegar a Escalona desde Madrid hay diferentes opciones.

En autobús

La compañía Cevesa ofrece 2 servicios directos diarios desde la Estación Sur hacia Escalona. El trayecto dura entre 1 h 50 min y 2 h 15 min, y el billete cuesta entre 5 € y 13 €.

En coche

Toma la A‑5 (Madrid–Badajoz), desvío en Maqueda hacia la N‑403, que lleva directamenta a Escalona.La distancia es de unos 90 km, lo que equivale a un trayecto de aproximadamente 1 hora.