Un castillo del siglo XI, bonitas playas y un casco histórico único: así es Salobreña, la joya de la Costa Tropical

Sus casas blancas incrustadas bajo la fortaleza dan lugar a uno de los paisajes más bonitos de Andalucía, a lo que hay que sumar sus playas y preciosas calles

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Sus casas blancas incrustadas bajo la fortaleza dan lugar a uno de los paisajes más bonitos de Andalucía, a lo que hay que sumar sus playas y bonito casco histórico

A orillas del Mediterráneo y con su imagen de postal, Salobreña se alza como uno de los destinos más especiales de Granada. Enclavado en la Costa Tropical, sus playas y suaves temperaturas lo convierten en una de las joyas del litoral granadino. Pero no solo eso, pues sus calles empedradas descubren un casco histórico de gran belleza donde el viajero puede contemplar un impresionante conjunto monumental. Este se encuentra coronado por el imponente castillo, el cual se incrusta en lo alto de un cerro, coronando la localidad y brindando una de las vistas más bonitas de Granada.

La ubicación costera privilegiada de Salobreña lo ha convertido en uno de los lugares más destacados para el verano. Sus playas cuentan con una gran variedad y son perfectas para descansar y relajarse en ellas. Además, para los más aventureros, también existe la posibilidad de practicar deportes acuáticos como kayak, paddle surf o submarinismo. Todo ello acompañado de una increíble oferta hotelera y gastronómica que hace de esta localidad un destino obligatorio.

El castillo musulmán como sello de identidad

Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)
Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)

Salobreña tiene su origen en la cultura argárica y de los fenicios, y a lo largo de su historia ha adoptado numerosos nombres. Fue la Salambina de los cartagineses, la Segalvina de los romanos y la Salawbiniya de los árabes. Estos últimos levantaron uno de los emblemas de la localidad: el castillo. Esta fortaleza cumplió una función primordial como punto de vigilancia y defensa frente a incursiones enemigas. Fue en el siglo XI cuando los gobernantes ziríes erigieron esta fortificación para proteger la región de ataques cristianos. Sin embargo, durante el periodo nazarí, la fortaleza llegó a albergar un palacio real, el cual sería utilizado también como prisión real.

La estructura que hoy se contempla ha experimentado diversas transformaciones, particularmente durante la Reconquista y los posteriores siglos de dominación cristiana. Así, con la caída de Granada en 1492, el castillo de Salobreña pasó a manos de los Reyes Católicos. Durante este período, la fortificación experimentó nuevas modificaciones que la adaptaron a los requerimientos militares de la época. De este modo, se puede contemplar una arquitectura militar compuesta por murallas, torres y un patio de armas que se distribuyen en torno a tres recintos diferenciados.

El recinto interior, de planta triangular, se corresponde con la alcazaba o alcázar nazarí y está marcado por cuatro torres: la Torre del Homenaje, la Torre Nueva, la Torre del Polvorín y la Torre Vieja. Los otros dos recintos, estrictamente defensivos, fueron construidos por los cristianos a finales del siglo XV. Uno de ellos protege el frente este y sudeste, mientras que el otro resguarda el frente norte. En este último se encuentran la torre de acceso y la barrera exterior, flanqueada por dos torres más: El Cubo, de planta elíptica, y La Batería, de planta pentagonal. Finalmente, la Coracha, un sistema defensivo que asegura una toma de agua, incluye en sus extremos la Torre del Agua y la Torre de la Coracha o el Baluarte.

Un paseo por Salobreña

Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)
Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)

Más allá del castillo, Salobreña está llena de encantos. Su casco histórico, situado bajo los pies de la fortaleza, cuenta con un trazado laberíntico en el que sus calles descubren una arquitectura de gran belleza. En ella, sus casas blancas típicas de Andalucía dan lugar a una de las imágenes más características del pueblo. Así, el barrio del Albaycín y el barrio del Brocal se distribuyen a lo largo de la muralla, de la que solo quedan los restos de una de sus torres, denominada ‘El Torreón’. Los rincones, recodos, calles estrechas y fachadas coloridas son una de las señas de identidad de los arrabales de estos barrios.

Igualmente, el visitante puede admirar también monumentos de gran valor como la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, un templo construido en el siglo XVI sobre la antigua mezquita musulmana. Otro punto de interés es el pasaje conocido como la Bóveda, el cual comunicaba el barrio del Albaicín con el núcleo de la antigua Medina, centro de la actividad comercial. A esto hay que sumar el Paseo de las Flores, un enclave construido en 1970 en la ladera donde se asentaron los primeros habitantes. Es ideal para pasear, ya que cuenta con jardines y espacios verdes.

Sin embargo, si hay un rincón que atesora la esencia propia de la villa es el mirador de Enrique Morente. Situado a casi 100 metros de altura, este balcón hace honor a la figura de uno de los cantaores de flamenco granadinos más grandes e innovadores. Con una figura del artista y unas vistas impresionantes del mar, el barrio de La Caleta, las playas, los acantilados y la Sierra del Chaparral, es uno de los lugares más mágicos de Salobreña. El mirador del Postigo es otro de los atractivos del pueblo gracias a sus vistas de la ladera y el valle.

Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)
Salobreña, en Granada. (Adobe Stock)

Por último, Salobreña vivió una época de esplendor en el siglo XX gracias al cultivo de la caña de azúcar y especies tropicales. Testigo de este pasado es la Azucarera del Guadalfeo, antes llamada Nuestra Señora del Rosario, una fábrica construida en el año 1861. Fue la única de Europa que durante más de un siglo transformó la caña de azúcar para conseguir azúcar, mieles y alcoholes para producción de ron y otros. Fue cerrada en 2006 y ahora está catalogada como Bien de Interés Cultural de Andalucía.

Playas tranquilas y calas escondidas

Salobreña es también sal y arena, y sus playas son de las más singulares de Granada. De todas ellas, la de La Guardia es la más conocida, pues con casi un kilómetro de longitud y rodeada de cultivos, es ideal para el descanso y la relajación. Con acceso sencillo y multitud de servicios, pasar un día en familia y con amigos es uno de los mejores planes que ofrece. A ella se le suma la playa de La Charca, que con alrededor de dos kilómetros de longitud, es de carácter urbano y cuenta con unas vistas increíbles del Peñón de Salobreña.

Se trata de una mole rocosa que se adentra en el mar y es uno de los emblemas del municipio. Desde su cima, accesible por escaleras naturales, se contempla una de las mejores vistas panorámicas de la costa granadina, con los tonos anaranjados del atardecer fundiéndose en el horizonte. A su vez, las calas de El Caletón y El Pargo descubren un paisaje totalmente salvaje que hace las delicias de los más aventureros. Son zonas solo accesibles a pie o en embarcación, donde las rocas dibujan piscinas naturales y se abren cuevas marinas que permiten la exploración discreta de un entorno que permanece casi intacto.

La playa de La Guardia,
La playa de La Guardia, en Salobreña, Granada. (Adobe Stock)

Cómo llegar

Desde Granada, el viaje es de alrededor de 50 minutos por la carretera A-44. Por su parte, desde Málaga el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora y 25 minutos por la vía A-7.