
Guadalajara es un destino rico en contrastes, donde la historia y la naturaleza conviven en perfecta armonía. Desde su capital homónima, con un casco histórico que refleja su pasado medieval y renacentista, hasta los pintorescos pueblos que salpican su territorio, este rincón de Castilla-La Mancha ofrece una variedad de paisajes y experiencias únicas. Famosa por sus fortalezas, como el imponente castillo de Sigüenza, y por su patrimonio natural, que incluye el Parque Natural del Alto Tajo y la arquitectura negra de sus pueblos, Guadalajara es un destino que cautiva tanto a los amantes de la cultura como a los que buscan desconectar en plena naturaleza.
Es por ello, que Atienza se alza como uno de los lugares más especiales de la provincia. Este pueblo de poco más de 400 habitantes se ubica en la Serranía Norte de Guadalajara, en un cruce de caminos. Por sus alrededores pasan la ruta del Cid, la del Románico Rural y la del Quijote. Pero si por algo destaca la localidad es por su impresionante patrimonio histórico y cultural, donde el castillo emerge como su principal atractivo. Su silueta, incrustada en la roca, domina todo el entorno y entre sus muros esconde una historia de batallas y control.
Pero esto no se queda aquí, pues a los pies del castillo, en la loma del cerro donde se ubica, su casco histórico permite disfrutar de un conjunto monumental que invita a perderse. Esto lo convierte en un destino ideal para una escapada, de hecho, el National Geographic lo ha seleccionado como el pueblo más bonito al que viajar en junio.
La Edad Media: su periodo de esplendor

Atienza cuenta con una historia que se remonta a la época celtíbera y romana, cuando fue una plaza estratégica en la zona. Sin embargo, daría a conocerse bajo el dominio musulmán, cuando se construyó su castillo, el cual fue más tarde reforzado tras la Reconquista. En el siglo XII, Alfonso VIII consolidó su control, siendo liberado de joven por los caballeros de la villa, episodio que originó la fiesta de la Caballada. Igualmente, durante la Edad Media, Atienza vivió un notable auge, reflejado en sus murallas, sus más de diez iglesias y su importancia comercial, al situarse en rutas ganaderas y caminos históricos.
Además, fue testigo del paso de Rodrigo Díaz de Vivar, “el Cid”, como recoge el Cantar. Con los siglos, perdió influencia, aunque conservó su riqueza patrimonial. Ya en el siglo XX, comenzó su recuperación como destino turístico, siendo declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1962. Hoy, la villa mantiene vivo su legado medieval, su arquitectura tradicional y sus festividades, como testimonio de su papel en la historia castellana.
El castillo roquero
El principal monumento de la localidad es su castillo. Esta fortaleza roquera es de las más singulares de Castilla-La Mancha y su posición estratégica permitía controlar los caminos que unían la meseta norte con el valle del Henares. Esto convirtió a Atienza en un punto clave en la defensa del territorio durante siglos. El origen del castillo se remonta a la época andalusí, cuando formaba parte de una red de torres y atalayas musulmanas. Tras la toma cristiana, fue reforzado por los reyes castellanos, especialmente a partir del siglo XI. Su torre del homenaje, hoy parcialmente conservada, es el elemento más reconocible. En su interior se han documentado restos de aljibes y otras estructuras defensivas.
Durante los siglos XII y XIII, el castillo fue ampliado para adaptarse a las nuevas técnicas de combate. Desde él se articulaba un sistema defensivo que incluía una muralla urbana con más de dos kilómetros de perímetro. Esta muralla contaba con varias puertas de acceso, de las que aún se conservan algunas de las más notables: el Arco de Arrebatacapas —nombrado por los fuertes vientos que atraviesan la zona—, la puerta de la Guerra, la puerta de la Nevera y el Arco de San Juan. Hoy, el castillo está en ruinas, pero sus restos siguen siendo imponentes y permiten comprender la función militar y simbólica que tuvo. De hecho, se puede visitar de forma gratuita y libre. Además, desde su altura se obtienen vistas panorámicas de la comarca, lo que hace evidente su papel como centinela del norte de Guadalajara.
Un paseo por Atienza

Bajo el castillo, las calles empedradas y estrechas conforman un casco histórico que invita a perderse. Este se articula en torno a la Plaza del Trigo y la Plaza de España, siendo puntos de partida ideales para descubrir todos los rincones de Atienza La primera, con sus soportales y casas de arquitectura tradicional, es considerada una de las más bellas de Guadalajara, mientras que la Plaza de España alberga la Casa del Cordón, sede de la oficina de turismo y del Museo Etnográfico.
Sin embargo, mientras que se pasea por sus calles, lo que más llama la atención es su impresionante patrimonio eclesiástico. En la Edad Media, la localidad llegó a albergar hasta 14 iglesias, Aunque no todas han llegado intactas a nuestros días, varias de ellas se conservan y han sido reconvertidas en espacios museísticos o culturales, lo que permite al visitante recorrer siglos de historia a través del arte sacro, la arquitectura románica y los vestigios litúrgicos. Una de las más destacadas es la iglesia de San Bartolomé, construida en el siglo XII y de estilo románico. Su atrio porticado, sostenido por columnas que forman siete arcos, constituye una de las estampas más reconocibles de la villa.
En su interior se conserva un retablo barroco y varios elementos originales, como capiteles tallados y una pila bautismal románica. La iglesia de San Gil, también de origen románico, alberga el Museo de Arte Sacro, con una valiosa colección de orfebrería, tallas religiosas, manuscritos, esculturas medievales y piezas litúrgicas procedentes de distintas parroquias de la comarca. Otro espacio relevante es la iglesia de la Santísima Trinidad, hoy sede del Museo de la Caballada, y no menos importante es la iglesia de Santa María del Rey, ubicada a los pies del castillo.
Un patrimonio cultural envidiable

Pero más allá de sus calles y monumentos, Atienza destaca por tener una de las celebraciones más especiales de Guadalajara: la fiesta de la Caballada de Atienza. Declarada como Fiesta de Interés Turístico Nacional, esta tradición, que se remonta a hace más de 850 años, conmemora el rescate de Alfonso VIII de las presiones de Fernando II de León, garantizando la independencia de la corona castellana gracias a la astucia de la cofradía de arrieros de Atienza.
Familias burguesas de la época resguardaron al joven rey Alfonso VIII tras las murallas de Atienza. El asedio de los simpatizantes de Fernando II no fue efectivo y todo quedó solucionado en la mañana de Pentecostés del año 1162: la mencionada cofradía de arrieros pidió permiso para hacer una romería a la ermita de la Virgen de la Estrella. Los proleoneses accedieron y esa maniobra sirvió de distracción para que las caballerías más rápidas de Castilla llevasen al rey hasta Ávila.
Según informa el Portal de Cultura de Castilla-La Mancha, la celebración tiene su día grande en el Domingo de Pentecostés en mayo (este año cae en 8 de junio). A primera hora de la mañana, los habitantes del pueblo se visten con capa y sombrero españoles y hacen una romería organizada por la Cofradía de la Santísima Trinidad. Realizan un trayecto desde el municipio hasta la ermita de la Estrella, y cuando llegan al templo bajan delos caballos y comienza la procesión. Así recrean la hazaña de sus antepasados.
Cómo llegar
Desde Guadalajara, el viaje es de alrededor de 1 hora y 10 minutos por las vías CM-101 y CM-1001. Por su parte, desde Soria el trayecto tiene una duración estimada de 1 hora por las carreteras A-15 y CL-101.
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