
A unos 30 kilómetros de Valladolid y asomado al río Duero, se alza uno de los pueblos más impresionantes de España. Esta villa, enclavada en un cruce de caminos, cuenta con una profunda herencia histórica palpable en cada rincón. Por sus calles, reyes y reinas descubren un patrimonio único que hacen de ella uno de los destinos más espectaculares de la región. Tanto es así, que uno de sus monumentos hace honor a un episodio que decantó el devenir de nuestro país.
Estamos hablando de Tordesillas, un balcón sobre el Duero que fue un lugar de paso, de encuentro y de decisiones trascendentales. Su nombre quedó inscrito en los libros de historia el 7 de junio de 1494, cuando los representantes de los Reyes Católicos y del rey Juan II de Portugal firmaron aquí el Tratado de Tordesillas, por el que se repartieron las tierras descubiertas y por descubrir al otro lado del Atlántico. Pero no solo eso, pues su casco histórico, declarado conjunto histórico-artístico, descubre rincones que invitan a perderse.
Un tratado y el confinamiento de Juana I de Castilla
El origen de Tordesillas no se sabe con certeza, pero en sus alrededores se han encontrado asentamientos que datan de la Segunda Edad del Hierro. No obstante, el pueblo es mencionado por primera vez en el año 939, cuando Abderramán III pasó por Tordesillas después de sitiar Zamora con un ejército de 100.000 hombres. Ya bajo dominio cristiano, en el año 1262 Alfonso X el Sabio le concede Fuero Real, un estatuto jurídico privilegiado de núcleos de población, que fue usado fundamentalmente para la repoblación de Castilla.

La ciudad cobró importancia con los Trastámaras, especialmente durante los reinados de Enrique III y Juan II, momentos en los que Tordesillas se consolidó como un punto de encuentro político y militar. En 1401, se celebraron aquí Cortes convocadas por Enrique III, un evento clave en la historia de la Corona de Castilla. Aunque si por algo destaca la localidad es por la firma del Tratado de Tordesillas en 1494, por el cual las Coronas de Castilla y Portugal se repartieron el dominio de las rutas de navegación y la conquista del Nuevo Mundo. Este acuerdo definió la política internacional de las dos potencias durante siglos y sentó las bases para la expansión imperial.
El siglo XVI trajo consigo la figura de Juana I de Castilla, conocida como ‘la Loca’, quien pasó gran parte de su vida recluida aquí, tras ser apartada del poder por su padre Fernando el Católico. Juana vivió durante 46 años en el monasterio de Santa Clara, un lugar que también se convirtió en un refugio para otros miembros de la familia real. La presencia de Juana en Tordesillas fue fundamental durante las disputas dinásticas y las tensiones entre los partidarios de su madre Isabel y su prima Juana ‘la Beltraneja’.
A su vez, el paso del tiempo trajo consigo una serie de transformaciones en la villa. En el siglo XVIII, el Palacio Real se encontraba en ruinas y en 1771 Carlos III ordenó su demolición. A lo largo de los siglos XIX y XX, Tordesillas continuó siendo un referente histórico, con eventos significativos como la visita de la Reina Isabel II en 1858 y la conmemoración del V Centenario del Tratado de Tordesillas en 1994.
Un paseo por Tordesillas

Precisamente este acontecimiento da lugar a uno de los monumentos más emblemáticos de Tordesillas: las Casas del Tratado. Se trata de dos palacios unidos en los que tuvo lugar la firma de dicho Tratado. Sin embargo, la construcción de ambos edificios corresponde a épocas diferentes. La casa más antigua es de finales del XV y en ella tuvieron lugar las negociaciones del Tratado de Tordesillas, mientras que la otra casa es de la segunda mitad del siglo XVII y su gran volumen y nobleza de elementos demuestran que perteneció a una familia ilustre.
Pero más allá de este monumento, la localidad cuenta con un casco histórico que invita a perderse. Caminar por sus calles descubre un rico patrimonio que se traduce en espacios tan singulares como la Plaza Mayor, su centro neurálgico; los restos de la muralla; o el impresionante puente que da acceso al pueblo. Aunque si hay uno que destaca sobre los demás, ese es el impresionante monasterio de Santa Clara. Se trata del primer palacio de la villa construido en 1340 por Alfonso XI y en 1363 fue convertido en convento por su hijo Pedro I.
Su interior conserva yeserías, alicatados y techumbres que remiten a la arquitectura andalusí, con un espectacular artesonado de tradición almohade en la antigua sala del trono. Además, en sus estancias residió durante casi medio siglo Juana I de Castilla, conocida como Juana ‘la Loca’, confinada allí tras la muerte de Felipe el Hermoso.
El monasterio, declarado Bien de Interés Cultural, pertenece a la orden de las clarisas y puede visitarse parcialmente, incluida su impresionante iglesia gótica. Por último, Tordesillas cuenta con un amplio conjunto museístico que se refleja en espacios como el Museo del Tratado de Tordesillas, el Museo y Centro Didáctico del Encaje en Castilla y León y el Museo de San Antolín.
Un rico entorno con muchas actividades

Pero la localidad no es solo es un destino para los amantes de la historia, sino también para aquellos que buscan disfrutar del entorno natural y de diversas actividades recreativas. La ciudad está bañada por el río Duero, lo que permite realizar agradables paseos fluviales que ofrecen una perspectiva única del paisaje. Además, Tordesillas se encuentra en una ubicación estratégica para el turismo enológico, ya que está cerca de cuatro de las denominaciones de origen más importantes de España: Rueda, Toro, Ribera del Duero y Cigales. Los aficionados al vino podrán disfrutar de visitas a bodegas y rutas enológicas que recorren esta célebre región vitivinícola.
Para los más aventureros, el entorno ofrece una amplia oferta de actividades, como karting, paintball, quads, un campo de golf y un aeródromo donde se realizan bautismos de vuelo. Los más pequeños también encontrarán su espacio en el Valle de los Sentidos, un parque infantil al aire libre que garantiza diversión en un entorno natural. Igualmente, su cercanía a otras localidades de gran interés turístico, como Valladolid y Medina del Campo, convierte a la villa en un punto de partida ideal para explorar más de Castilla y León.
Cómo llegar
Desde Valladolid, el viaje es de alrededor de 30 minutos por la carretera A-62. Por su parte, desde Zamora el trayecto tiene una duración estimada de 50 minutos por la vía A-11.
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