
La provincia de Granada, históricamente considerada un territorio fronterizo durante la época de Al-Andalus, guarda en su geografía una impresionante colección de fortificaciones que dan cuenta de su crucial rol en la defensa del último reino musulmán independiente de España. Desde la majestuosa Alhambra hasta las ocultas fortalezas de la sierra, Granada alberga un legado militar que aún se conserva, permitiendo al visitante adentrarse en una historia marcada por la resistencia, la cultura y la arquitectura. Un recorrido por los castillos de la provincia nos permite revivir la memoria de una época que, aunque lejana, sigue viva en cada piedra y cada torre.
Alcazaba de Guadix
Enclavada en el corazón de la comarca de Guadix, la alcazaba de Guadix es un ejemplo de fortaleza que combina la funcionalidad defensiva con el encanto de las construcciones musulmanas. Erigida en el siglo XI bajo la dinastía zirí, esta alcazaba se presenta en dos recintos: el original y un segundo recinto interior, más alto, con una imponente torre central que era destinada a residencia.
A lo largo de los siglos, el edificio ha sido testigo de múltiples eventos históricos, desde la reconquista hasta la invasión napoleónica, y hoy es un Monumento Artístico Nacional. Aunque la fortaleza quedó abandonada tras la Reconquista, su restauración por el Seminario Menor de Guadix ha permitido que el público pueda disfrutar de su esplendor. El mejor mirador de la alcazaba se encuentra en las famosas cuevas de Guadix, una de las particularidades de este pueblo, que se presenta como una perfecta mezcla de historia, naturaleza y arquitectura.
Castillo de La Calahorra

No muy lejos de la alcazaba de Guadix, en el Marquesado del Zenete, se alza el castillo de La Calahorra, una fortaleza que marca un hito en la historia de la arquitectura militar. Construido en 1509, es la primera obra renacentista de la Península Ibérica, lo que le otorga una singularidad excepcional. Con su planta rectangular y sus torres cilíndricas coronadas por cúpulas, el castillo no solo cumplía una función defensiva, sino también residencial.
En su interior, el visitante puede disfrutar de un patio con arcos de mármol de Carrara, un claustro de estilo renacentista y dependencias decoradas con artesonados. El castillo, que en su día estuvo a punto de ser desmantelado y vendido piedra por piedra a Estados Unidos, sigue siendo una joya arquitectónica visitable, a pesar de estar en manos privadas.
Alhambra
La Alhambra de Granada, sin duda la fortaleza más conocida y visitada de la provincia, fue no solo un palacio real, sino un verdadero sistema defensivo. Desde su construcción en el siglo XI, la Alcazaba de la Alhambra ha sido testigo de diversas transformaciones, convirtiéndose de pequeña fortaleza en un monumental complejo que ha resistido el paso del tiempo. La Alhambra, con sus enormes murallas, torres y patios interiores, era el corazón militar del reino nazarí, y es aquí donde se libraron muchas de las batallas decisivas de la época.
En su interior se encontraba la medina, que albergaba a los sirvientes y empleados, mientras que las torres, como la de la Vela y la del Homenaje, reforzaban su carácter de fortaleza inexpugnable. La Alhambra no solo es un símbolo de la resistencia musulmana, sino también un testimonio de la extraordinaria riqueza cultural de Al-Andalus, con sus jardines, fuentes y detalles arquitectónicos que la convierten en uno de los patrimonios más valorados del mundo.
Castillo de Montefrío

El Castillo de Montefrío, ubicado en una localidad considerada Conjunto Histórico-Artístico desde 1982, es otra de las grandes fortificaciones granadinas que nos transporta a la época medieval. Construido en 1352 bajo el reinado de Yusuf I, el castillo sirvió para defender el reino de Granada de los avances cristianos. En la actualidad, poco queda de su antigua estructura, pero su ubicación, sobre un peñón rocoso, sigue siendo impresionante.
Aunque ya no se conserva la torre del homenaje ni los patios de armas, el castillo es un emblema de la lucha por la frontera de Al-Andalus. Tras la reconquista, una iglesia gótica-renacentista fue erigida sobre sus cimientos, simbolizando la victoria cristiana, pero el castillo sigue siendo un lugar de interés cultural, con un centro de interpretación de la historia de la frontera de Al-Andalus.
Castillo-palacio de Láchar
El castillo-palacio de Láchar, ubicado en la localidad granadina de Láchar, está envuelto en una leyenda que lo vincula al conde Don Julián, quien lo habría construido para proteger a su hija Florinda del rey visigodo Don Rodrigo. Sin embargo, la realidad histórica del castillo comienza en el siglo XIV, cuando se erige una torre vigía de alquería en las tierras de la familia Real nazarí. Tras la reconquista cristiana, los Cañaveral adquirieron la fortaleza y a lo largo de los siglos la modificaron, especialmente en el siglo XIX, cuando Julio Quesada Cañaveral construyó una zona palaciega adyacente.
A lo largo de su historia, el castillo-palacio ha sido un punto de encuentro para pintores, nobles y figuras relevantes, e incluso albergó al rey Alfonso XIII. Su arquitectura, de estilo neoárabe, se caracteriza por yeserías, azulejos, capiteles y puertas talladas del siglo XVI, junto con un mobiliario de gran valor artístico. Actualmente, el palacio funciona como un alojamiento privado y un espacio para eventos, mientras que el castillo, declarado Bien de Interés Cultural, puede ser visitado, permitiendo descubrir su rica historia y su impresionante arquitectura.
Castillo de Salobreña

Salobreña, ubicada a orillas del mar Mediterráneo, es otra de las localidades de Granada que conserva una fortaleza de origen árabe. El castillo de Salobreña, que data del siglo X, ha sufrido numerosas renovaciones a lo largo de los siglos, lo que le ha dado un aspecto único, con una planta trapezoidal y tres recintos. En su interior, se pueden ver restos de la alcazaba, torres defensivas y un impresionante mirador que ofrece vistas panorámicas del mar y la ciudad. Durante el periodo nazarí, el castillo sirvió como residencia y prisión, y fue entregado a las tropas cristianas a finales del siglo XV. Su restauración ha permitido que se mantenga como uno de los atractivos turísticos de la región.
La Alcazaba de Loja
Loja, al oeste de Granada, fue la última frontera de Al-Ándalus, y la alcazaba de Loja fue una de las principales defensas en ese límite. A lo largo de los siglos, el recinto se fue adaptando, y hoy se conserva como Bien de Interés Cultural. El castillo, que data del siglo IX, se complementa con la vecina iglesia Mayor de la Encarnación, marcando el perfil más cautivador de Loja. Dentro del recinto, los visitantes pueden explorar el patio de armas, el aljibe nazarí y la torre del homenaje, desde donde se tiene una excelente vista del paisaje circundante. El castillo alberga un museo que recoge la historia y el patrimonio de la localidad, completando la experiencia de descubrir una de las últimas fortificaciones musulmanas de Granada.
Castillo de Moclín
Situado en la localidad de Moclín, en la provincia de Granada, el castillo de Moclín, conocido también como Hins Al-Muqlin —que significa “fortaleza de las dos pupilas” en árabe— fue erigido a mediados del siglo XIII con el objetivo de defender el reino nazarí de Granada. Su construcción, adaptada al terreno irregular, se alza sobre una de las colinas más altas de la zona, a unos mil metros sobre el nivel del mar, lo que le otorga una ubicación estratégica.
La fortaleza está protegida por imponentes murallas exteriores, especialmente robustas en su lado sur y oeste, donde la propia roca de la colina refuerza su defensa. El acceso al castillo desde el Camino Real conduce hacia una segunda zona, correspondiente a la alcazaba, donde se encuentran la torre del homenaje y un gran aljibe. Hoy en día, el Castillo de Moclín está declarado Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural, y su excelente estado de conservación permite que sea visitado, ofreciendo una ventana al pasado medieval de la región.
Castillo de San Miguel
La fortaleza de San Miguel, en Almuñécar, es otro de los castillos granadinos que ha sido testigo de la historia de la región. Su origen se remonta a la época musulmana, aunque en el siglo XVI fue remodelado con elementos de la arquitectura cristiana. El castillo, que mira al mar desde su cerro, ha sido utilizado como residencia de descanso para la dinastía nazarí y, más tarde, como defensa ante los ataques. Hoy en día, el castillo de San Miguel alberga el Museo de la Ciudad, que permite a los visitantes adentrarse en la historia de Almuñécar y su relación con las civilizaciones fenicia, romana y musulmana.
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