Una de las rutas más bonitas de Málaga: recorre un río a través de cascadas, estrechos cañones y piscinas naturales

Cuenta con una dificultad moderada, pero su esfuerzo vale la recompensa de descubrir un paisaje que sorprende

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Ruta por el río Chíllar,
Ruta por el río Chíllar, en Nerja, Málaga (Adobe Stock).

Málaga es mucho más que sol, playas y pueblos con encanto. Su geografía diversa la convierte en un paraíso para los amantes de la naturaleza y, especialmente, del senderismo. Desde desfiladeros que desafían la gravedad hasta montañas imponentes y cañones esculpidos por el agua, la provincia ofrece una red de rutas para todos los niveles y gustos. Tanto en la costa como en el interior, los senderos malagueños permiten adentrarse en paisajes de una belleza singular, en los que la naturaleza se despliega en todo su esplendor.

Uno de estos recorridos es el que descubre los maravillosos rincones del río Chillar. El sendero, que sigue su curso, es uno de los más bonitos de Nerja y donde el agua es la principal protagonista. Sin embargo, tal y como señalan desde la web de turismo de la localidad, es una excursión para hacerla bien preparada. "Es una caminata de nivel medio, aunque hasta la primera poza es un poco más fácil y apta para más gente". Así, la ruta de los Cahorros cuenta con una longitud total de alrededor de 16 kilómetros en sentido ida y vuelta y una duración que ronda las siete horas si se desea llegar a la poza conocida como el Vado de los Patos.

Un camino a través del agua

Ruta por el río Chíllar,
Ruta por el río Chíllar, en Nerja, Málaga (Adobe Stock).

La ruta comienza en el camino de los Almachares, en Nerja. Se recomienda aparcar en los estacionamientos habilitados, ya que el acceso con vehículos está restringido más adelante. Desde allí, un tramo asfaltado de aproximadamente un kilómetro y medio lleva hasta la entrada del Parque Natural de las Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. El primer punto de referencia es una fábrica de hormigón, donde el asfalto da paso a un sendero empedrado. Poco después, una barrera marca la entrada oficial al parque. Aunque esta parte del recorrido puede parecer monótona, pronto el paisaje cambia por completo y da inicio la verdadera aventura.

A partir de este punto, el río Chillar se convierte en la guía natural del camino. En un primer tramo, su caudal es bajo, lo que permite caminar junto a él sin dificultad. La vegetación se vuelve más abundante, con cañaverales, palmitos y juncales que dan sombra y frescura al sendero. Tras aproximadamente dos kilómetros, el sendero llega a un punto emblemático: “La Tercera Fábrica” o “Salto Grande”, una antigua construcción hidroeléctrica junto a una poza de poca profundidad. Es un lugar ideal para una primera pausa y para que los más pequeños disfruten de un baño refrescante. Sin embargo, en épocas de lluvias intensas, el agua puede desbordar la rampa de acceso, lo que requiere precaución al subirla.

A partir de aquí, el recorrido exige mojarse los pies de manera constante, con tramos donde el agua puede llegar a los tobillos o, en épocas de crecidas, incluso hasta las rodillas. La ruta se vuelve más verde y frondosa, creando una sensación de inmersión total en la naturaleza.

Paredes verticales y la ansiada poza

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Ruta por el río Chíllar, en Nerja, Málaga (Adobe Stock).

A unos cuatro kilómetros del inicio se encuentra uno de los paisajes más espectaculares del recorrido: los Cahorros. Se trata de una sucesión de tres estrechos cañones en los que el río ha excavado profundas gargantas en la roca. En algunos puntos, las paredes están tan próximas que se pueden tocar con ambas manos al mismo tiempo, formando pasillos naturales de apenas un metro de ancho y más de veinte metros de altura. Al cruzar el segundo de estos desfiladeros, aparece una poza de medio metro de profundidad, ideal para hacer una pausa, comer algo y decidir si continuar el trayecto hasta “El Vado de los Patos”.

Para quienes deciden seguir adelante, el camino se vuelve más exigente. El paisaje se torna aún más espectacular, con rocas de mayor tamaño y saltos de agua que anticipan la llegada a la gran poza. La presencia de bloques de piedra obliga a sortear obstáculos y a mantener el equilibrio en algunos tramos resbaladizos. Tras unos dos kilómetros más, las formaciones rocosas anuncian la proximidad de la meta. Finalmente, a los ocho kilómetros de recorrido, aparece la esperada cascada de “El Vado de los Patos”, una gran poza natural de aguas cristalinas donde los excursionistas pueden disfrutar de un baño y relajarse con el sonido del agua cayendo sobre las rocas.

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