La ciudad antigua de Myra: un parque arqueológico con tumbas excavadas en la roca y un increíble anfiteatro romano

Este enclave fue un importante centro para el cristianismo y ahora se ha convertido en todo un atractivo turístico

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Myra, en Turquía (Adobe Stock).
Myra, en Turquía (Adobe Stock).

Turquía es un cruce de civilizaciones con un vasto patrimonio histórico. Desde la antigua Troya hasta las ruinas de Éfeso y Göbekli Tepe, el templo más antiguo del mundo, el país alberga vestigios de imperios que marcaron la historia. A su vez, monumentos como Santa Sofía y la Mezquita Azul reflejan la herencia bizantina y otomana, mientras que Capadocia, con sus ciudades subterráneas, y Pamukkale, con sus terrazas de travertino, ofrecen paisajes únicos. A lo largo de la costa mediterránea, restos de la antigua Licia, como Mira y Patara, completan un recorrido imprescindible para los amantes de la historia y la arqueología.

En este contexto, en la costa sur del país la antigua ciudad de Myra es un destino que fascina tanto a los amantes de la historia como a quienes buscan paisajes arqueológicos únicos. Ubicada en la región de Licia, dentro de la actual provincia de Antalya, esta ciudad milenaria se distingue por su impresionante necrópolis de tumbas excavadas en la roca y su bien conservado teatro romano. De este modo, se ha convertido en uno de los tesoros históricos del país, atrayendo a infinidad de viajeros que buscan contemplar y conocer todos sus secretos.

Un punto importante para el cristianismo

Myra fue una de las ciudades más importantes de la Liga Licia, una confederación de ciudades-estado que floreció en la actual costa suroeste de Turquía entre los siglos V y I a.C. Esta liga fue reconocida por su sistema político avanzado y su resistencia frente a potencias extranjeras. Sin embargo, con la expansión del Imperio Romano, la ciudad pasó a formar parte de la provincia de Licia y Panfilia en el siglo I a.C., lo que marcó el inicio de su periodo de mayor esplendor.

Myra, en Turquía (Adobe Stock).
Myra, en Turquía (Adobe Stock).

Pero no solo eso, pues tiene una gran importancia en la historia del cristianismo. Aquí vivió y ejerció como obispo San Nicolás de Mira, el santo que inspiró la figura moderna de Santa Claus. Su basílica, construida en el siglo IV d.C., es otro de los atractivos del sitio y atrae a peregrinos de todo el mundo. Aunque ha sufrido daños a lo largo de los siglos, todavía conserva mosaicos y frescos que narran episodios de la vida del santo.

Tumbas en la roca y su legado romano

Uno de los principales atractivos de Myra son sus tumbas rupestres, excavadas en los acantilados que rodean la antigua ciudad. Estas estructuras funerarias, esculpidas con una meticulosa atención al detalle, reflejan las creencias de los licios sobre la vida después de la muerte. Se creía que los difuntos debían ser enterrados en lo alto para que sus almas pudieran alcanzar el cielo con mayor facilidad.

Las tumbas presentan fachadas adornadas con relieves y columnas que imitan la arquitectura de los templos licios. Entre las más destacadas se encuentra la tumba de Amintas, caracterizada por su imponente entrada y sus inscripciones en lengua licia. A pesar del paso del tiempo y la erosión, estos monumentos funerarios siguen impresionando a los visitantes por su grandiosidad y el misterio que evocan. Junto a las tumbas rupestres se encuentra otro de los grandes símbolos de Myra: su anfiteatro romano. Construido en el siglo II d.C., durante la época del emperador Adriano, esta estructura es una de las más grandes de Asia Menor y podía albergar a miles de espectadores.

El balneario de aguas azul turquesa que es de los más impresionantes del mundo: sus aguas proceden de un acuífero a 2.000 metros de profundidad.

Su diseño semicircular, con gradas de piedra bien conservadas y un sistema acústico avanzado, evidencia el alto nivel arquitectónico alcanzado por los romanos en la región. El anfiteatro no solo era un espacio para representaciones teatrales y competiciones, sino que también jugó un papel crucial en la vida social y política de la ciudad. En su escenario se celebraban discursos públicos y eventos cívicos, convirtiéndose en un punto de encuentro para los habitantes de Myra.