De consumir 6 gramos de cocaína al día a hacer carreras de 600 kilómetros por el desierto: la historia de Luis Pérez

Luis Pérez, con 34 años y originario de Deltebre, Tarragona, enfrentó desde una edad temprana una trayectoria marcada por un consumo problemático de cocaína y alcohol. Su historia transcurre por caminos oscuros de la adicción, donde cada recaída lo alejaba un poco más de la estabilidad y lo sumergía en una espiral de dependencia. Con el paso del tiempo, el consumo se volvió incontrolable, superando los seis gramos diarios de cocaína, con un gasto mensual que superaba los 9.000 euros solo en drogas, a lo que se sumaron cuantiosas sumas destinadas a la prostitución. Sus días se transformaron en jornadas interminables, sin descanso ni pausa, consumiendo en secreto y afrontando una rutina autodestructiva que lo mantenía cautivo, hasta que un día todo cambió.

En una entrevista con Valentín San Juan, Luis explica que, tras superar su adicción, llegó incluso a correr a un Titan Desert, que consiste en un recorrido de más de 550 kilómetros, con 4000 de desnivel positivo, una duración de seis días y seis noches por el desierto de Marruecos. Respecto a sí correr puede llegar a convertirse en una adicción, explica: “El deporte se puede convertir en una adicción siempre que tapa algo del orden de lo emocional, igual que cuando alguien consume una sustancia. El deporte en sí no es una adicción, pero se puede convertir en una herramienta para que un adicto se anestesie con el deporte”.

Luis creyó durante mucho tiempo que podía frenar el consumo de drogas cuando quisiera, confiando en su propia fuerza de voluntad. Esa convicción, sin embargo, quedó desmentida por los hechos. En varias ocasiones ingresó a clínicas de desintoxicación con el objetivo de recuperarse. El proceso se repitió tantas veces que los periodos entre una recaída y otra se hicieron cada vez más cortos. Incluso se vio forzado a abandonar una de estas instituciones tras no respetar las normas impuestas para su rehabilitación.

El verdadero reto para Luis no solo residía en abandonar la cocaína. Descubrió que el alcohol era el núcleo de su problema, una barrera invisible que le impedía mantenerse limpio. Durante años aceptó la idea de que podía moderar el consumo de ciertas sustancias, sobre todo las asociadas a la vida social y las relaciones personales. Sin embargo, esta actitud solo profundizó su dependencia, ya que el consumo eventual de alcohol era, para él, la puerta de entrada a otras sustancias. Reconoció, tras múltiples fracasos, que la única forma de romper el ciclo era abandonar el alcohol de manera absoluta, algo que le costó asumir.

La recaída definitiva se produjo durante una salida nocturna inocente, en la que solo pretendía tomarse un par de copas, pero terminó sucumbiendo a la tentación y retomando el consumo de drogas. La frustración de esos instantes se sumó al peso de una vida marcada por la angustia y la desesperanza. Sin embargo, esa experiencia se convirtió en el catalizador de un cambio profundo: comprendió que llevaba años intentando sin éxito mantener el control, y que la única opción viable era aceptar la abstinencia completa de todas las sustancias.

Tras esa última recaída, Luis consiguió mantenerse seis años alejado del alcohol y de las drogas. En ese periodo forjó una nueva identidad, centrada en la recuperación y el apoyo a otros. Decidido a dar un sentido positivo a su experiencia, se volcó en la creación y el desarrollo de Zeus Centro Terapéutico, una red de tres clínicas en Cataluña enfocada en el tratamiento y la rehabilitación de personas con problemas de adicción. Bajo su liderazgo, el centro alcanzó reconocimiento internacional tras recibir el galardón al mejor centro de tratamiento de adicciones en los European Awards in Medicine.