El Mundial de Clubes ha encontrado a su diamante en bruto. Un equipo humilde y amateur, que nunca apareció en las apuestas y acabó por demostrar que eran “David contra Goliat”. Se trata del Auckland City, un club de Nueva Zelanda que fue objeto de burlas a los inicios de la competición tras registrar dos abultadas derrotas, 10-0 ante el Bayern y 6-0 ante el Benfica. Pero que en el tercer partido, el equipo formado por estudiantes, profesores o limpiadores de jacuzzis, dio la campanada con un inesperado empate ante Boca Juniors. Un resultado que celebraron como si hubieran ganado la competición por la relevancia de la gesta y que está acompañado por una inyección económica de relevancia para un club amateur.
El nuevo torneo consiguió reunir a los 32 mejores equipos procedentes de todos los continentes. Con Estados Unidos como escenario, se dieron cita grandes estrellas mundiales que van desde Messi a Mbappé, Halaand, Julián Álvarez, Di María, Harry Kane o Achraf Hakimi, entre otros. Y en medio de la élite, jugadores con empleos más allá del deporte rey, estudiantes, profesores, limpiadores de jacuzzis que tuvieron que pedir vacaciones en sus respectivos trabajos para intentar escribir su nombre en la historia del fútbol mundial. Un torneo que volvió a poner su nombre en el mapa y les permitió soñar a lo grande. Sus inicios no fueron sencillos: un 10-0 en su debut ante el Bayern.
Tras ello, algunos insinuaron que no debían estar en el torneo. “Este partido es un coñazo, pero es un partido necesario para que FIFA entienda que hay ciertas normas de clasificación que se deben cambiar para las próximas ediciones. Nos vamos a comer un truño indecente, pero será por una buena causa. Daños colaterales”, escribió MisterChip en su cuenta de X, a lo que Maldini respondió: “Muy de acuerdo, la FIFA lo hará. Ya puestos a buscarle interés, a ver si el Bayern llega a diez goles”. El segundo partido del Auckland City no fue mejor, dado que perdieron 6-0 ante el Benfica. Sin embargo, en el tercer encuentro llegó su momento estelar, donde evidenciaron su derecho a participar en la competición.
El tercer duelo fue ante Boca Juniors, un equipo argentino de renombre, donde se preveía un resultado similar a los anteriores, pero no fue así. Esos profesores, estudiantes y limpiadores de jacuzzis demostraron de qué pasta están hechos. Consiguieron sacar un empate a uno, insuficiente para clasificarse para octavos de final, pero suficiente para hacer historia, su historia. Celebraron el resultado como si hubieran ganado el torneo o incluso más, era su momento, su gesta histórica.

El premio económico
Una hazaña que llegó acompañada de una inyección económica significa para cualquier club y, en especial, para un equipo semiprofesional, donde sus jugadores se ven obligados a compatibilizar la jornada deportiva con profesiones fuera del deporte rey. Solo por participar, el Auckland City había percibido más de tres millones de euros, una cantidad elevada, pero inferiores a la del resto de continentes. Además, gracias a ese histórico empate había conseguido sumar 930.000 euros más. Es decir, el club de Nueva Zelanda había conseguido un premio de cuatro millones de euros por su participación y actuación en el torneo.
Una cuestión que gana relevancia dado su contexto. El equipo compite en una liga regional de la Isla Norte de Nueva Zelanda bajo un contexto semiprofesional, donde sus futbolistas perciben aproximadamente unos 93 euros por partido. Es por ello, que el premio económico que han recibido gana especial relevancia para este club.
Un español en su plantilla
En sus filas, además, el Auckland City cuenta con un jugador español que se marchó hace ocho años a Nueva Zelanda para aprender inglés y todavía no ha regresado. Gerard Garriga decidió apartarse del fútbol para tomar distancia, pero pronto sintió la falta de su gran pasión. Comenzó trabajando en una empresa de limpieza, después en un restaurante como camarero, pero no tardó el volver a su pasión. En 2022 firmó con el Auckland City, el equipo más dominante del fútbol oceánico desde que, hace 20 años, Australia trasladó a sus clubes y selección a competir en Asia para elevar su nivel. Desde entonces, Garriga ha conquistado cuatro títulos consecutivos de la Champions de Oceanía. El propio club fue quien le proporcionó un trabajo en su academia, al algo habitual que suele hacer con sus jugadores extranjeros.
Ahora con el Mundial de Estados Unidos sigue cumpliendo sueños dentro del deporte que ama con un club amateur que le ha dado la posibilidad de vivir partidos para la historia. El Auckland City aterrizó en la competición como el equipo pequeño, el humilde, a quien nadie tuvo en cuenta. Ahora se marcha por la puerta grande, tras demostrar que puede codearse y comer en la misma mesa de los grandes equipos del mundo, demostrando que David, a veces, puede con Goliat.
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