
Carlos Henrique Raposo, apodado El Kaiser, es uno de los personajes más peculiares y controvertidos del mundo del fútbol. Es considero el mayor impostor del deporte rey Nacido el 2 de abril de 1963, este brasileño pasó a la historia no por sus habilidades en el campo, sino por haber forjado una carrera futbolística que rozó el cine de ficción. Durante más de una década, logró engañar a clubes profesionales, compañeros y directivos, construyendo una figura pública basada en mentiras. Y no solo eso, sino que incluso llegó a levantar varios títulos a lo largo de “carrera”.
Creció en una familia humilde en Brasil, motivo que lo llevó a buscar una profesión con la que poder llevar dinero a casa. Decidió probar suerte en el fútbol, pero había un problema evidente: no tenía talento con el balón. Una cuestión que no le detuvo, su carisma y creatividad lo ayudaron a encontrar una forma de incursionar en el mundo del deporte rey. El Kaiser utilizaba toda clase de artimañas para ganarse contratos. Falsificaba vídeos donde aparecía marcando goles y realizando jugadas destacadas, lo que le situaba como un gran jugador al que fichar y en el que los clubes podían fijarse.
Entre finales de la década de los 70 y parte de los 90, El Kaiser logró convencer a importantes clubes brasileños como Botafogo, Flamengo, Fluminense y Vasco da Gama de ficharlo. Además, jugó en equipos fuera de Brasil, como el Puebla (México), el Gazélec Ajaccio (Francia) y El Paso (Estados Unidos). Según los registros, su carrera duró 13 años. Lejos de los que cabría esperar, El Kaiser tan solo jugó 14 partidos, con muy pocos minutos sobre el terreno de juego y nunca llegó a marcar un gol.
El ‘modus operandi’ de ‘El Kaiser’
El truco de Carlos Kaiser consistía en evitar a toda costa saltar al campo de juego. Su estrategia era simple: al llegar a un nuevo club, fingía una lesión durante las primeras sesiones de entrenamiento. Una vez en la enfermería, lograba extender su estadía aprovechando los avances de la medicina para justificar su estado físico durante meses. Durante este tiempo, seguía cobrando su salario hasta que decidía romper el contrato para buscar otro equipo donde repetir el ciclo. En varias ocasiones, incluso llegó a sobornar a médicos para extender falsos diagnósticos que explicaran sus prolongadas “lesiones”.

Según contó años después, en un caso específico convenció a un amigo dentista de fabricar un informe médico, argumentando que su supuesto mal rendimiento estaba relacionado con problemas dentales. A todo esto se le sumaba su capacidad para manejar las relaciones públicas. El Kaiser frecuentaba a periodistas deportivos de la época, a quienes pagaba o prometía favores para que publicaran artículos, ensalzando su inexistente talento. Así, su reputación como futbolista crecía sin siquiera tocar la pelota.
Uno de los episodios más insólitos ocurrió en el Bangu, equipo brasileño donde estuvo cerca de debutar en 1989. Presionado por el técnico y los fanáticos para entrar al campo, Kaiser fingió una discusión con un aficionado del equipo rival y provocó su propia expulsión antes de que comenzara el partido. Su actuación fue tan convincente que salvó una vez más su fachada. En otro caso que rozaba lo surrealista, un club para el que jugaba contrató a un curandero para realizar rituales que sanarían una de sus supuestas lesiones. Kaiser, al descubrirlo, se acercó al hombre y le pidió que se quedara con su paga, asegurándole que estaba fingiendo para seguir lesionado el resto de la temporada.
Estas situaciones inverosímiles fueron parte de su rutina. Su enfoque no era ser jugador, sino mantener viva la ilusión de que lo era. Kaiser se convirtió en un experto manipulador del sistema, ganándose contratos y confianza donde otros habrían fracasado en el intento. A pesar de la incredulidad que inspira su historia, Kaiser supo rodearse de figuras emblemáticas del fútbol brasileño como Zico, Bebeto y Renato Gaúcho. Su talento residía en el carisma con el que se relacionaba con jugadores y entrenadores, quienes veían en él una figura más social que deportiva.
El Kaiser y la Copa Intercontinental
El Kaiser afirmó haber sido campeón de la Copa Intercontinental de 1984 con Independiente de Avellaneda, asegurando que formó parte del equipo que venció 1-0 al Liverpool. El Independiente ganó la copa internacional, lo que no está claro y muchos se decantan por pensar que es falso, es que El Kaiser participara en ese logro. La historia de Carlos Kaiser no podía pasar desapercibida. En años recientes fue redescubierta y narrada en el libro del escritor Rob Smyth y en el documental Kaiser: The Greatest Footballer Never to Play Football, dirigido por Louis Myles. Este filme detalla su increíble habilidad para moverse en los círculos del fútbol profesional sin haber demostrado nunca sus capacidades en el campo.
El Kaiser desafió la lógica del deporte, un estilo de vida basado en esfuerzo, disciplina y talento. Su travesía, que muchos ven como una burla al mundo del fútbol, también puede interpretarse como un reflejo del carisma y la astucia necesarios para sobrevivir en un medio competitivo. Carlos Henrique Raposo, el hombre que nunca jugó al fútbol, será recordado por su peculiar carrera como uno de los mayores impostores en la historia del deporte.
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