
Con La Liga ya claudicada, el campeón certificado y los tres equipos que descienden pensando cómo volver a subir la temporada siguiente, todavía queda por conocer quiénes serán los clubes que abandonen la categoría de plata para ascender a la máxima competición. En esta carrera hay un equipo que ya ha conseguido su billete para jugar la próxima temporada entre los 20 mejores equipos españoles, el Levante. Dentro de ese éxito hay una persona que tiene especial relevancia, que ha sabido moldear y dirigir al equipo a la gloria: Julián Calero. Sin embargo, el técnico no siempre se ha dedicado al fútbol, antes de coger el silbato y ponerse al frente de un banquillo era policía y vivió de primera mano el atentado del 11-M.
Antes de dedicarse por completo al mundo del fútbol, Calero trabajaba como agente de la Policía Municipal de Madrid, un empleo que combinaba con su pasión por el balón. Su carrera como futbolista fue modesta, desarrollándose en categorías inferiores, pero desde joven mostró un gran interés por el aspecto táctico y estratégico del juego. Sin embargo, su vida daría un giro radical tras el fatídico 11-M, un día que lo marcaría profundamente.
Calero seguía su rutina diaria, patrullando con un compañero cuando, a través de la radio policial, escuchó la dramática alerta: “Atención a todas las unidades: acaba de producirse una explosión en Atocha”. Sin dudarlo, acudieron rápidamente al lugar. Lo que encontraron al llegar fue un escenario de caos y devastación. “Las personas iban de un lado hacia el otro, desorientadas, con el rostro negro por las cenizas, por el humo, muchos andaban ensangrentados, parecían verdaderos zombis… Nos estábamos metiendo en la zona del horror y éramos conscientes de ello”, relató en una entrevista con Marca.

Al adentrarse en la estación de Atocha, Julián y su compañero se encontraron en medio de un panorama desolador: el humo impregnaba el aire, el olor era insoportable y los gritos de los heridos resonaban por todo el lugar. “Ese pasillo, esas escaleras, ese olor de Atocha… esos recuerdos morirán conmigo”, confesó el técnico, dejando entrever el impacto emocional de aquel día. En uno de los vagones, mientras ayudaba a evacuar a una mujer embarazada, escuchó el grito de un especialista en explosivos: “¡Corred, que hay otra bomba!”. Aunque logró sacar a la mujer del tren, a los pocos días le informaron que no había logrado sobrevivir tras el suceso.
Tras terminar su trabajo en Atocha, Calero y sus compañeros se dirigieron a la calle Téllez, donde continuaron ayudando a las víctimas siguiendo las instrucciones de los sanitarios. Según recuerda, en ese momento se olvidó de todo: “Me olvidé de mi familia, de todo, te metes en la masacre y no quieres salir de ella, solo esperas ayudar y ayudar a todo el mundo”. Aunque pasó mucho tiempo y esfuerzo intentando superar el impacto emocional de esa experiencia, reconoce que las cicatrices del 11-M nunca desaparecen del todo.

De la Policía a su carrera como entrenador
Con el tiempo, decidió cambiar el rumbo de su vida y comenzar una carrera como entrenador. Su debut importante llegó años después, cuando en 2020 se hizo cargo del Burgos, un equipo de Segunda División B (actual Primera RFEF), al que llevó al ascenso a Segunda División a pesar de las dificultades económicas del club. Durante dos temporadas más, aseguró la permanencia del equipo, permitiendo soñar a toda una ciudad con un segundo ascenso antes de dar un paso al lado.
En la temporada siguiente, Calero asumió el reto de evitar el descenso del Cartagena en Segunda División, una tarea que muchos consideraban casi imposible. Contra todo pronóstico, logró la salvación en la última jornada, lo que consolidó su reputación como un técnico capaz de sacar lo mejor de sus equipos bajo presión. Pero fue su llegada al Levante lo que terminó de catapultarlo al éxito.

Su llegada al Levante
En un momento delicado para la institución, marcada por problemas económicos y la presión de regresar a la élite, Julián Calero asumió el banquillo del equipo granota con el objetivo de lograr el ascenso a Primera División. La temporada 2024/2025 no estuvo exenta de dificultades, pero bajo su mando, el Levante mostró una identidad sólida, equilibrando el compromiso táctico con la capacidad de imponer un estilo definido. El esfuerzo culminó el 25 de mayo de 2025, cuando el equipo selló su pase a la máxima categoría del fútbol español.
“El Levante de Calero”, como lo llaman sus seguidores, no solo consiguió el ascenso, sino que destacó por su espíritu de equipo y capacidad de superación. Ese 25 de mayo de 2025, la vida le hizo a Calero un regalo por todos los años de sufrimiento, por todos los fantasmas que todavía arrastra. Calero logró la gloria con el Levante. Ahora, afronta un gran reto: consolidar al Levante en Primera.
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