En enero de 1998, Serena Williams, con apenas 16 años, vivía su debut en un torneo de Grand Slam en el Abierto de Australia. La joven tenista estadounidense ya empezaba a destacar en el tenis profesional, ocupando un lugar en el top 100 del ranking WTA, y no tardaba en llamar la atención por su determinación y confianza. Era consciente de su superioridad física frente a muchas de sus compañeras en el circuito femenino y, motivada por esa seguridad, estaba convencida de que podía competir de igual a igual con jugadores masculinos de alto nivel.
Caminando por las instalaciones de Melbourne Park, Serena observó el entrenamiento del español Francisco “Pato” Clavet, entonces en el puesto 32 del ranking ATP. Clavet, un jugador de físico delgado, pero con una técnica depurada, tenía en ese momento cinco títulos ATP en su palmarés. Sin embargo, algo en él le llamó la atención a Serena, quien no dudó en hablar con su hermana Venus para proponer un desafío. Juntas acudieron a las oficinas de la ATP con un pedido sorprendente: querían que les organizaran un partido de exhibición contra un jugador masculino del top 100, y habían decidido que ese jugador sería Pato Clavet.
El inesperado desafío generó asombro. Ni los responsables de la ATP ni Clavet podían creerlo. “Ellas fueron a la ATP diciendo que querían jugar con un jugador entre los cien primeros, que pensaban que podían ganar y competir”, recuerda años después Clavet, ya retirado del circuito profesional y dedicado a la enseñanza del tenis en el Club de Tenis Chamartín. Sin embargo, el tenista español, que aún continuaba su participación en el torneo en la modalidad individual, rechazó la propuesta de forma amable: “Estoy entrenando, ya será para la próxima”.

El español, divertido, reflexiona sobre aquella invitación: “Fue Serena quien dijo: ‘Con Pato Clavet’. Debió pensar que era flojo”. Sin embargo, lo que empezó como una anécdota improbable tomó un giro inesperado. Con la negativa de Clavet, los organizadores buscaron una alternativa y decidieron contactar al alemán Karsten Braasch, un tenista menos destacado que ocupaba el puesto 203 del ranking ATP. Braasch, que ya había sido eliminado del torneo tanto en individuales como en dobles, aceptó el desafío.
El partido entre la Williams y Karsten Braasch
El partido se organizó en la pista 17 de Melbourne Park, en un ambiente informal y sin el protocolo habitual de los torneos: no hubo juez de silla, recogepelotas ni cobertura televisiva. Pese a la notable confianza de Serena, el enfrentamiento dejó en evidencia las diferencias físicas y estratégicas entre el circuito femenino y el masculino. Braasch, conocido por su carácter relajado y afición a la cerveza y el tabaco, se impuso sin complicaciones ante la joven Williams por 6-1. Serena, sorprendida por la facilidad con la que el alemán respondía a sus tiros, reconoció tras la derrota: “Pegué golpes que habrían sido winners en el circuito femenino y él llegaba fácil. La próxima vez le voy a ganar, tengo que ganar un poco de peso”.
El reto no terminó ahí. Animada por el mismo espíritu competitivo de su hermana menor, Venus Williams también quiso probar suerte ante Braasch. Aunque el marcador final fue algo más ajustado, Venus tampoco pudo superar al alemán, quien la derrotó por 6-2. Al concluir el desafío, Braasch se fotografió con ambas hermanas, dejando un curioso testimonio de un encuentro que hoy forma parte de la historia del tenis.
Las palabras de Braasch
Sobre la experiencia, Braasch comentó más tarde en una columna que escribió para The Guardian: “Ellas son muy buenas jugadoras, pero en el circuito masculino hay golpes que generan muchas dificultades. Yo usé efectos que ellas no están acostumbradas a enfrentar. Además, llegaba a tiros que en el femenino serían imposibles de devolver”.
El alemán, fiel a su estilo despreocupado, admitió que antes del partido había jugado golf y se había tomado un par de cervezas, lo que subrayó el carácter distendido del encuentro. Aunque el marcador fue contundente, Braasch explicó que ni él ni las Williams se tomaron el desafío demasiado en serio: “Solo estábamos divirtiéndonos un poco”.
Francisco Clavet, al recordar el incidente, asegura que después de aquella experiencia las hermanas dejaron de insistir en competir con jugadores del ATP. Sin embargo, el español destacó el respeto que siempre tuvo por Serena: “Ha sido una tenista espectacular, con una potencia y fuerza impresionantes. Desde luego, era perfectamente capaz de competir a un nivel físico muy alto”. El peculiar episodio es solo una anécdota en la carrera de Serena Williams, quien más tarde alcanzaría la cima del tenis femenino y se consagraría como una de las deportistas más icónicas y exitosas de la historia del deporte.
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