
El mundo de la Fórmula 1 está lleno de historia para el recuerdo, pero ninguna como la de Niki Lauda. El piloto dejó una huella imborrable a lo largo de los años con sus tres títulos, no solo por haberse sido capaz de sobrevivir a las llamas Nurburgring ni por sus tres títulos mundiales. Lauda fue todo un ejemplo tanto dentro como fueras las pistas.
Andreas Nikolaus Lauda nació el 22 de febrero de 1949 en Viena, Austria, en el seno de una familia acomodada vinculada a la industria del papel. Su padre esperaba que siguiera el legado empresarial familiar, pero Lauda tenía otros planes: quería ser piloto de carreras. Este sueño fue vehementemente rechazado por su familia, lo que lo llevó a buscar alternativas para autofinanciar su carrera. Ingenioso y determinado, Lauda solicitó préstamos bancarios usando su seguro de vida como aval, dinero con el que comenzó a competir en categorías inferiores como la Fórmula Vee y la Fórmula 3.
En 1971 hizo su debut en la Fórmula 2 europea con el equipo March, donde su capacidad meticulosa y técnica para analizar los automóviles llamó la atención de otras escuderías. Fue esa mirada analítica e incansable la que eventualmente lo llevó a equipo italiano en 1973, gracias a la confianza de Enzo Ferrari. En 1975, Lauda alcanzó la gloria al ganar su primer título mundial, devolviendo a Ferrari a lo más alto tras dos décadas sin éxitos significativos.
El accidente de Nürburgring
Ubicado al norte de Nürburg, en Alemania, en las montañas de Eifel, el circuito de Nürburgring se inauguró en 1927 con el Gran Premio de Alemania, y desde 1951 fue parte del Campeonato Mundial de Fórmula 1. Conocido como uno de los trazados más desafiantes del mundo, su peligrosidad aumentó con el tiempo y las mayores velocidades de los monoplazas. La zona norte, bautizada como “Infierno Verde” por Jackie Stewart, era temida tanto por su dificultad como por sus riesgos.

Pese a las modificaciones en su diseño, el peligro nunca dejó de estar presente. En 1976, durante el Gran Premio de Alemania, se vivió uno de los momentos más oscuros de la Fórmula 1. Niki Lauda, piloto austríaco, sufrió un accidente grave en la curva Bergwerk. La rotura de la suspensión de su Ferrari 312T2 lo llevó a estrellarse, y el impacto provocó que su coche se incendiara. Otros pilotos como Harald Ertl y Brett Lunger terminaron chocando involuntariamente contra él, complicando aún más la situación.
El monoplaza ardía con Lauda atrapado en su interior mientras todo era transmitido por televisión. Varios pilotos, entre ellos Guy Edwards, Arturo Merzario y Harald Ertl, intervinieron para liberarlo. Gravemente herido, Lauda recibió quemaduras en la cara, perdió parte de una oreja, cejas y pestañas, además de padecer severos daños pulmonares por el humo. Su estado crítico llevó a un sacerdote a darle la extremaunción, considerando que no sobreviviría. Sin embargo, Lauda desafió todos los augurios y, seis semanas después, regresó a competir. Este trágico accidente marcó el fin de las carreras de Fórmula 1 en Nürburgring y quedó grabado como uno de los episodios más impactantes de la historia del automovilismo.
Tras el accidente de 1976, el emblema de Lauda creció entre los aficionados, no solo por su habilidad como piloto, sino por su fuerza mental. En 1977 conquistó su segundo campeonato mundial con Ferrari, pero ese sería su último logro con la escudería italiana, ya que se retiró por primera vez en 1979 para dedicarse a sus negocios. Fundó una aerolínea, Lauda Air, pero problemas financieros lo llevaron a regresar a las pistas en 1982 para competir con McLaren. En 1984, ganó su tercer título, superando a su compañero Alain Prost por medio punto de diferencia, una de las definiciones más ajustadas en la historia de la F1.

En 1985, tras retirarse definitivamente del automovilismo, Lauda se dedicó de lleno a la aviación comercial. También trabajó como asesor para equipos de Fórmula 1, logrando mantener siempre una conexión con el deporte que lo lanzó a la fama. Niki Lauda falleció el 20 de mayo de 2019 en un hospital de Zúrich, a los 70 años, pero su legado sigue vivo en las pistas y en la mente de los aficionados.
El misterio de sus raíces gallegas
Un año antes de su accidente, la prensa española recogió una versión que indicaba un sorprendente posible origen gallego para el piloto. Según estas historias, el abuelo paterno de Lauda no sería Hans Lauda, abogado vienés reconocido oficialmente. En su lugar, se ha señalado a Juan Lauda Crespo, un supuesto emigrante nacido en Loña do Monte, una pequeña aldea en la provincia de Ourense, como el verdadero abuelo del piloto.
Según esta versión, Juan emigró joven a Argentina y posteriormente a Estados Unidos, donde se casó con una gallega y tuvo hijos, entre ellos José Lauda Soto, quien sería el padre de Niki. Estas especulaciones se apoyaron en declaraciones de Sixto Lauda Crespo, hermano de Juan, quien aseguró que muchas fechas, nombres e incluso el parecido físico guardaban verosimilitud con la teoría.
Sin embargo, nadie ha logrado corroborar esta conexión, y el relato de Hans Lauda como abuelo oficial permanece intacto en la biografía del piloto. Aunque el misterio persiste, sigue siendo un punto intrigante en la historia de Niki Lauda, un piloto que siempre desafió los límites, ya sea en las pistas o en los relatos familiares. Lo que está claro es que Niki Lauda será recordado por sus logros deportivos, su resiliencia tras el accidente de Nürburgring y su papel en la evolución de la Fórmula 1. Su ejemplo trasciende fronteras, dejando una huella imborrable en el automovilismo mundial y quizás, quién sabe, en un rincón de Galicia.
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