
Raúl Bravo Sanfélix, nacido en Gandía en 1981, es un nombre que tal vez no resuene tanto como los de los grandes íconos del fútbol mundial. Sin embargo, su historia está ligada a una de las épocas más emblemáticas del Real Madrid: la era de los “zidanes y pavones”. Este futbolista, que llegó al primer equipo en 2002, fue parte del legendario plantel de los galácticos que dominó las competiciones europeas, pero su vida tras el fútbol tomó un giro inesperado.
Bravo, conocido por su versatilidad en el campo y por su capacidad de adaptarse tanto a la banda izquierda como al centro de la defensa, fue una pieza funcional para el Real Madrid en una competición interna feroz entre las estrellas globales del equipo y los talentos de la cantera. Entrenadores como Vicente del Bosque y Carlos Queiroz confiaron en él, utilizándolo como recurso seguro en momentos clave. Aunque no era una estrella mediática como Zinedine Zidane o Ronaldo Nazário, su rendimiento le permitió acumular un palmarés que muchos sueñan: dos títulos de LaLiga, una Champions League, una Copa Intercontinental, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España.
Más allá de España, Bravo también destacó en Grecia, donde jugó para el Olympiacos. Allí sumó a su vitrina dos Superligas griegas y una Copa de Grecia, aunque su relación con el entrenador Ernesto Valverde estuvo marcada por altibajos, llegando a protagonizar enfrentamientos que acabarían precipitando su salida del club. Después de su etapa en Grecia, recorrió diversos equipos europeos como el Numancia, Rayo Vallecano, Córdoba y varios equipos en Bélgica y Grecia. Finalmente, optó por retirarse del fútbol profesional en 2017 tras una carrera que combinó éxito y trabajo constante.

La ‘Operación Oikos’
Sin embargo, a pesar de sus logros deportivos, Raúl Bravo no es recordado solo por su recorrido en el fútbol. Su nombre quedó marcado por la polémica tras su participación en la conocida “Operación Oikos”, una trama de amaño de partidos y apuestas deportivas que sacudió el fútbol español. Bravo fue señalado como uno de los cabecillas de la red junto a su amigo y excompañero Carlos Aranda, con quien compartió vestuario en las categorías inferiores del Real Madrid. Las investigaciones culminaron con su detención en 2019. En su domicilio, la policía encontró grandes cantidades de dinero en efectivo, lo que reforzó las sospechas en su contra.
El escándalo fue de proporciones gigantescas, afectando su imagen y alejándolo de manera definitiva del fútbol profesional. Aunque Bravo cumplió con la justicia y el caso fue archivado, este capítulo oscuro representó un antes y un después en su vida. Pero lejos de quedarse estancado por lo sucedido, encontró una nueva pasión que le ayudó a reconstruir su camino lejos de las canchas.
Su retirada del fútbol y la decoración de interiores
En una entrevista con el diario AS, Bravo confesó las dificultades que enfrentó tras abandonar el fútbol. “El primer año después de colgar las botas es terrible. No sabes quién eres ni qué hacer con tu vida. Es una sensación que vivimos muchos jugadores”, admitió. Sin embargo, fue en ese momento de incertidumbre cuando surgió su interés por el diseño y la decoración de interiores. “Siempre me gustó la idea de diseñar casas, decorarlas con mi propia visión. Pero era difícil, porque los clientes me preguntaban qué estudios tenía o cuál era mi experiencia. Yo les respondía: ‘Ninguna’. Era complicado empezar”, relató.
Aprovechando los ahorros que acumuló durante su carrera como profesional, Raúl Bravo decidió invertir en propiedades, las cuales reformaba y decoraba a su manera. Esto, que inicialmente comenzó como un hobby y un proceso de aprendizaje, pronto se convirtió en un negocio. Comenzó a mostrar su trabajo a través de Instagram, donde las casas diseñadas por él ganaron popularidad. “Compré varias viviendas, las redecoré y las puse en venta. Parece que a la gente le gustó, porque empecé a venderlas”, explicó.
Actualmente, Bravo vive en Gandía, su ciudad natal, rodeado del entorno tranquilo que le da el Mediterráneo, y lleva adelante su empresa de decoración de interiores. En su nueva vida, ha encontrado un equilibrio entre el trabajo y el disfrute personal. “Ahora vivo tranquilo. Cuando quiero, bajo a Madrid a ver a los veteranos, al teatro o a pasear, pero siempre regreso a mi playa, que es donde soy feliz”, aseguró. A pesar de los tropiezos que marcaron su vida fuera del fútbol, Raúl Bravo ha sabido reinventarse. Pasó de ser parte de los galácticos del Real Madrid y protagonista de un notorio caso legal al mundo del diseño y la creatividad, mostrando que siempre hay oportunidades para empezar de nuevo. Su historia es un ejemplo de resiliencia, del poder de encontrar una nueva pasión y de cómo transformar fracasos en oportunidades.
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